martes, 5 de julio de 2016

Una lucha sin cansancio por la vida




Las luchas por la defensa de los bienes comunes de la naturaleza están brotando desde las comunidades más humildes del país. No se necesita ser letrado ni estudiado para saber que los bienes comunes de la naturaleza representan la vida misma de esta humanidad cada vez más indiferente con los asuntos importantes que los rodea.

Así es como los departamentos más activos en la lucha por conservar el agua, los bosques, los ríos y la tierra son aquellos departamentos cuyas comunidades y municipios saben que su vida misma depende de la conexión directa que se tenga con la madre naturaleza. Atentar contra esa naturaleza es atentar contra la dadora de vida, y las comunidades, en su cosmovisión, así lo entienden, así lo ven y así lo defienden.

Las amenazas, las intimidaciones y las persecuciones han sido y serán siempre el ambiente que rodee a quienes intenten ir en contra de los intereses de las empresas transnacionales. Por eso hoy, las comunidades indígenas lencas del departamento de La Paz, celebran el premio Front Line para Defensores y Defensoras de Derechos Humanos en Riesgo, que hace unos días se le entregó, por parte de esta ONG irlandesa, a Ana Miriam Romero, segunda mujer del continente que recibe el premio. Lo celebran y lo asumen como un compromiso para continuar en la lucha.

Las amenazas, hostigamientos y persecuciones han llegado hasta los oídos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que otorgó medidas cautelares en favor de Ana Mirian Romero y su familia, y de otros 12 miembros del Consejo Indígena de San Isidro Labrador y del Movimiento Independiente Lenca de la Paz, MILPAH, el 24 de noviembre de 2015. Pero la intimidación y las amenazas de muerte no han cesado tal y como lo constataron a través de testimonios ofrecidos a Radio Progreso por miembros de las comunidades acechadas por el gran capital transnacional.

En Honduras reina la impunidad. Prevalece la ley de los más fuertes. Se habla que en el país, entre 2009 y 2016, más de 100 activistas ambientales han muerto en este territorio. Pero a pesar de eso, las comunidades alzan su voz en rechazo a las mineras, a las hidroeléctricas cuyas transnacionales quieren acaparar y adueñarse de los territorios.

Tendrán los permisos del gobierno y el aval de los políticos y empresarios, pero el beneplácito del actor más importante, que son los habitantes de las comunidades no los tienen porque son proyectos que no han sido consultados con los afectados y las afectadas.

Hay que dar gracias a esos líderes y lideresas, hombres y mujeres que no se arrugan y que luchan sin cesar por un país distinto. Desde aquí queremos decirles gracias por esa lucha que realizan, y la sociedad en general, todo y todas, debemos comprometernos en acuerpar estos movimientos, porque la defensa de los bienes comunes de la naturaleza es una lucha sin cansancio por la vida.

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