martes, 26 de julio de 2016

Lobby en Washington versus Marca País



El Presidente Hernández regresó incómodo el jueves de la capital estadounidense con nuevos reclamos a las organizaciones sociales hondureñas, que dialogan con los círculos políticos y legislativos de ese país.

La incomodidad del Presidente es por los cuestionamientos a la asistencia económica para policías y militares corruptos violadores de derechos humanos; la crítica a los fondos de la alianza para la prosperidad del triángulo norte, que prioriza recursos para supuestos empleos en minas y represas, y el papel de los bancos multinacionales que financian la muerte.
Le molesta, igualmente, al gobernante el impulso de la Ley Bertha Cáceres, que exige resultados en seguridad, justicia, reforma agraria, territorios indígenas, energía y anticorrupción.
“Con mucha sorpresa pude constatar que llega información desde las organizaciones sociales a la oficina de los congresistas y senadores de Estados Unidos, que muchas veces proviene de hondureños y de hondureñas que tergiversan la verdad”.
Así regresó el Presidente: sorprendido por esos malos hondureños y hondureñas que tergiversan la verdad.
En público no mencionó a las ONG´s nacionales y estadounidenses que según él desinforman a los pobres ignorantes senadores estadoundienses, esos que no leen agencias de prensa ni hablan español.
Pero en privado Hernández lanza rayos y sentellas contra las organizaciones que aportaron a la Ley Bertha Cáceres, que denuncia la putrefacción de la policía y el ejército, y las violaciones que cometen el Ministerio Público y la Corte Suprema, convertidos en operadores de injusticia y tramitadores de la impunidad.
Otra vez el ataque verbal del abogado Hernández Alvarado fue contra todos los pájaros que vuelan el cielo washingtoniano, dejando abierta la posibilidad que los francotiradores impacten a cualquiera, pero obvio que él sabe a quien ataca.
Hernández ataca a quienes denuncian local e internacionalmente que la extradición de policías del crimen organizado y de políticos corruptos es una estrategia del gobierno estadounidense y no, precismaente, su voluntad y la de su gobierno. Y lanza sus flechas venenosas contra quienes señalan que la terquedad continuista es una amenaza a la gobernabilidad social y política, y no un proyecto estabilizador de marca país de largo plazo.
Es lamentable que mientras el Presidente hablaba así, la sede del Movimiento Amplio en San Pedro Sula fue penetrada para secuestrarle las computadoras que contienen el caso Bertha Cáceres. Y Martín Gómez, de MILPA, fue atacado por hombres del alcalde nacionalista de Santa Elena que promueve las inversiones de la presidenta de su partido en La Paz.  
O sea, el Presidente mintió al decir que respeta todas las causas sociales y el derecho que cada persona y organización tiene para hacerlo y decirlo con pasión. Su gente está atacando en el terreno y su gobernador de Lempira está premiando a un criminal en público, en un acto bochornoso en la ciudad de Gracias.
Mintió, además, porque había prometido a la comunidad internacional no criminalizar más la denuncia de la disidencia social hondureña, porque no es la primera vez que él ataca al regresar de Washington o del Parlamento Europeo. Esta vez amenazó con lanzar encima la opinión del pueblo nacionalista.
“Contra esos hondureños y hondureñas también tenemos que estar defendiéndonos”. Así lo advirtió.
Es posible entender este enojo del mandatario porque Washington le dijo claramente que la plata del Plan Alianza para la Prosperidad no será de corto plazo para su gobierno, será de mediano y largo plazo, para otros gobiernos.
Es posible también que el enojo proceda del hecho que Washington no ve su continuidad en el poder, porque es un factor desestabilizador de Honduras, y más bien habría incluido parientes próximos en lista de extradición a las cárceles estadounidenses.
Y tiene rasquiña el Presidente porque la opinión pública internacional no está tranquila con la detención de los ejecutores del crimen de Bertha Cáceres, porque pide la captura de quienes pusieron el dinero y planificaron su muerte. Y eso toca las bases de la elite que lo sostiene a él. Y por eso contrata una empresa cara de imagen pública para levantarle su perfil.
Así, señor Presidente, es muy difícil conciliar los efectos del lobby informado en Washington y su manera reiterada de tergiversar la verdad. No basta decir que Honduras está cambiando. Perdone usted, pero la Marca País necesita que haga más, lo que tenga que hacer, para ser respetada y creíble.

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