martes, 13 de noviembre de 2012
Sobre la contradicción principal y sobre lo ¿Qué significa ser golpista?
Por Rodolfo Pastor Fasquelle
¿Haber dado un golpe, por definición violento? Él dice que no fue nunca….golpista.
¿Haber conspirado para dar un golpe? Es cinismo negarlo.
¿Haber legitimado un golpe?
¿Haber representado a un golpe? ¿A un régimen derivado del golpe? Porque apoyarlo, según distintas encuestas hasta un treinta por ciento de la población apoyó aunque tácitamente el golpe, la base social de la derecha, aunque la mayor parte es cachureca. (Los liberales por lo menos se dividieron.) Él dice que no es pero ¿qué es ser golpista?
Todas esas cosas, juntas o por separado cada una de ellas, supone que uno es un golpista, un calificativo genérico, es como ser filipino o musulmán o colocho.
Porque entonces se vuelve evidente que los concernidos coincidimos o discrepamos sobre lo que es un golpe, en si. Un golpe de estado. Su definición. ¿Una interrupción por la fuerza de un orden de cosas que pudiera no ser (casi nunca es) ideal, pero que prevalecía, en el caso de la democracia, por voluntad mayoritaria? O ¿acaso no significa golpe lo que determina el consenso? Y obvio hay distintas clases de golpistas, blancos y negros, cínicos e inocentes, cachurecos todos y liberales. Vaya usted a saber cuál es peor.
El del 28 de Junio del 2009 tiene partidarios, golpistas por definición, que dicen que no fue un golpe, como repite con derecho Mauricio Villeda. Varios altos clérigos, ricos y poderosos pastores de almas, aseguran que no fue un golpe. Sospecho que varios golpistas se van a ir a la tumba negándolo. Comparte esa opinión Juan Ramón Martínez, conocido autor de una columna que publican varios periódicos locales. ¿Lo creerán Rana Blanca[1]? ¿Qué pensara en su fuero interno Ramos Soto? En el acto se constituyó una especie de partido del golpe, el ¿sucesionista? Diz que fue una sucesión constitucional en la presidencia del Ejecutivo, legalmente sancionada por la Corte Suprema y por el Congreso, aunque la acción no tuviera un fundamento ni una justificación en la Constitución que dicen defender. ¡Qué bonito! ¿Verdad? Toda limpia, nítida, semejante marranada. ¿La historia los justificará? No hablaré mal de tu padre, Mauricio, mi padre le profeso cariño pero no habrá posteridad que te valga.
Recordemos unos pocos datos que tendrá que considerar antes de hacerse un juicio objetivo, académico, mi colega, el historiador futuro. Miles de soldados acordonaron a la capital de Honduras en las primeras horas de ese día, 28 de junio, a las cinco de la mañana, cientos de soldados y policías, de esos que ahora imprueban, rodearon su casa de habitación del Presidente, en una colonia de clase media, y a mí también pueden caerme mal cosas suyas, negligencias groseras, ínfulas de…., pero es que era el Presidente Constitucional de la República, electo por el pueblo, me la tengo que tragar, reconocido no solo por las instituciones nacionales o regionales, porque era el representante de los hondureños, ante la comunidad internacional de naciones. ¿O no? ¿Y no fue golpe? El Presidente. Un símbolo de la nacionalidad, aunque no tuviera el consenso, a la cabeza de una aún indemostrada (ya van a saber cuántos y van a aprender a contar bien los calculadores de la prensa vendida) fuerza social y política, que catalizaba la Cuarta Urna. Lo manosearon a Mel. Lo subieron a un avión y lo fueron a mostrar como trofeo en Palmerola, antes de volarlo a Costa Rica. A las ocho am circuló en el Congreso recién convocado una carta de renuncia, de Mel con todo su gabinete, por razón de salud, alguien falsificó la firma y se presentó a la prensa la renuncia falsa que la augusta cámara se aprestaba a aceptar, entusiasta en su vileza, cuando Mel habló desde Costa Rica y dijo es falsa. ¿Acaso podrá la clase política tradicional rescatar su credibilidad de ese golpe autoinfligido? Y los congresistas procedieron a votar a favor de una moción que propuso defenestrar ilegalmente a Mel. (Yo tengo parientes y amigos golpistas, pobrecitos. Muchos.) Y el ejército reprimió al pueblo en la calle.
Hay otros golpistas que me consta que saben que son golpistas, que entienden que son golpistas. Y que aun así justifican esa condición. Y al igual que Villeda según confesión propia lo volverían a hacer! Y esa es la contradicción principal. Es la que nos divide.
Porque por otro lado, no solo el pueblo golpeado en la calle, al que ahora se atreven a pedirle el voto, y no solo por supuesto las organizaciones que se consideraban afines, como ALBA concretamente, a la que ahora Lobo dice que deberíamos de estar afiliados, porque ha obrado milagros en otros países. También juiciosos hombres y mujeres de estado, la Casa Blanca, presidentes y presidentas de sus respectivos países concluyeron que era un golpe, y luego los juristas de las organizaciones internacionales, como la OEA, que dijo que era un golpe, como el SICA que reconoció un golpe.
De golpe lo calificaron también por consenso los presidentes de Centroamérica reunidos en Panamá horas después. Pero asimismo la ONU, y declaró que era golpe UNASUR, la unión de naciones sudamericanas. Todos los organismos internacionales, todos los gobiernos del mundo, incluyendo los que eran gobernados por partidos y figuras de la derecha. (Me tocó en suerte acompañar al Presidente Zelaya a una impecable ceremonia mexicana en la Plaza Ceremonial de Los Pinos durante una visita oficial invitada por el Presidente Calderón después del golpe.) La Comisión de la Verdad designada con figuras de primerísimo orden internacional y nacional, de diversas ideologías, pues dijo que fue un golpe, como así también por supuesto La Comisión de Verdad, elegida por las organizaciones sociales, la comunidad académica sin excepción, los congresos de historia y de sociología, nacionales e internacionales, los gremios académicos incluso la Asociación Antropológica Americana, los académicos hondureños que una y otra vez nos hemos pronunciado sobre la materia… connotados profesores como Aníbal Delgado, y hombres y mujeres de Letras como Julio Escoto y Rigoberto Paredes y Rafael Murillo, Hellen Umaña y Rebeca Becerra y tantos más que cabría mencionar, los mejores hombres y mujeres de letras.
Hay académicos tan duros, Mauricio que dicen que a ellos no les importa, si fue o no fue un golpe, de acuerdo a esta o aquella definición, que los que les importa es estudiar la dinámica de la conspiración que produjo ese resultado no solo contra una previa elección del pueblo si no contra la expresa voluntad del pueblo que ha acuerpado a Zelaya hasta esta fecha, a pesar de la durísima e inmoral campaña negativa en su contra del golpismo. (Vamos a dificultar esa clase de sicariato mediático a futuro) Yo digo que fue golpe, Mauricio, como mis más cercanos amigos, y un golpe bajo en el que has participado, un golpe trapero contra el pueblo, un golpe cobarde… Lo siento, por vos y tu familia y también por muchos amigos que se resentirán, pero comprenderás, para quienes decimos que fue un golpe y somos la inmensa mayoría, vos sos un golpista, igual que el Cardenal, consuélate…igual que Mayuyo. Y no te sientas ofendido, que no es personal, yo quisiera eximirte, pero no debo. Conspiraste contra la voluntad del pueblo de Honduras. En un país en que hubiera ley y orden democrático, estarías descalificado para participar en la vida cívica, por golpista y por ser una amenaza mientras no pidas disculpas y no te sulfures que yo también tengo derecho a mi opinión.
[1] No quisiera usar estos malos nombres que les ha dado la gente, pero es que escribo para la gente y a veces no me acuerdo de sus nombres propios.
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