martes, 5 de agosto de 2014
Sepultan a migrantes hondureños mientras Obama advierte deportación masiva de niños
"Aquí solo tristeza y un gran vacío queda con tu lamentable partida de este mundo hijo de mi alma", clamaba Ritza Carbajal madre de Ever González, quien fue parte de los 8 hondureños asesinados cuando cruzaban el territorio mexicano con la idea de llegar a Estados Unidos en la masacre de Cadereyta en mayo de 2012.
Este fue el común ambiente de consternación e impotencia que se vivió ayer jueves en el sepelio de los cadáveres de los compatriotas migrantes tanto en el cementerio general de la Villa de San Antonio, Comayagua, como en el campo santo de la ciudad de La Paz, en la zona central de Honduras.
Los 8 hondureños fueron ejecutados en mayo del 2012, en la masacre de Cadereyta, Nuevo León, México, donde murieron otras 41 personas, la criminal banda de Los Zetas, se atribuyó la barbarie. Los cuerpos aparecieron decapitados y sin las extremidades inferiores y superiores, lo que dificultó su identificación.
Las víctimas que fueron repatriadas el miércoles anterior fueron: Fabricio Anabel Suazo, Javier Edgardo Tejeda, Ramón Antonio Torres, Leonel Dagoberto Rivera y Mauricio Francisco Suazo, originarios de La ciudad de la Paz; Elmer Saíd Barahona, Heber Josué González y José Enrique Velásquez de La Villa de San Antonio.
Entierro digno
“Fueron 26 meses de lucha para lograr repatriar los cadáveres de nuestros seres queridos y darles una cristiana sepultura”, dijo entre lágrimas la madre de Fabricio Suazo, de 29 años.
Tres cuerpos fueron velados la noche del miércoles en la Villa de San Antonio, mientras los otros cinco eran velados en la ciudad de la Paz. Los ataúdes, estaban adornados de altares con flores silvestres, coronas y las veladoras que servían de tributo, mientras un moño negro en la puerta y una carpa frente a cada vivienda era la señal para que la gente del pueblo supiera que ahí se estaba velando un cuerpo.
Mientras el reloj marcaba las 3:00 pm del jueves 24 de julio, en el interior de cada domicilio, familiares y amistades rezaban y lloraban. En las afueras un vehículo esperaba el momento para trasladar cada cuerpo hasta el cementerio.
El dolor se fue agudizando cuando la familia iba sacando cada ataúd para desarrollar una misa de cuerpo presente. Después de los actos religiosos donde coincidieron los ochos féretros, los ataúdes fueron traslados hasta sus respectivos cementerios donde recibieron cristiana sepultura.
"Ay mijito, ya no te voy a ver", gritaba entre lágrimas Ritza Carbajal madre de Ever González. "Le pedí a diosito fuerzas para estar en tu entierro, me quiero ir con él.
Tenían metas en común
Los mártires de mal llamado sueño americano tenían muchas cosas en común: eran jóvenes, amigos, desempleados y sobre todo víctimas de la maquinaria empobrecedora conducida por los corruptos políticos hondureños.
Es esta situación que los obligó a emprender el viaje con el fin de llegar a Estados Unidos para ayudar a su familia a salir de la pobreza y la miseria. Pero como a muchos y muchas, los sueños les fueron trucados.
“Mi muchachito (hijo), al igual que los demás, salió con la meta de llegar a Estados Unidos y ayudarnos a nosotros como familia que vivimos en pobreza. La meta de Ever era construirme una casita y ayudar a sus dos hijos de 6 y 4 años de edad. Él no quería que siguiéramos aguantando tantas necesidades”, indicó Ritza Carbajal.
Nulo apoyo del gobierno
“Si nosotros aquí en nuestra propia patria somos marginados por los gobiernos imagínese lo que pasa con los migrantes que salen del país huyendo de la pobreza y la violencia. Esto lo hemos vivido en carne propia puesto que las autoridades hondureñas no nos apoyaron para la pronta identificación y traslado de los cuerpos de nuestros seres queridos”, indicó Vilma López, esposa de Enrique Velásquez.
Dora Varela, indicó que los funcionarios del gobierno y el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos, Conadeh, solo llegaron a recibir los cuerpos de sus parientes para salir en la primera plana de los noticieros.
“A nosotros eso nos puso mal y más cuando llegó un vehículo militar en el cual pensaban trasladar los ocho ataúdes con los cuerpos de nuestros familiares, como si ellos eran animales para ir estribados uno sobre otro”, manifestó en tono molesto Varela.
Indicó “pero qué podemos esperar de las personas que nos gobiernan si son insensibles ante las necesidades y el dolor de los demás”.
Sin políticas para evitar la migración
Mientras la migración sigue siendo una salida a la crisis en las familias hondureñas, en Estados Unidos se le ha comenzado a llamar “crisis humanitaria” por el flujo aumentado de menores migrantes. Hoy se han reunido los presidentes del triángulo norte con el presidente Barack Obama para buscar salidas a esta “crisis” cuyas raíces, paradójicamente, se encuentran en las paupérrimas condiciones de vida que el mismo Estado da a sus habitantes. En esta reunión, nada nuevo salió Obama repitió que niño que llegue a suelo estadounidense será niño deportado.
“Lo más preocupante es que los gobiernos centroamericanos no están haciendo nada para evitar la migración forzada, pareciera que poco les interesa que su compatriotas pasen todo tipo de peligros de los que son víctimas en su recorrido”, indicó Encarni Pindado, periodista documentalista sobre la problemática de los migrantes que cruzan territorio mexicano.
En su paso por México, miles de indocumentados desaparecen al ser víctimas de homicidios, secuestros, violaciones y agresiones físicas. “Cuando los migrantes van en el tren, a veces se suben ´los maras´ y asaltan a la gente”, indicó.
La periodista además manifestó que la colusión entre el crimen organizado y las autoridades mexicanas, así como el desconocimiento de sus derechos humanos, aumenta la vulnerabilidad de los migrantes.
“Queremos seguridad, queremos empleo, queremos mayores oportunidades para vivir con dignidad en nuestro país y así no busquemos migrar hacia los Estados Unidos. Ya es tiempo que el gobierno de Juan Orlando comience a cumplir de manera seria y eficiente con las promesas de campaña que fue lo que lo llevó al poder”, indicó Walter Fuentes, primo de unas de las víctimas de Cadereyta.
Algunas fuentes calculan que por lo menos 300 hondureños salen diariamente hacia Estados Unidos, se estima además que de cada 100 hondureños y hondureñas que se van indocumentados, solamente siete llegan a Estados Unidos, mientras que el resto son deportados de México, Algunos regresan al país mutilados por el tren, mientras otros quedan como desaparecidos y otros regresan en ataúdes como los que ayer fueron sepultados en sus lugares de origen.
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