sábado, 9 de agosto de 2014

Artistas crean proyecto de reconstrucción de la memoria histórica



Por Giorgio Truchi

Tegucigalpa, Honduras (Conexihon).-  “Honduras no tiene memoria y vivimos como en un vacío. La gente no se identifica, no consigue reconocerse, no tiene referentes. Su historia verdadera de lucha y de valor, poco a poco e inexorablemente, se va perdiendo”, dice preocupada Blanca Ochoa a Opera Mundi.  Egresada de la segunda generación de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de Cuba, Ochoa vive el rescate de la memoria histórica como algo muy personal, casi como un proyecto de vida. Ella comparte esta exigencia con un viejo amigo, Luis Méndez, coordinador de la Escuela de Formación Política para Movimientos Sociales.

“Es algo que viene de muy lejos. Luis trabajaba con niños y niñas de los barrios más pobres de Tegucigalpa y yo lo visitaba porque quería conocer esta experiencia. No teníamos nada para poder filmar, ni para documentar este estupendo trabajo. Siempre le decía: ‘¡Qué no daría para poder tener una cámara de vídeo y construir memoria de todo este trabajo!’ Pero nunca perdimos la esperanza”, recuerda la cineasta.

Luego vino el teatro experimental, el compromiso con los movimientos sociales y populares, las luchas contra el modelo neoliberal - que entró en Honduras como un huracán, devastando el tejido social y mercantilizando los bienes comunes y las relaciones sociales. Durante años, cada quien buscó su camino personal dentro y fuera de Honduras, pero siempre manteniendo este hilo invisible, este sueño de construir memoria colectiva y garantizar su transmisión a las generaciones futuras.

“Cuando se habla de nuestro país, solamente se piensa en la Honduras patio trasero de los gringos; a la Honduras servil a los proyectos hegemónicos de la región. Han llegado al punto de instrumentalizar a nuestros próceres, ocultando, por ejemplo, el proyecto unionista e integrador de Francisco Morazán. Sin embargo, aquí ha habido personas que hasta han ofrendado su vida luchando contra el modelo hegemónico. Queremos rescatar su historia, su pensamiento, porque su lucha es parte de nosotros, nos da identidad y un camino por recorrer”, explicó Méndez.

El proyecto

La principal herramienta del proyecto independiente de reconstrucción de memoria histórica es el audiovisual. El objetivo es recoger los testimonios de aquellos “héroes anónimos” que han sido invisibilizados por los grandes medios de comunicación corporativos, y que han vivido los momentos fúlgidos de la lucha política y social de Honduras.

La histórica huelga bananera de 1954, que en pocos días encendió el país y que marcó la ruta futura del movimiento popular, obrero y campesino hondureño; la lucha contra las dictaduras militares de los años 60 y 70, contra la intervención norteamericana; las desapariciones y los asesinatos políticos de los 80, hasta llegar a la ola neoliberal que asoló al país, las luchas en defensa de los territorios y los bienes comunes, y el golpe de estado que, en 2009, derrocó al presidente Zelaya, generando una reacción inesperada de rechazo popular.

Algunos de ellos ya aceptaron ser entrevistados públicamente, otros hablarán de los compañeros que quedaron en el camino, como el padre Guadalupe Carney, defensor del campesinado hondureño. Algunos prefieren mantener el anonimato, preservando su seguridad y la de sus familiares. La creciente militarización como estrategia para combatir la ola de violencia que azotó el país después del golpe, convirtiéndolo en uno de los lugares más peligrosos del planeta y con la tasa más alta de homicidios a nivel mundial, obliga a tomar medidas de precaución.

“Cuando fuimos a buscar imágenes y sonidos de muchas de estas etapas de nuestra historia, nos dimos cuenta que no había nada, que todo se había perdido. Desde los medios alternativos tenemos que pasar a la ofensiva, recuperando las historias reales de quienes han vivido y luchado en su propia tierra y a la par de hermanos y hermanas centroamericanas. Vamos a buscar sus voces, sus rostros, sus aportes políticos y teóricos, sus sueños, sus desaciertos y dolores guardados. Vamos a recorrer nuevamente estos caminos ya andados, reconstruyendo historias”, agregó el coordinador de la Escuela de Formación Política.

Para Blanca Ochoa es muy claro: este arduo trabajo de reconstrucción, a través de las imágenes y las voces de estos héroes anónimos, de los momentos más crudos de Honduras, debe tener un fuerte componente de interactividad.

“Sin memoria histórica se cae en la vaciedad de referentes y en la posibilidad de que los proyectos hegemónicos de consumo y de transformación, así como los falsos referentes de una supuesta democracia, se afirmen entre los jóvenes. Rescatar las imágenes de estas personas maravillosas nos permite reconocernos en ellas, contrarrestando la falsa identidad y la falta de conciencia que quieren imponernos. Estamos en medio de una guerra mediática y tenemos que luchar por una conciencia histórica y colectiva, para que las nuevas generaciones se motiven, se alimenten de ella, participando activamente y convirtiéndose en el futuro de este país”, dijo la egresada de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de Cuba.

Internacionalización del olvido

Para Méndez, en Honduras hubo “un ocultamiento premeditado de la realidad”, con el cual se ha pretendido convencer a las nuevas generaciones, de que en este país nunca existió una oposición firme al modelo depredador vigente.

“En Honduras no hay conciencia de hacer patria y nuestro territorio siempre ha servido de plataforma para los intereses estratégicos norteamericanos. Han pretendido homologarnos, desapareciendo las culturas originarias, abandonándonos en un limbo. La oligarquía local y el imperialismo siguen manipulando la realidad, conspirando con los intereses transnacionales. Para ellos no existimos, somos un simple pase sobre este planeta, sin dejar huellas. Se nutren de nuestra cultura originaria, segregan a los pueblos indígenas y negros, los reprimen, los excluyen, los discriminan y los convierten en folclor, artesanía y mercancía. Nos roban la vida”, sentenció Ochoa.

Si bien la batalla contra “un monstruo tan poderoso” parece destinada a la derrota, Méndez advierte que no todo está perdido. “Nuestro aporte es algo pequeño, pero es lleno de significados y valores. Lo vamos a entrelazar con otras experiencias y proyectos de recuperación de la memoria, de dignificación de nuestra cultura y vivencia, de indignación ante el despojo. Vamos hacia una batalla contracultural, porque es algo por el cual vale la pena pelear”, aseguró.

También para Blanca, este compromiso con la memoria ya se ha convertido en un proyecto de vida que la ha marcado y que ahora se renueva. “Vamos a aprovechar y a empoderarnos de esa misma tecnología que usan para tratar de desaparecernos; la vamos a hacer nuestra y a usar para que las nuevas generaciones sean el semillero para genera cambios”, concluyó.

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