jueves, 22 de noviembre de 2012

Chabacanadas electorales




Por Julio Escoto

Ni una propuesta a fondo ni un documento programático que merezca llamarse tal; ausencia ruda de filosofías e ideologías, esa es la conclusión que deja la campaña electorera finiquitada ayer y que pende como nube triste que ejemplifica el pueril y escaso sentido visionario que caracteriza a los políticos locales en la casi totalidad.
La bíblica sentencia “por sus acciones los conoceréis” jamás fue tan relevante como en Honduras durante los pasados cinco meses, antes incluso de que el TSE pitara el silbatazo de arrancada, ya que lo que debía ser –bajo la aguda crisis que se vive y que ya no es coyuntural sino estructural– lluvia de soluciones, se materializó en chubasco de banalidad.
Destaca en primera instancia el aire informal con que algunos precandidatos disfrazaron que nadie los conozca, como vestidos para certámenes de belleza: Juanes, Miki, el de los chocoyos, a modo de ocultar su ya probada incompetencia, o presentándose con lemas pseudoafectivos e incluso libidinosamente sospechosos: “a la orden, papi”, “no te cambio, papaíto”. Varios apelaron a exhibir en televisión un falso perfil serio, como si la gente olvidara que antes pregonaban cervecitas heladas y que, con otro impúdico ceibeño, se les considera ejemplo de sicarios empresariales en el Congreso Nacional.
En SPS, como sin duda ocurriría en otros lares, al taxi que aceptara publicidad en el cristal trasero Azules Unidos pagó 600 lempiras y en el transcurso de la mañana del diez de noviembre había trescientos esperando en fila a que se la implantaran.
Preguntado el candidato sobre su fuente de financiamiento, aseguró conseguirlo con rifas de autos, si bien el periodista descuidó consultarle cuántos cientos llevaba sorteados, pues se calcula que invirtió en la campaña 300 millones de lempiras. ¿Suyos o del erario?... Este mismo proclamaba inclemente la unidad correligionaria pero alrededor suyo, en sarcasmo vivo de “el predestinado soy yo”…
Hubo un ignorante de la Constitución que se promocionó con versículos de la Biblia, mientras que el edil capitalino posó con el retrato de Tiburcio Carías, como si no existieran 27 libros que prueban el terrible daño que ese hombre dictatorial causó a la paz, la armonía y la democracia hondureñas, similar a aquel otro inculto diputado que abogó, al celebrar las ciudades modelos, por gobiernos autoritarios como los de Filipinas e Indonesia.
La clase de brutos que nos gobierna, y peor todavía, la estirpe de atrasados e indoctos que quiere dirigir la República, es cínica y descomunal.
Cruel adicionalmente, pues especula con el hambre. Al barrio pobre de José fumigador, mi testigo, llegaron mensajes telefónicos de que Villeda iba a repartir en un canal televisivo tres libras de arroz y frijoles, lo que no fue pues les dieron escasamente una, además de la humillación de ser convocados por necesidad. Otra Villeda capitalina ofreció en el parque canastas con comestibles, pero al hastiarse la gente de cháchara y “bla bla” arrebató la provisión y se marchó antes de que finalizara el vergonzoso acto.
Ni hablemos de los mítines y concentraciones pagados a trescientos y seiscientos pesos la asistencia.
“Haremos” tal cosa, afirmaban estando ya en el gobierno. Hubo candidatos de la alcaldía llevando agua en cisternas a los barrios, cuando su obligación es instalarla potable.
Para combatir la delincuencia a otro boludo no se le ocurrió más que proponer colmar los autobuses con militares. Y para el crimen en taxis, motos, carretas, bicicletas, trenes, ¿cuántos chafarotes más ibas a necesitar? ¿Militarizar la sociedad, zopenco?...
Y no digamos del que declaró que operaba a base de favores, pifia olímpica, clavo de riel, pues ¿qué se debe esperar de un mantenido? O del pícaro de Libre que vendió la candidatura al mejor postor y del iluso que hipotecó el patrimonio familiar para la campaña.
El circo es divertido porque es profesional. Con estos majaderos más bien tristeza da.

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