martes, 23 de diciembre de 2014

El dueño del perro es el que le da de comer



Por Rodolfo Cortés Calderón

En casi todos los hogares hondureños y del mundo hay al menos un perro. Los hay  callejeros (aguacateros), de clase media y oligarcas, estos últimos  valen entre 20 ó 50 mil lempiras, pero se compran en dólares y duermen como mascotas con sus amos. Sin importar de la clase social que sea el dueño,--puede ser del pobre Lázaro o el rico Epulón (Lucas, 16, 19-31)-- si le dice que ataque, lo ajota y lo hace; si le dice que ladre, ladra; si le dice que rastree, lo hace mejor que uno del FBI y la CIA; si lo manda callar, se calla; si le dice que se eche, se echa. Al perro se le señala como el mejor amigo del ser humano, leal y fiel. Es el perfecto ejemplo de sumisión y  servilismo, así los amansan. Los callejeros y los de la aburguesada clase media comen las migajas, las sobras, y, en el mejor de los casos, concentrado preparado con cualquier bagatela; los de los oligarcas, como dice el canto de los revolucionarios Guaraguao, “devoran filete de exportación”.

Pero esta situación de la clase perruna no es igual a la de la clase humana; hay una abismal diferencia y es que el perro no tiene otra opción por su limitado cerebro, pero en los humanos la situación debería ser diferente porque se supone son seres racionales y por ende inteligentes.

Una situación similar a la de los caninos sucede con los organismos regionales, continentales o mundiales. El país (o países) que más dinero aporta para su funcionamiento es el que les dice a estos organismos cómo deben ladrar (señalar de violadores), a quiénes deben vigilar (olfatear) a quién deben castigar (morder) y a quienes deben obedecer (los financistas).

Esto se da en organismos mundiales como la ONU, donde los 5 países que más aportan tienen derecho a veto, ya que las miserias que dan los demás valen menos que un comino; lo mismo sucede en los organismos regionales como la OTAN (de EEUU y sus satélites europeos) y continentales como la OEA y todos sus órganos, llámese la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, o la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Corte IDH.

Recordemos que por esta situación la OEA ha hecho un papel tan indecoroso y por eso está tan desacreditada ya que Estados Unidos, su amo, es el que aporta los mayores recursos financieros para su funcionamiento; lo mismo sucede con la CIDH o la Corte IDH.

Este año, pero más en los últimos días, invadieron Honduras una sarta de funcionarios de la CIDH. Quizá el principal objetivo era sacar a Honduras del Capítulo IV (esto es un invento de los gringos) para que no esté al lado de los “grandes violadores de los derechos humanos”, entre ellos CUBA y VENEZUELA, porque el gobierno de HONDURAS está desde el 2009 (Golpe) en esta “infernal lista” y siendo la niña consentida de los yanquis su gobierno propuso sacarla de la lista.

Pero la CIDH jamás ha dicho una palabra por las grandes violaciones que históricamente los diferentes gobiernos del bipartidismo estadounidense, Demócrata o Republicano, cometen en contra de las clases más pobres y desposeídas de los Estados Unidos. Este país se ufana de su democracia,  libertad y justicia. Pero en la práctica es otra cosa. A pesar de que Estados Unidos es un país de extranjeros, los migrantes provenientes de Europa viven como el rico Epulón y los migrantes de Latinoamérica, África y Oriente, como el pobre Lázaro y los perros callejeros, viviendo de los desperdicios y de lo que sobra. No debemos olvidar que los verdaderos dueños del norte de América (Estados Unidos, Canadá, Alaska y Groenlandia) son las comunidades indígenas aun existentes desde antes de la invasión europea. Pero en EEUU  cerca de 90 millones entre latinos, negros, indígenas, judíos y asiáticos de los 300 que tiene Estados Unidos, viven violentados en sus derechos. Sin opción a un trabajo digno y justo; sin beneficios óptimos a la salud, educación y las demás leyes sociales y bajo un sistema de discriminación racista más que canino. Es una situación similar  a lo que sucedió en Sudáfrica en la juventud de Nelson Mandela, donde 20% de blancos ingleses y europeos dominaban y discriminaban al 80% de la población negra, tratándolos como esclavos.

El caso de los negros de Estados Unidos es más que doloroso y la impunidad sin igual, en un país que se autoproclama de leyes.

Quiere algunos casos recientes de negros asesinados: Akai Gurley en Brooklyn el 20 de noviembre; Eric Garner en Nueva York en Julio pasado y  Michael Brown, asesinado en Ferguson, Misuri; lo común de estos dramáticos sucesos es que fueron asesinados por policías de raza blanca y ninguno de ellos fue acusado, ni encarcelado.

Y,  ¿qué decir de la valla de más de 1,100 kilómetros construida entre México y Estados Unidos para evitar la emigración y donde han muerto más de 10,000 personas latinoamericanas y del mundo? 

Estados Unidos se proclama defensor de la libertad, pero en las cárceles “clandestinas” de su propiedad en Puerto Rico, Guantánamo, Irak, Afganistán, etc. mantiene millares de personas en condiciones infrahumanas sometidas a torturas degradantes y crueles por el sólo hecho de haberse rebelado a su política imperial.

¿Dónde están los derechos humanos, la libertad, la justicia, la democracia de estas personas?

Por estas incoherencias imperialistas y hegemónicas en estos momentos la sociedad estadounidense está indignada, sublevada y movilizada en una infinidad de ciudades. Sólo basta ver por televisión las imágenes y se confirma cómo millones de personas de todas las razas, incluidos los blancos, repudian y acusan a este gobierno de racista a pesar de estar dirigido por un presidente negro.

¡Verdad que esta situación duele!, pero es la gran realidad del mundo. ¿Usted de qué lado cree que está, de los  Lázaros o de los Epulones?

* Ingeniero agrónomo hondureño


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