miércoles, 21 de noviembre de 2012

Molina: “El Premio Chavkin es un respaldo a la lucha contra la autocensura y el miedo en Honduras”




El próximo 3 de diciembre, el destacado periodista hondureño Félix Antonio Molina, originario de Santa Rosa de Copán, recibe en el centro de Convenciones de la Fundación Rockefeler, de Nueva York, el premio a la Integridad Periodística Samuel Chavkin, 2012. El Congreso Norteamericano sobre América Latina (NACLA), depositario del Premio Chavkin, encontró ganador en el productor y director de Resistencia, programa radial de máxima audiencia en horario nocturno (8:00 – 9:00) que se transmite por Radio Globo, por su compromiso con las comunidades sin voz en los grandes medios urbanos.
Antes de su viaje a Nueva York defensoresenlinea.com conversó con este versátil comunicador que ejerce periodismo desde 1985 y que actualmente dirige la organización Alternativas en Comunicación, Alter Eco, que impulsa procesos de comunicación alternativos en el país.

Félix, ¿Cómo recibe usted este reconocimiento?
Como en la radio cada noche… con alegría y responsabilidad, pues un reconocimiento como este contribuye a visibilizar un país, un pueblo en resistencia y una propuesta de cambio político en un ambiente relevante.

Pero es un premio a la integridad periodística suya
Evito, como usted sabe, hablar de mí porque después hablan contra uno (jajajaja)

Pero es imposible que no se hable sobre usted por la lógica de su análisis y enfoques cotidianos
Es verdad, hay quienes aplauden y quienes enojan cada noche, pero los periodistas no estamos para ser felicitados por lo que estamos éticamente llamados a hacer; no debería importarnos ser populares, queridos u odiados, famosos o elegibles, sino más bien ser creíbles y confiables para los usuarios de nuestros productos comunicativos.

¿Por qué aceptó un premio en Estados Unidos, de NACLA y de la familia Chavkin?
En el período cuando Reagan y su gente agredían a Centroamérica desde Honduras, me negué a venir con mis hermanas a residir a Estados Unidos. Aún recuerdo el enojo de mi hermana Clemen que nos visaba y acogía en su barrio. Preferí quedarme para ejercer aquí mi vocación y compromiso, pero este martes podré abrazarles sin recriminaciones, con amor. Sinceramente creo que este reconocimiento del presente viene de académicos serios, periodistas comprometidos y lobistas bien informados sobre los procesos sociales y políticos en Honduras, personas que influyen decisiones de política exterior a favor del pueblo hondureño en estamentos clave del imperio en New York y Washington. Por eso acepté, pero antes de hacerlo leí sobre la trayectoria del periodista Samuel Chavkin y me impactaron sus coberturas en Chile y Argentina durante los años críticos de Pinochet en su dictadura y del macabro Plan Cóndor. No siento vergüenza de este gringo, me gusta el periodismo que hacía desde el huracán político latinoamericano.

Usted estuvo precisamente hace muy poco en esos dos países donde trabajó Chavkin
Exactamente, quise vivir la experiencia de Chile y Argentina a través de personas y organizaciones que trabajan reconstruyendo la memoria, reclamando la verdad y procurando la justicia, después de aquellas barbaries. Quise seguir el Camino de Chavkin.

¿Y cómo fue?
Impresionante. Hoy en marcos de formal democracia neoliberal ambas naciones siguen asediadas por el autoritarismo militar en el imaginario colectivo, con códigos y dictados sin Pinochet ni Videla; millones de personas en riesgo por la codicia desmedida hacia los recursos naturales, especialmente la tierra, los minerales y los bosques. Y el racismo anti mapuche. Y la criminalización de la lucha estudiantil por la educación pública de calidad.

Al ver en ese espejo de chilenos y argentinos la misma búsqueda y los mismos sufrimientos del pueblo hondureño tras el huracán natural de 1988 y el huracán político de 2009, concluí que el Camino de Chavkin habría llevado también a Tegucigolpe, como se conoce a la capital del golpe. Es un camino estratégica para el periodismo que revela y propone. El que libera.

Por eso el periodismo de Chavkin es vigente para decir siempre lo que siente y piensa la gente, lo que conoce y lo que desea, porque revela con valentía todo lo que se opone a ese derecho colectivo.

¿Qué dirá en su discurso de aceptación?
Con petición de embargo puedo contestar esta pregunta (jajajja) Bueno, intentaré recordar cómo en el año 2000, después del huracán Mitch, asistíamos a la relatoría para la libertad de expresión de la OEA con informes sobre Honduras que perfilaban las principales limitaciones de entonces.

Los oligopolios de medios relacionados a los partidos políticos, a los grupos privados y religiosos destacaban junto a leyes restrictivas como la colegiación obligatoria para ejercer periodismo y el desacato, que penalizaba a los periodistas por criticar funcionarios o personajes públicos.

También denunciábamos los mecanismos de corrupción estatal sobre el sistema de comunicación para imponer agendas informativas y editoriales únicas, censurando temas, procesos y fuentes a nivel nacional.

Diré, con énfasis, que después del huracán político de 2009 la descripción de la libertad de expresión en Honduras incluye censura oficial a medios y fuentes, cierre y desmantelamiento de instalaciones, destrucción de equipos de transmisión e intervención de señales electromagnéticas, además del incendio de radios comunitarias, persecución de creadores artísticos y amenazas a liderazgos de opinión, hasta el asesinato de 28 comunicadores y periodistas entre marzo 2010 y agosto 2012. 

Las limitaciones y violaciones también incluyen lobby político a favor del golpismo como doctrina y manuales de opinión pública inducida desde Washington y centros de pensamiento, muy costosos para el pueblo hondureño, sólo recordemos los pagos de Pineda Ponce a la firma de Lanny Davis. Además, una oferta de miedo y autocensura colectiva.

Tengo la determinación de denunciar en mi discurso que el contexto post golpe favorece esas violaciones, porque la impunidad tiene características de política de Estado, asociada a la fragilidad institucional, a la profunda desigualdad, que genera más pobreza y violencia, escenarios ideales para el crimen organizado en sus diferentes manifestaciones.

En ese sentido, diré que el Premio Chavkin es un respaldo a la lucha contra la autocensura y el miedo en Honduras.

También diré que la población hondureña ha resistido creativamente esa oferta de muerte y daré testimonio de su alegría valiente ante la represión, de su forma inteligente para burlar el miedo y sofocar las desinformaciones.

Los periódicos, radios y televisoras que dieron soporte ideológico a la violencia del golpe sufren impactos evidentes. Pierden las guerras de desinformación cada vez que las emprenden.

Es decir, los golpes han golpeado a la gente, pero también esta vez han golpeado la credibilidad de los grupos élites locales y foráneos que han participado. Han golpeado a sus cardenales y pastores, a sus ombudsman y fiscales, a sus partidos, periodistas y medios.
Pero, obviamente, diré que la gente no ha resistido sola ese pulso, lo ha ahecho con periodismo alternativo frente al modelo hegemónico del pensamiento único de los medios corporativos.

La sociedad hondureña ha ido descubriendo la fuerza del medio comunitario, de la expresión ciudadana rural versus la agenda urbana privada, separando la dimensión nacional de la dimensión estatal, diferenciando cabalmente las políticas informativas que difunden y articulan los movimientos sociales y populares, de aquellas que invisibilizan.

El país vive nuevas dinámicas que juntan lo social y lo político desde el año de la inflexión, del quiebre.

Es extraordinario que una acción retardataria y antidemocrática pudiera generar tantas fuerzas exactamente contrarias a las que golpearon a la sociedad y al Estado, y abriera al mismo tiempo inusitados espacios para la participación y el cambio.

Pero diré con honestidad que la situación actual de Honduras es la de un país golpeado que se debate dramáticamente entre la oportunidad histórica del cambio y la amenaza real de la involución y el retroceso, incluyendo la represión policial-militar.

Las elites que dieron el golpe están dispuestas a usar el poder de la fuerza, si ven amenazados sus privilegios y la profundización del modelo neoliberal extractivista. Son capaces de matar.

Entonces, una nueva ruptura sería indudablemente un escenario lamentable y trágico para el periodismo y la sociedad hondureña. Debemos estar alerta.

Por eso debería decir que es deseable para mi país un rol más activo y consciente de la comunidad internacional, para coadyuvar a un mejor destino.

Félix inició su experiencia laboral en 1985 al lado de las madres, esposas, hijos e hijas de la desaparición forzada, de cuya vivencia dolorosa surgió en él una comprensión potente de la realidad hondureña que es perceptible hasta nuestros días. Celebramos con él, su amplísima audiencia y su gran familia este reconocimiento internacional a la integridad de su trabajo.

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