martes, 9 de diciembre de 2014
¿Escribirá Paulo Paranagua un artículo sobre de los 43 estudiantes mexicanos asesinados?
Por Luis Alberto Reygada
Señor mediador,
Por medio de la presente quiero compartir con usted mi punto de vista sobre la cobertura mediática que nos impone el honorable periódico que usted representa sobre la actualidad latinoamericana.*
Macabros sucesos en México
Después de un mes y medio de insoportable espera para las familias y para un país entero que se indignó ante una barbarie de otra época, las autoridades mexicanas dieron, durante una conferencia de prensa, los últimos resultados de la investigación sobre la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, estado de Guerrero (suroeste de México). Corroborando las peores expectativas, el Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, confirmó en una conferencia de prensa, el 7 de noviembre, la muerte de los 43 jóvenes que habían sido secuestrados por la policía local en la ciudad de Iguala en la noche del 26 de septiembre antes de ser aparentemente entregados a los miembros de un cártel que mantiene estrechos vínculos con el alcalde de ese municipio. Fue él quien directamente habría ordenado tomar medidas contra los estudiantes.
Los feroces sucesos que el Procurador anunció posteriormente revelan el triste estado de una sociedad que -en menos de una década y por razones complejas que no desarrollaré aquí- se acostumbró a un nivel de barbarie que ya no sorprende a los mexicanos: los 43 estudiantes habrían sido ejecutados y sus cuerpos amontonados en un basurero a cielo abierto, calcinados durante cerca de 15 horas, sus restos habrían sido posteriormente echados en bolsas de basura y éstas arrojadas a un río cercano. Estos restos fueron encontrados. Sin embargo, el fiscal declaró que mientras no se estableciera científicamente que los huesos encontrados corresponden realmente a las muestras genéticas traídas por las familias, los jóvenes seguirían siendo considerados como "desaparecidos".
México, un país… invisible.
Estos hechos han sido condenados por diversas instituciones y organizaciones sociales y políticas, así como por organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales. Para José Miguel Vivanco, director de la organización Human Rights Watch para la región de las Américas, hay que remontar a la masacre de los estudiantes que protestaban en la Plaza de Tlatelolco en la Ciudad de México en 1968 para encontrar un caso de la misma magnitud. Este acontecimiento, junto con la matanza de Tlatlaya ocurrida el mes de junio pasado (donde todo indica que más de 20 personas fueron fríamente ejecutadas por militares mexicanos), representan para él los episodios de violencia “más graves registrados en la historia contemporánea de México y América Latina en los últimos años”.
En ambos casos, más allá de los autores materiales e intelectuales de estos crímenes, el Estado también tiene una parte innegable de responsabilidad, subraya Vivanco. Pero no son únicamente las ONG’s o los Mexicanos quienes acusan directamente al Estado en sus pancartas y consignas en las numerosas manifestaciones que tuvieron lugar en todo el país, sino también el derecho internacional que establece esta responsabilidad a través de diversas normativas materia de derechos humanos: la Resolución de la Asamblea General de la ONU sobre Personas desaparecidas (1978); la Declaración sobre la Protección de todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas (1992); la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas (1994); Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas (2006); y el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (1998).
Nos adentramos entonces al tema del Estado, pero reflexionemos un momento -más allá de lo que uno podría pensar acerca de un país en particular- sobre la complejidad de los acontecimientos políticos que vinculan a los distintos gobiernos y al incesante flujo de información que abarca todos los niveles de nuestra sociedad globalizada y que le da vida a lo que llamamos "el acontecer internacional".
Ahora bien: la única posibilidad que tiene el ciudadano francés común y corriente (pero esto vale para cualquier nacionalidad), que no es experto en geopolítica (lo cual es totalmente normal), de ver y comprender el mundo que lo rodea pasa obligatoriamente a través de la representación de este mundo que los medios de comunicación le transmiten.
En una sociedad situada en la Era de la Información, los medios de comunicación se han convertido más que nunca en un elemento de primerísima importancia y por lo mismo conllevan una responsabilidad trascendental.
Bien sabemos que los medios de comunicación, a veces instrumentalizados y utilizados como dispositivos de influencia geopolítica, pueden desempeñar un papel primordial a la hora de construir las matrices de opinión que se difundirán en las masas (la guerra por las “representaciones mentales”). Desgraciadamente estas batallas cerebrales a menudo son la antesala de combates bien reales, esos que se llevan a cabo en el terreno y causan tanto sufrimiento y destrucciones.
Es por ello que, en su calidad de honorable periódico francés -país de la revolución que puso fin a la monarquía absoluta de derecho divino, país de las Luces y de los Derechos Humanos-, periódico de referencia y de alcance internacional desde hace varias décadas, distribuido, leído y citado en todo el mundo, periódico cuya línea editorial preconiza el respeto de principios de ética y deontología elevados, Le Monde carga con la responsabilidad inherente a esos cinco o seis periódicos que siguen siendo hoy en día referencias a nivel mundial. Y es esa gran responsabilidad la que me motiva a cuestionar la cobertura mediática que nos impone su reportero encargado de seguir los acontecimientos en América Latina, el Sr. Paulo Paranagua.
Solamente un experimentado latinoamericanista puede percibir todas las sutilezas del arte de que ha desarrollado el Sr. Paranagua en las columnas de su periódico: informar al mismo tiempo que desinforma. Y no hay nada más molesto, cuando se conoce tan siquiera un poco la historia y los aconteceres geopolíticos actuales de nuestro subcontinente, que detectar sus inexactitudes, imputaciones o hasta viles manipulaciones que dan vida a sus artículos con una prosa tan hábil como malintencionada.
Tomando en cuenta tantas verdades a medias, casi siempre sacadas de su contexto, que fatalmente se transforman en emboscadas intelectuales para los inexpertos, un análisis de las costumbres de su "periodista" sólo puede causar indignación una vez que salta a la vista uno que en realidad en señor Paranagua actúa como un paladín de los gobiernos alineados con el dogma neoliberal promovido por los Estados Unidos, y al contrario una cruzada personal contra la izquierda latinoamericana, pero con una rabia siempre disimulada bajo apariencias de honesta imparcialidad.
Allí es donde reside la gran habilidad de su mala fe y su hostilidad se convierte entonces en manipulación cuando, arropado con su capa de neutralidad periodística, Paulo Paranagua induce a los lectores de Le Monde no al error, sino a posicionarse a apenas unos cuantos milímetros de la trampa... bien sabe él de todos modos que los prejuicios occidentalo-centristas que conforman nuestro entorno cultural se encargarán del resto. El engaño intelectual habrá entonces funcionado a la perfección, y el Sr. Paranagua no tendrá aparentemente nada que reprocharse.
Sí, pero…
Después de tantos años es el diario Le Monde que sufre indirectamente las consecuencias del proceder de este colaborador, y su falta de seriedad terminó por asociarse a un periódico que merece mejor consideración. Pero entienda que, a final de cuentas, es Le Monde quien se ensaña mediante los artículos del señor Paranagua contra siempre los mismos gobiernos, y peor aún, es Le Monde quien cubre otros gobiernos cuyas acciones merecerían tal vez ser abordadas en mayor profundidad y conocidas por la opinión pública francesa.
¿Cómo comparar “la represión y el sufrimiento” que padecen los pueblos de Bolivia, Cuba, Ecuador o Venezuela, con la realidad de países como Colombia o México? No quiero pretender que estos primeros países citados son la materialización del paraíso terrenal, pero a fuerza de satanizarlos, los lectores de su periódico se los imaginarán muy fácilmente como si fuesen infiernos, sobre todo si se desvía su mirada lejos de la cola del diablito que se menea justo al otro lado de la frontera.
En Colombia, la desaparición forzada y la tortura suelen ser comunes, los paramilitares aún mantienen sólidos vínculos con algunos círculos políticos y ese país cuenta cientos de sindicalistas y activistas asesinados, miles de presos políticos, millones de desplazados. En México, las cifras que dejó la presidencia de Felipe Calderón (2006-2012) hablan por sí solas: aumento del 500% de las denuncias por casos de tortura, más de 9.000 denuncias por detenciones arbitrarias (aumento del 121%), más de 25.000 personas desaparecidas (pero tan sólo 2.000 investigaciones realizadas), 60 periodistas asesinados y otros 15 desaparecidos (uno de los países más peligrosos del mundo para esta profesión, según Reporteros Sin Fronteras), más de 45.000 ejecuciones, 16.000 cuerpos no identificados y cerca de 1.500 cuerpos encontrados en fosas comunes.
En total, la "guerra contra el crimen organizado" dirigida por el presidente Felipe Calderón provocó más de 120.000 muertes violentas en seis años, según las estadísticas oficiales. Estas cifras sobrepasan por mucho las siniestras cuentas de todas las dictaduras militares del Cono Sur reunidas, por más que la Operación Cóndor haya durado dos décadas.
A finales de 2012, apenas unas semanas antes de la investidura del actual mandatario mexicano, el ex presidente del Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas sobre Desapariciones Forzadas y experto en Derechos humanos, Santiago Corcuera, declaraba que México estaba pasando por una "crisis humanitaria" en materia de derechos humanos. Dos años más tarde, la masacre de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa indica claramente que la mejora de la situación todavía no está en la agenda del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.
Frente a esta terrible realidad, siendo tan poco respetuosa de las reglas del juego democrático (en un país que cuenta con en "el mejor sistema electoral en el mundo" según la Fundación Carter) y arriesgándose al ridículo denunciando por doquier una supuesta falta de libertad de expresión (pero utilizando las 949 compañías de medios privados que posee o sea el 85% de las radios, periódicos y canales de televisión del país) impuesta por la "dictadura castro-comunista" en el poder, la oposición venezolana se queda corta con sus dificultades para conseguir pasta de dientes y papel higiénico en los supermercados de Caracas.
Sin embargo, si observáramos América Latina a través de la lupa de su especialista, algunos países monopolizarían nuestras mentes mientras que otros, por lo menos de igual importancia, seguirían siendo invisibles para nosotros.
¿Pero qué habría pasado si en vez de suceder en México la masacre de los 43 jóvenes estudiantes hubiese ocurrido en Cuba, en Ecuador, o peor aún, en Venezuela?
Le Monde… o América latina según Paulo Paranagua
Observemos juntos los artículos publicados por el Sr. Paranagua en su blog desde el pasado mes de septiembre:
• 03 de septiembre 2014 – Frente a la crisis, Venezuela elige el inmovilismo
• 05 de septiembre 2014 – Chile cumple los 100 años de Nicanor Parra, antipoeta
• 08 de septiembre 2014 – ¿La evangélica Marina Silva puede llegar a ser presidenta de Brasil?
• 11 de septiembre 2014 - En Uruguay, la coalición gubernamental de centro izquierda se ve amenazada
• 15 de septiembre 2014 – Argentina celebra el centenario del escritor Adolfo Bioy Casares
• 17 de septiembre 2014 – El novelista Leonardo Padura presente en todos los frentes, en Cuba y en otras partes
• 18 de septiembre 2014 – En Venezuela, la cartonista Rayma es censurada y despedida
• 22 de septiembre 2014 – El escritor Leonardo Padura critica la burocracia y el anti-intelectualismo en Cuba
• 25 de septiembre 2014 – Una nueva cara para la oposición en Venezuela
• 31 de octubre 2014 - Venezuela, gran productor de petróleo, obligado a importar bruto
Cuatro de los diez artículos tratan de Venezuela. ¿Una fijación? De estos cuatro todos son disparos (algunos a quemarropa) contra el gobierno bolivariano.
Cuba sigue en buena posición con dos artículos (acerca del escritor Leonardo Padura) y ambos son excelentes pretextos para arremeter contra el dirección política de la isla.
A inicios de septiembre surge el tema de las elecciones en Brasil, con un artículo que deja adivinar entre líneas un deseo contenido: qué regocijo si la izquierda perdiese... ¡Hay que ser muy atrevido para titular un artículo « ¿La evangélica Marina Silva puede llegar a ser presidenta de Brasil? », dedicar una buena parte del texto a este fenómeno religioso, y no mencionar el vector de influencia cultural y diplomática que representa el evangelismo como herramienta de la política exterior de los Estados Unidos!
Por último, encontramos dos artículos sin relación con la política (literatura chilena y argentina) y un artículo muy bien escrito sobre las elecciones presidenciales en Uruguay, muy oportuno para recordar que "la coalición gubernamental de centro-izquierda se ve amenazada", lo que dista mucho de ser falso.
Tan sólo se trata de un vistazo. Aun así se puede percibir un ligero empeño en contra de Venezuela, y no es una coincidencia. Porque si hay una tendencia clara con el señor Paranagua, es que lleva en el corazón a los países que siguen el camino liberal (principalmente los miembros de la Alianza del Pacífico, aliados de los Estados Unidos), y al contrario aborrece los países que se aventuran hacia otros proyectos de sociedad (principalmente los miembros de la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América). ¿Se trata entonces de la línea editorial de Le Monde, o más bien de un abuso de confianza por parte de esta persona? Se lo pregunto porque resulta desagradable ver a Le Monde alineado sobre el mismo eje editorial de los periódicos más conservadores y retrógrados de nuestro continente... ¿Pero el gran periódico fundado por Hubert Beuve-Mery es tan siquiera consciente de esta situación?
¿Qué se necesita entonces para que Le Monde abra los ojos y se de cuenta de que su periodista responsable de la sección latinoamericana va más allá de la tarea que debería ser la suya? En vez de asumir su difícil tarea de informar objetivamente acerca de una realidad regional compleja, este se aprovecha para inocular hábilmente sus propios deseos y consideraciones políticas. Puede que la objetividad periodística no sea de este mundo, pero cuando la aversión se combina con la animosidad, el resultado empieza a parecerse mucho a lo que también se conoce como propaganda.
"Estamos cansados"…
En las calles y redes sociales mexicanas, un « #estamos cansados » se propaga a toda velocidad por ciudadanos agotados frente a una situación que parece no tener solución. De este lado del Atlántico, una gran parte de los latinos progresistas, así como especialistas y conocedores de nuestra región, también está cansada, señor mediador. Sus muy respetables lectores y un diario tan notorio como Le Monde deberían poder contar con un especialista de América latina digno de ese nombre. No reclamamos un militante altermundialista que tenga un Che tatuado sobre el pecho. Tan sólo anhelamos con un verdadero periodista, que cumpla con su responsabilidad en vez de conducir una guerra de baja intensidad contra la izquierda latinoamericana. Porque el Sr. Paranagua ya nos tiene demasiado cansados, señor mediador.
Respetuosamente,
Traducido del francés por Sarah T.K y L.A.R., para Rebelión.org
* Carta abierta dirigida al mediadior del diario Le Monde (Francia) publicada en el sitio informativo alternativo Le Grand Soir (idioma original: francés)
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