sábado, 24 de noviembre de 2012

“Pior es nada”




Por Efrén D. Falcón

"Si el ruedo político nacional es un circo, por qué no me dan risa los payasos.”
Indalecio Tuna Trauber

Analizando los resultados parciales de las elecciones internas celebradas el día de ayer todo parece indicar que el candidato con más posibilidades para ganar las elecciones generales es el candidato nacionalista, ya sea, Juan Hernández o Ricardo Álvarez [pues faltando el escrutinio oficial del 36% de los votos cachurecos, la diferencia a favor de JOH es de apenas 3%, y las cifras podrían no ser definitivas].
¿En qué baso semejante presunción? Simples guarismos: las elecciones internas sirven en buena medida para aproximarnos a las cifra del llamado voto duro con que cuenta cada partido, pues es de esperar que los independientes, los no simpatizantes del bipartidismo, los anti-sistema, etc., ni siquiera se asomen a las urnas durante el proceso interno. Si las tendencias no sufren algún cambio importante [lo cual sería muy extraño] el PN habría aumentado de manera importante su matrícula comparado a las elecciones internas anteriores: de 654 mil votos —aproximadamente— a probablemente más de 725 mil votos el día de ayer; en cambio el PL estará denotando un claro decrecimiento de sus “fieles”, puesto que en 2008 obtuvo 627 mil votos —aproximadamente—, y la proyección actual no supera los 530 mil sufragios. Una diferencia abismal contra su tradicional contendiente, que rompe cierto equilibrio que se había mantenido en las urnas entre ambas entidades políticas.

Nuevos partidos, viejas mañas
Port otro lado, LibRe, un nuevo partido, hijo putativo del golpe de Estado de 2009, quiebra definitivamente la historia al convertir el proceso electoral en una justa de tres cabezas [que podrían ser más, si alguno de los nuevos partidos muestra fuerza de verdadero contendiente en las elecciones generales], rompiendo así el tradicional bipartidismo, una utopía para los pequeños partidos comodín que solamente adornaban los procesos electorales anteriores.

Sin embargo, teóricamente, a LibRe no le alcanza con la fuerza mostrada en las elecciones internas, para derrotar a alguno de los candidatos del bipartidismo [con un voto duro de alrededor de 400 mil sufragios] ni siquiera al candidato del PL, que se proyecta con menos posibilidades que el candidato azul.

Esa es la teoría y las proyecciones numéricas. Pero no podemos descartar a LibRe como serio contendiente para ganar las elecciones generales, ni al PAC. Es más, yo les daría muchas más probabilidades a LibRe —a pesar de las cifras— que al Partido Liberal, que mientras esté controlado por la facción más radical estará condenado a la derrota. Es más, el PL corre el riesgo de convocar a menos adeptos en las elecciones generales que en las elecciones del día de ayer, ya que es lógico pensar que muchos de los que votaron por Rosenthal [manifiestamente opuesto al golpe de Estado] preferirán no votar, o votar por otro partido, antes de apoyar a los golpistas, por más que les duela el corazoncito liberal.

Bajo estas circunstancias parece claro que la presidencia del país será ocupada para el futuro período por un nacionalista, la candidata de LibRe o, con menos probabilidades quizá, el candidato del PAC. Si Hernández o Álvarez no se enloquecen por la derrota, la unidad cachureca está a la vuelta de la esquina, pues la perspectiva de seguir controlando el gobierno [jamás logrado a partir de 1982] es demasiado atractiva como para enfrascarse en una lucha postelectoral que podría tener graves consecuencias.

La Honduras de hoy
Pero no hemos sumado a este rápido análisis un elemento que podría ser decisivo en las elecciones generales: la situación actual del país: la crisis económica, la crisis institucional, la asombrosa incapacidad de los gobernantes de turno, la violencia, el desempleo, en general, un panorama sórdido que es verdaderamente difícil imaginar podría cambiar si el partido que hoy controla la cosa pública vuelve a ganar las elecciones.

Ese solo elemento, más o menos subjetivo, cambia de manera importante la ecuación del triunfo electoral [si las elecciones son limpias —¿?—]. Ese elemento le da a LibRe, y al PAC, la posibilidad de montar una campaña que les permita exponer la desgracia que sería para el país la continuidad cachureca.

El caso de LibRe, pensamos que no basta con repetir hasta el cansancio que van a refundar el país, y a cambiar la constitución con una asamblea nacional constituyente. Eso no le garantiza nada al pueblo hondureño. Ni LibRe, ni el PAC, ni el papa, van a cambiar Honduras con una varita mágica, aunque no dudamos que la cosa no sería tan nefasta como si el statu quo bipartidista siguiese manipulando la administración pública.

El cambio en el país debe cimentarse, debe planificarse, debe ejecutarse paulatinamente. Es preciso, urgente y grave, explicarle al pueblo hondureño que el cambio que necesita el país tomará décadas, porque mientras no se rompa el círculo de la ignorancia que encierra a la mayoría de nuestros compatriotas será prácticamente imposible alcanzar un verdadero cambio. La propuesta ganadora para Honduras requiere tanto de una planificación seria a largo y mediano plazo, como de la ejecución inmediata de las bases de ese cambio; y por supuesto, de paliativos urgentes, y tan inteligentes como creativos, para aliviar la situación actual.

El país debe avanzar sin importar qué gobernante o partido esté de turno; y eso solo se puede lograr definitivamente aboliendo el clientelismo político y legislando y gobernando con la vista puesta en el futuro. Desgraciadamente, con la corrupción imperante, a todo nivel, y el circense mundo político nacional, tal propósito parece salido del más ingenuo idealismo.

No sé, a ciencia cierta, si alguno de los nuevos partidos podrá tomar ese reto y convertirlo en una realidad; no sé si serán capaces siquiera de derrotar al candidato nacionalista, que será apoyado por todo el aparato económico-político-religioso que controla hoy el país. Pero esa es la esperanza. Quizá sea pequeña, pero no deja de ser una esperanza. «Pior es nada», como dijo la Petrona. Amén.

No hay comentarios: