lunes, 4 de agosto de 2014
“El presidente de Honduras hoy se llama John Kerry”
Por Federico Larsen
A poco tiempo de cumplirse el quinto aniversario del golpe de Estado que derrocó a su gobierno, el ex presidente Manuel Zelaya dialogó con Miradas al Sur acerca de la actualidad hondureña y de América latina.
A Manuel Zelaya comenzaron a llamarlo cariñosamente Mel grandes porciones de la población centroamericana sólo a partir de la segunda mitad de su mandato como presidente de la República de Honduras. Hasta entonces, y para buena parte de los pueblos de América latina, sólo había sido la cara progresista del Partido Liberal Hondureño, uno de los tradicionales ejes del poder en el estado centroamericano. Pero a partir de 2008, su forma de ejercer el poder comenzó a virar hacia la creación de un Estado más cercano a la población humilde, y más propenso a la solidaridad con los sectores populares no sólo de su país, sino que de todo el Caribe. Zelaya hizo torcer las narices conservadoras, e inclusive de sus propios compañeros, al confirmar el rumbo de izquierda de su gobierno, con un aumento del 60% de los salarios mínimos y un viraje explícito hacia el socialismo del siglo XXI. Ese mismo año, y de la mano de la Venezuela de Hugo Chávez, Honduras entró formalmente a Petrocaribe y la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América - Tratado de Comercio de los Pueblos. “Petrocaribe es un acuerdo comercial. El ALBA es un acuerdo de integración latinoamericana. Yo entré a ambos. Los países que quieren establecer otro sistema para un mundo que todavía es posible armar, deben integrarse al ALBA. No sólo a Petrocaribe. Eso es más para los negocios”, explicó Zelaya en diálogo con Miradas al Sur.
Pero mientras buena parte de América latina y el Caribe comenzaban a acercarse a Mel, había quienes en Honduras y Estados Unidos añoraban a los políticos como Zelaya, y aún más a quienes lo precedieron. Fue así que el 28 de junio de 2009 las fuerzas armadas, avaladas por la Corte Suprema de la Nación, llevaron a cabo un golpe de Estado que acabó con el perfil progresista de Honduras. “El resultado del golpe de Estado fue que el aparato de seguridad o el aparato económico o el sistema económico empezaron a ser en su 99% dirigido por las políticas que diseñan en Washington”, afirmó el ex presidente. “Y, lamentablemente, son políticas de la derecha más reaccionaria de los Estados Unidos, grupos muy sectarios de la extrema derecha. A partir del golpe de Estado se han incrementado el narcotráfico y el crimen. Se está profundizando la explotación de las transnacionales del capitalismo minero, la privatización de todos los servicios públicos como carreteras, puertos, telecomunicaciones. Han privatizado hasta cosas que son de la sociedad civil y le competen al Estado, como las recaudaciones en las aduanas. Y una de las formas más clásicas que tiene la derecha norteamericana para controlar a nuestros países es la del militarismo. Ahora, aquí, los militares han sustituido a la policía. Sustituyen a los poderes del Estado en todos los asuntos y les han dado poderes extraordinarios como si viviéramos en un Estado de facto, dictatorial. Desapareció la separación de poderes. Hay un solo poder del Estado que lo maneja el presidente con los militares. Si revisamos todos los indicadores del país vamos a encontrar que todo ha desmejorado desde el golpe hasta la fecha. Se ha quintuplicado el valor de la deuda, externa e interna. En cinco años lograron endeudarse lo que el país había hecho en 60, y es la deuda más grande de nuestra historia. El nivel de asesinatos nos ha convertido en el país más violento del planeta tierra. Siendo un país pequeño y pacífico. Somos la sociedad más pobre de América latina. Siempre estuvimos en un rango de pobreza pero jamás como ahora. El presidente de Honduras no es Juan Orlando Hernández, ése se impuso a través de un fraude. El presidente de Honduras se llama John Kerry y sus políticas son las del Estado Norteamericano”.
Luego de su destitución, y de varios meses en el exilio, Zelaya se sumó al Frente Nacional de Resistencia Popular, del cual, recién en 2011 se conformó Libertad y Refundación (LibRe), partido que hoy preside. En noviembre 2013, LibRe participó de las elecciones presidenciales con Xiomara Castro, esposa de Zelaya, como primer candidata, logrando el segundo lugar y rompiendo el histórico bipartidismo establecido por el Partido Nacional y los Liberales.
Hace unas pocas semanas, el mismo Zelaya denunció haber sido reprimido, junto con toda su bancada, en las puertas del Congreso Nacional. “Aquél hecho es sólo un elemento más de prueba de la militarización del país, y su absorción en las políticas neoliberales”, apuntó. Y con respecto a este punto quiso enfatizar que “hay que volver a calificar el neoliberalismo. Porque el neoliberalismo de por sí era el control monetario y fiscal de la sociedad pero ahora ha avanzado en políticas militares, de saqueo y explotación, de enfermedades, epidemias, de peste, de muerte. Ahora es un neoliberalismo del desastre el que se está aplicando aquí. Nosotros fuimos expulsados del congreso a bayoneta calada y con gases lacrimógenos porque una de las características de los gobiernos de fuerza es que no aceptan a la oposición. Para ellos, la oposición tiene que desaparecer y para eso tienen que limitar nuestro acceso a los medios de comunicación. Hay un cerco mediático exagerado hoy en Honduras. No tenemos opción de defendernos prácticamente en ninguna cadena de medios. Todo es en contra nuestra. Pero nosotros nos hemos fortalecido. Estamos más fuertes que antes, especialmente porque la conciencia popular ha crecido en reconocer lo que nos afecta. Entendemos que los Estados Unidos no van desaparecer, lo que necesitamos es tener acuerdos con ellos honestos y de respeto. Que es lo que falta hoy, porque los que hoy gobiernan son los que agachan la cabeza y doblan la espina dorsal para atender las instrucciones de Washington”.
Efectivamente, además de tener un enorme peso en la política interna de Honduras, los Estados Unidos son hoy el centro de un debate internacional muy profundo que afecta las sociedades centroamericanas. En los últimos meses, el fenómeno de la migración infantil hacia el país del norte ha tomado una envergadura preocupante, a tal punto que los países afectados están intentando impulsar acciones conjuntas al respecto. Se calcula que sólo en junio, 2.000 niños y niñas salvadoreños, hondureños y mexicanos han cruzado la frontera con Estados Unidos por semana. “El problema es que las grandes potencias nacieron de la migración pero no quieren reconocer a los migrantes del siglo XX y del siglo XXI”, reflexionó al respecto Zelaya. “Ellos son producto de la migración, sin embargo se cierran en un nacionalismo anti-histórico porque emigrar es un derecho, no es un delito. Todos tenemos ese derecho porque nacimos en un mundo que es entre todos compartido, en una sola especie humana. Los que han logrado ir para esas naciones mandan a traer a sus hijos. Y ahora capturan a los niños sin piedad. Así las potencias se exhiben ante el mundo. Porque primero les negaron a sus padres el derecho a legalizarse, y ahora persiguen a sus hijos. Así como en el tiempo en que nacía Jesús, en que mandaron a matar a todos los niños que nacían en esa época para que no saliera el mesías, así hace ellos. Peor que las persecuciones del holocausto. Persiguiendo a niños, torturandolos, negandoles la reunificación familiar. Esto no es una crisis humanitaria, es un crimen humanitario del modelo neoliberal en contra de los pobres de América latina y de África”, concluyó.
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