jueves, 25 de diciembre de 2014
El silencio hipócrita de los paladines de los Derechos Humanos
Rebelión
Por Patricio Montesinos
Regímenes como los de Estados Unidos. y de España, por citar el más parlanchín de Europa, optaron por enmudecer este 10 de diciembre, a diferencia del cacareo que han armado siempre acusando a medio mundo en el día internacional de los Derechos Humanos (DDHH).
Washington y Madrid, similar a otros gobiernos de la Unión Europea (UE) implicados en el escándalo de las torturas de la norteamericana Agencia Central de Inteligencia (CIA), decidieron callar hipócritamente para evitar más repulsión de la que reina en las últimas horas en el planeta tierra hacia esos actos criminales revelados en un informe presentado el pasado martes en el Senado USA.
La Casa Blanca, ni su ocupante Barack Obama, dijeron una sola palabra durante la jornada internacional de los DDHH, al tiempo que en el denominado Viejo Continente se tragaron sus lenguas viperinas para no revolver el lodazal en que andan metidos por causa de su histórica alianza delictiva internacional con Estados Unidos.
El régimen derechista español, que desde épocas del expresidente guerrerista José Maria Aznar, padece de una incontinencia verbal sin remedios, decidió ponerse un tapabocas y obviar este 10 de diciembre.
No es noticia para nadie la complicidad de gobiernos de la UE con las brutales torturas y magnicidios de la CIA, los sobrevuelos y aterrizajes ocultos de aviones de ese cuerpo de inteligencia matón en Europa con prisioneros árabes, y las cárceles secretas que allí instalaron al margen de cualquier ley.
Ello explica el mutismo embustero de administraciones como las de Washington y Madrid, que dicho sea de paso son cuestionadas a diario, incluso por Naciones Unidas, por estar implicadas en otras flagrantes violaciones de los DDHH.
Son conocidos en todo el mundo los asesinatos racistas de jóvenes afroamericanos en Estados Unidos perpetrados por gendarmes blancos, quienes no han sido juzgados por sus actos violentos, lo que ha provocado una convulsión social e innumerables protestas en diferentes ciudades norteamericanas.
El nunca resuelto problema de la segregación racial en el imperio decadente del siglo XXI se ha destapado nuevamente con augurios peligrosos de una eventual guerra civil, a pesar de que la Casa Blanca tiene por primera vez en su historia un inquilino negro.
En España, por su parte, las violaciones de los DDHH son el pan de cada día. La represión policial, los desahucios, el creciente desempleo, los cada vez mayores recortes sociales y las restricciones a las libertades imperan en esa nación ibérica, azotada aun por una crisis económica sin precedentes.
La situación es tal que de enero a junio de este año más de 206 mil personas abandonaron el territorio español, según estadísticas oficiales.
Evidentemente los principales parlanchines de los DDHH se han convertido de acusadores en acusados, y por esa razón escondieron sus lenguas farsantes y venenosas.
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