miércoles, 20 de agosto de 2014

Recuperación y crisis, ¿de qué hablamos?



Por Pablo Martínez *

Pese a la cacareada recuperación avistada por algunos políticos, el sentimiento mayoritario es que la crisis es una losa que permanecerá aún un buen tiempo sobre los hombros de la clase trabajadora.
Desde las diferentes escuelas económicas se han dado y se dan diferentes líneas de análisis sobre las crisis y la reproducción capitalista.

La economía clásica

Según la escuela clásica u ortodoxa, el capitalismo es el conjunto de normas sociales que más se adecua a la naturaleza humana, es decir, egoísta y competitiva. El conjunto de acciones destinadas exclusivamente a satisfacer el interés personal nos conducirán, dicen sus defensores, al bienestar colectivo. A esto llaman “la mano invisible”.

¿Cómo se explican las crisis? Por factores externos: naturales (sequías, catástrofes, epidemias…) y humanos (intervención de estados que introducen “errores” en el sistema, etc.).

Sin embargo, el hecho de que las crisis se sigan produciendo con regularidad, obligó a la economía ortodoxa a introducir el concepto de “ciclo económico” para explicarlas. Estos ciclos tienen cuatro fases:

- Recesión: Cuando se reduce el consumo y aumentan las existencias en las empresas. Éstas reaccionan disminuyendo la producción, reduciendo personal, inversiones, etc., lo cual lleva a que se detenga el crecimiento económico.

- Depresión: Cuando se toca fondo.

- Expansión: Cuando la economía se recupera automáticamente (cuando el agotamiento del capital obliga a su reposición, por ejemplo) o por la acción de políticas de estado capaces de recuperar la demanda. Sin embargo, los incrementos sucesivos de producción, inversión y consumo dejan de darse, lo que lleva a una situación de…

- Crisis: Donde se reduce el consumo, las empresas disminuyen su producción y se inicia el tránsito de nuevo a la recesión económica.

Desde el punto de vista de la economía ortodoxa, un ciclo no es una crisis y por tanto se reduce el problema a la naturaleza cíclica del proceso, la cual no presenta límites a su capacidad para reproducirse.

La escuela keynesiana

Por otro lado, están quienes consideran que el capitalismo bien dirigido a través de la acción de un estado puede sobrevivir siempre, gracias a las llamadas “políticas anti-cíclicas”. Se trata de lo que sostienen las y los partidarios del economista Keynes.

Keynes atacó la ley de Say, según la cual “la oferta crea su propia demanda”. Para él, el factor decisivo era la demanda y el hecho de que, al no coincidir con el gasto de inversión en el tiempo, haga depender a los capitalistas fundamentalmente de expectativas de beneficio.

Y esto tiene dos problemas fundamentales; por un lado las expectativas siempre son volátiles, y por otro, el capitalismo no tiene ningún mecanismo automático que impulse a los capitalistas a planificar la plena ocupación. Es decir, que el sistema se equilibre a sí mismo no implica que no existan paro e inflación. Para evitar esto, Keynes ve en el estado la capacidad de poner coto a estos ciclos y eliminar las fluctuaciones económicas.

La escuela marxista

Por último, el marxismo considera el mismo proceso de acumulación capitalista como intrínsecamente contradictorio y por lo tanto abocado cíclicamente a entrar en crisis, hasta el momento en que sus contradicciones inherentes pongan en cuestión su capacidad de reproducción.

Dentro del debate marxista hay tres tendencias fundamentales que siguen hasta nuestros días.

- Subconsumo: El beneficio de una empresa se reinvierte para reemplazar bienes de producción, pagar salarios a trabajadores y como ganancias de capitalistas. El problema es que los y las trabajadoras, gastando todo su salario, no pueden absorber toda la producción capitalista. Para asegurar que toda la producción dirigida a la venta se acabe vendiendo, es necesario que los capitalistas gasten parte de su ingreso invirtiendo en bienes de equipo y contratar trabajadores para producir de forma más eficiente. Sin embargo, dado que es imposible que las inversiones continúen indefinidamente, en determinado momento se frenan y se para la reproducción del sistema.

- Proporcionalidad: Hay autores y autoras que atribuyen las crisis a la falta de equilibrio entre las producciones de distintos sectores de la economía. Según este enfoque, es necesario para que la economía funcione de forma equilibrada que el sector que genera bienes de producción cree exactamente los bienes necesarios para satisfacer las necesidades de todos los productores, y que el sector que produce bienes de consumo debe ser igualmente exacto al producir los bienes necesarios para todo el consumo. En el momento en que uno de los sectores produzca por encima de lo necesario para mantener un crecimiento equilibrado de todos los sectores, es cuando se producirá una crisis.

- Tasa decreciente de ganancia: El sistema capitalista está motivado, como hemos dicho, por la búsqueda de beneficio para el capital. Pero el proceso de acumulación tiende a reducir la rentabilidad de manera progresiva. El capital se encuentra preso de una contradicción interna; el proceso necesario para incrementar sus niveles de beneficio se convierte, a la larga, en la fuente que lo hará decrecer.

Por último, hay que resaltar que no es posible prever cuándo estallará una crisis, debido a la cantidad de factores que la pueden retardar o acelerar. Sin embargo, mostrar que las crisis son inherentes al capitalismo implica la necesidad de prepararse para estos periodos claramente revolucionarios.

* Pablo Martínez es militante de En lluita / En lucha

Artículo publicado en el Periódico En lucha / Diari En lluita

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