miércoles, 27 de julio de 2016
Lempira y la Resistencia Antiimperial
Por Juan López *
La historia de los pueblos está cargada de símbolos, de ritos, costumbres, ideas, prácticas, luchas y resistencias heroicas. Particularmente la historia hondureña está cargada de una riqueza cultural, simbólica y de resistencia que se despliega en todos ámbitos y en diferentes espacios de la vida nacional. Este 20 de julio conmemoramos un aniversario más del asesinato de un hombre cabal, de un hijo de este pueblo hondureño y de nuestra historia política que se convierte en un ejemplo de dignidad y soberanía, en un ejemplo de amor y de lucha por la defensa de su cultura, su gente, su tierra y su patria. Es nuestro héroe nacional, el indio Lempira que significa “Señor de la Sierra”.
Prevalece la dicotomía respecto a la existencia real o ficticia de Lempira. Mucha gente incluso en el campo de la academia sostiene que esta es una figura creada, una especie de invento sin fundamento propio de un pueblo que apenas sabe gatear en una etapa de nuestra historia nacional. Pero la investigación historio gráfica científica demuestra la real existencia de Lempira, así lo expresa Longino Becerra en su trabajo “Evolución histórica de Honduras” recogiendo la descripción física que el cronista Antonio de Herrera hace de Lempira “era de mediana estatura, espaldudo, y de gruesos miembros, bravo y valiente, y de buena razón, nunca tuvo más que dos mujeres y murió de 38 a 40 años”. Esa descripción es coherente con la complexión física de mujeres y hombres hondureños y de toda ,Mesoamérica. La figura emblemática de Lempira tiene en sí el carácter ético, moral y político que el momento histórico reclamaba dada la ferocidad de la invasión Española con su política de aniquilación de la cultura, el pueblo aborigen y el control de los territorios. Los españoles asesinaron a muchos caciques junto a sus comunidades en resistencia. Muerto el cacique Entepica quien encabezaba la insurrección en la provincia de Cerquín, Lempira en su condición de lugarteniente reúne y organiza al pueblo, persuade que “es necesario recobrar la libertad, siendo cosa vergonzosa, que tantos y tan valientes hombres en su propia tierra se viesen en la miserable servidumbre de tan pocos extranjeros; ofreció ser su capitán y ponerse a los mayores peligros; aseguró que si estaban Unidos sería cierta la victoria para ellos” y así, Lempira dio dirección estratégica a la resistencia armada en defensa de sus territorios, su cultura y su vida.
La superioridad tecnológica, estratégica, militar y una guerra de exterminio desarrollada por los españoles y la naturaleza de una fuerza armada indígena desigual y la lógica de una guerra de defensa que implicó, en el razonamiento de Lempira, la esperanza en el diálogo a pesar de las condiciones desiguales, fueron las razones de que se valieron los invasores para vencer al hombre de la dignidad nacional. Jamas el imperio entiende de diálogo. La lucha de resistencia indígena ante el imperio español es una lucha de clases; es la clase sometida, empobrecida y explotada frente a la clase dominante, explotadora e imperial; ambas frente a frente, en disputa por sus intereses. Así nació el Estado hondureño, como expresión del triunfo del Estado Español, feudal e imperial, sobre la soberanía de un Estado pluricultural organizado en cacicazgos y de mayor respeto a la dignidad popular aborigen. De allí que el Estado burgués Hondureño sea un apéndice del poder mundial de ayer y de hoy. La burguesía transnacional que controla el Estado en casi todo los países del planeta, continúa y perfecciona la lógica imperial feudalista de la colonia. El Estado hondureño surgido en la época de la Colonia como estructura para el control de la vida material y espiritual del pueblo aborigen es producto de la violencia, impuesto por la violencia, sostenido mediante la violencia y prolongador de la violencia.
Lempira es una inagotable fuente de inspiración para la lucha de resistencia y liberación, es un faro que imprime carácter, orientación, dirección, dignidad y convicción en la lucha por conquistar la libertad nacional. Toda lucha por la libertad y la soberanía nacional tendrá que ser necesariamente anti imperial, anticolonial y antipatriarcal, asi lo han entendido Lempira, Morazán y Berta Cáceres. Asi lo entendieron los caciques Pizacura y Mazatl, héroes de la resistencia anticolonial en el valle del aguan. Asi lo entendieron los caciques Benito en Ulancho y Copan Galel en la resistencia Chortí. Así lo entendieron Sandino, Farabundo y Jose Martí, Simón Bolívar y Atahualpa Yupanqui, ellos entre tantas y tantos otros ubicados todos en la órbita de la dignidad y libertad Americana. El espíritu revolucionario de Lempira continúa revoloteando en el occidente, en el oriente, el norte y el sur del país en toda expresión de lucha contra la invasión y la neocolonizacion imperial, en toda lucha contra la penetración de las transnacionales que se incrustan en nuestros territorios controlando gobiernos locales y envueltas en la legislación nacional promovida y dictada bajo los parámetros de la política exterior del imperio norteamericano.
Igual que en 1537, la soberanía nacional está en peligro, la lectura política del momento requiere la habilidad política de Lempira entendiendo como él que solo la unidad hará posible la victoria a favor nuestro. Está definido el proyecto imperial en la explotación del oro, la plata, el cobre, el hierro; en la concentración de la tierra que profundiza el latifundismo; en la dependencia de los monocultivos que despedazan la soberanía alimentaria; en la privatización del agua, el bosque, las carreteras, la salud, la educación, la vivienda, el arte, el comercio y el control de los territorios; en el control del Estado como estructura de dominación en manos de la burguesía nacional confabulada con los intereses de la burguesía transnacional; en la privatización de los servicios públicos y los bienes naturales; en el afincamiento de la estructura militar alineada a los intereses extranjeros con fuerte presencia en Honduras.
Tenemos que definir el proyecto de soberanía y dignidad nacional, la unidad popular y el coraje de Lempira inyectado en nuestro pueblo romperá las cadenas de dominación extranjera en nuestro país. Mientras los países ricos a través de su diplomacia y sus multinacionales, sus organismos multilaterales de financiamiento, y mientras la embajada de los Estados Unidos metan las manos en los asuntos internos de Honduras, la democracia es imposible. Con Lempira, Morazán y Berta; Vamos por la unidad de las diferentes expresiones de resistencia hasta conquistar la unidad y con ella, la libertad y la soberanía nacional.
“Brindo por los pueblos libres, y por los pueblos tristes”.
José Martí.
* Pedagogo y miembro del movimiento social
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