jueves, 7 de julio de 2016

Bolsas solidarias, bolsas magisteriales




Los maestros y maestras han recibido todos los regalos que nadie se pudo imaginar. El presidente de la República anunció por su gran cadena nacional el aumento al salario y alivio a las deudas del magisterio como una recompensa por haber cumplido por varios años consecutivo los doscientos días de clase tan alabados por la oficialidad del Estado y bendecido por la oficialidad religiosa.

El magisterio ha recibido ese aumento salarial y los beneficios sociales luego de siete años de haber caído en desgracia por el actual Ministro de Educación. Todos estos beneficios han venido de arriba hacia abajo, como regalos que a un padrino o un compadre se le ocurrió para premiar el buen comportamiento de sus pupilos. Así lo dejó dicho el presidente de la República.

Ni para estos beneficios económicos y sociales ni para decisiones que tienen que ver con la educación hondureña han contado los gremios magisteriales. Los mismos han sido convertidos en un cero a la izquierda, en organizaciones infantiles inmaduras a las que no se les debe consultar porque no merece la pena.

El otrora poderoso movimiento magisterial hondureño ha sido convertido en pequeños cachorros que solo les queda la posibilidad de patalear ante los abusos que contra ellos comete el gobierno. Durante muchos años, los gremios magisteriales contaron con líderes que ponían a temblar a los gobiernos cuando amenazaban con paros y acciones de protesta. Sus dirigentes, en su gran mayoría, tenían la capacidad para negociar el Estatuto del Docente y por igual posiciones personales o de gremios bajo la amenaza de ordenar suspensión de clases.

Esos fueron otros tiempos. Actualmente, los dirigentes de los gremios magisteriales apenas les quedan el derecho al pataleo. El gobierno decide sobre ellos sin contar con ellos y con frecuencia en contra de ellos. Parece que ese es el caso del actual anuncio presidencial con el aumento salarial y beneficios sociales. No hay duda de que esta decisión no ha sido pensada tanto en el bienestar de los más de cincuenta mil maestras y maestros, sino en el proceso proselitista que conduce a la reelección del actual presidente de la República.

Algunas de las dirigencias magisteriales cuestionarán de frente esta decisión arbitraria e inconsulta. Otras ni capacidad tendrán para levantar la voz. Y no será nada extraño que un grueso de la población magisterial no solo no protestará, sino que en razón de los reclamos del estómago y su bajo nivel de conciencia política, recibirá los beneficios prometidos con la firme disposición de alistarse de inmediato con mente estrecha y voto en mano como un aporte para que Juan Orlando Hernández se siga reeligiendo como el presidente del Estado criminal hondureño.

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