Por Ernesto Lamas
Los medios audiovisuales comunitarios siguieron al aire durante la pandemia por COVID-19 en Argentina. Cuál fue el rol de estos medios en el territorio nacional es la pregunta que atraviesa al informe elaborado por Ernesto Lamas.
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Otros medios recorren el territorio y no son fantasmas, son los medios comunitarios que según la tradición, orígenes y pertenencias se conocen también como populares, alternativos, participativos, sociales, cooperativos, sindicales, indígenas y en ocasiones denominados “sin fines de lucro” aunque son mucho más que eso. En Argentina los proyectos pioneros nacieron en la segunda mitad de la década del ochenta. Los primeros años estos medios fueron legítimos y desde 2009 también son legales.
Entre las reflexiones bien intencionadas de estos días es recurrente la idea de “salir mejores” del aislamiento social, dicho como mandato, promesa o expresión de deseos. No queda muy claro qué significa y cuán consecuentes seremos con esos ideales que vislumbran un mundo más solidario, menos competitivo, respetuoso de la naturaleza y humanista. En lo referente al vínculo, uso, consumo y participación ciudadana en y con los medios de comunicación hay una oportunidad de reconocer a las radios y televisoras comunitarias como espacios de construcción democrática donde las y los oyentes pueden ser también parlantes, donde la agenda es alternativa, diversa y contrahegemónica, donde ejercer el derecho a la comunicación puede ser una práctica cotidiana.
Esos medios comunitarios tienen características que los distinguen desde sus orígenes. Una de ellas es transversal a todo el movimiento y es la de considerarse proyectos políticos y comunicacionales transformadores que nacieron con el objetivo de disputar la construcción de sentido, visibilizar injusticias, hacer públicos los reclamos de la comunidad y ejercer el derecho humano a la comunicación.
Salir mejores del aislamiento en lo referido a la interacción y vínculo con los medios de comunicación puede incluir la escucha y participación de y en medios comunitarios que cubren todo el territorio nacional.
En diálogo con 23 radios y televisoras comunitarias de todo el país pudimos identificar algunos atributos de estos medios puestos en práctica y profundizados en la coyuntura que vivimos.
Locales/Federales. Las radios comunitarias no repiten informativos de las emisoras de Buenos Aires como hacen muchas radios comerciales incluso en regiones con marcadas diferencias climáticas y poblacionales. Cuentan con sus propios reportera/os, corresponsales, cronistas que además de los comunicadores de planta estable suman a vecina/os que nutren de noticias a los programas y no tienen como finalidad solo el hecho de informar correctamente sino también buscar respuestas y posibles soluciones a los problemas.
Cercanas. En tiempos de distanciamiento social se resignifican las prácticas comunitarias. Los medios alternativos construyen su identidad articulada con la del pueblo, son parte de la historia de la comunidad a la que pertenecen y la expanden en sus contenidos, desde los dispositivos que disponen y en relación a otras acciones que suceden en cercanías. Emiten en pueblos y parajes donde no existe una cantidad de audiencia potencial -considerada razonable para los parámetros del mercado- a la que se le puedan vender contenidos y por lo tanto tampoco anunciantes que quieran promover sus productos.
Abiertas. Un micrófono abierto en tiempos de encierro permite saltar muros. Encender la radio fue para las audiencias una nueva forma de estar juntos al mismo tiempo que se respetaba el distanciamiento social. Lo que las radios alternativas de centros de salud mental o las radios en cárceles hacen desde hace décadas hoy se multiplica en cientos de emisoras que abren espacios especiales para que la comunidad exprese sus miedos, angustias, deseos y esperanzas.
Contrahegemónicas. La radio es un medio poderoso para la elaboración y multiplicación de los relatos del pueblo. A pesar de la crisis y de las dificultades las radios no detienen su contar(se), relatar(se) y lo siguen haciendo desde lo colectivo. Mientras los medios hegemónicos presentan a la solidaridad como algo pintoresco, pensado desde la neo beneficencia, los medios comunitarios le siguen dando densidad política a la idea de transformar la realidad desde su lugar de disputa de la palabra y la construcción de sentido.
Comunitarias. Medios que son parte de los pueblos porque caminan esas calles, hablan con esas palabras, conocen problemas y fortalezas de las comunidades, complementan la información de cercanías con la que llega desde organismos oficiales. Son parte de la comunidad y están hechos por la comunidad. Las radios y televisoras comunitarias desde siempre afianzan su pertenencia a la comunidad con principios de solidaridad que en este contexto crítico es necesaria más que nunca.
Intermediarias. Los medios comunitarios tienen las puertas abiertas tanto como sus micrófonos y en este momento ese acceso tiene múltiples finalidades. Son intermediarias con las diversas instituciones públicas que conviven en una comunidad y contribuyen a interlocutar con autoridades, funcionarios locales y nacionales y representantes legislativos de cada localidad, a los que entrevistan y cruzan al aire con las demandas o consultas de la ciudadanía.
Originarias. En Argentina hay 83 comunidades indígenas de 27 pueblos originarios en 18 provincias que tienen autorización para gestionar un medio de comunicación bajo la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. En la actualidad están al aire más de 40 emisoras indígenas en 16 provincias en los que participan integrantes de 22 pueblos originarios. Esas radios y un canal de TV están haciendo campaña de prevención del Covid-19 en lenguas originarias. También sostienen programas educativos con los que complementan a las escuelas bilingües además de su programación habitual.
Educativas. Una vez declarado el ASPO decenas de radios comunitarias en todo el país comenzaron a recibir pedidos de maestras y maestros que imaginaron que por medio de la radio podían llegar a las casas de sus estudiantes aislados. De esta manera se logró sostener el vínculo de estudiantes que no contaban con teléfonos móviles o computadoras hogareñas para continuar con las clases a distancia.
Creativas. Los medios comunitarios en tiempo de pandemia no solo adecuaron el aire para informar, educar y prevenir sino también para acompañar y entretener a sus audiencias con espacios de ocio y recreación. Las radios comunitarias se han caracterizado desde sus orígenes por la difusión y promoción de expresiones musicales que no encontraban aire por falta de compañía discográfica o de contactos entre programadores. Las radios comunitarias visibilizaron innumerable cantidad de artistas populares que luego llegaron a los medios comerciales. Ponen música popular, privilegian músicos locales, promueven identidades regionales, rescatan ritmos y tradiciones ancestrales.
Tecnológicas. A la radio le predijeron la muerte muchas veces pero como la cigarra sigue viva y sonando. Hacer radio es inventar todo el tiempo las condiciones para su existencia, descubrir en los avances tecnológicos oportunidades más que amenazas. Las radios comunitarias buscan interlocutores nuevos, audiencias que escuchan la radio desde nuevos dispositivos. La consolidación de internet y las tecnologías digitales como el espacio privilegiado de mediatización de lo social plantea a las emisoras comunitarias el reto de pensar a la radio como una experiencia que se expande más allá de su emisión analógica en tiempo real y al hacerlo confirmar que la radio es todo lo que se parece a la radio.
Autogestivas. Las radios comunitarias en Argentina demostraron saber moverse en tiempos de crisis. Desde sus orígenes cuando emitían con precariedad legal, soportando cierres y decomisos, pasando por la imposibilidad de inscribirse legalmente como medios sin fines de lucro, hasta las crisis económicas de comienzos de siglo XXI y el ahogamiento durante la gestión de Mauricio Macri, las radios y televisoras populares se sostuvieron con la intervención de sus comunidades no solo territoriales sino también sectoriales. Son medios sin patrones, autónomos y autogestivos que siguen al aire por la fortaleza acumulada de sus proyectos y la legitimidad construida durante años y reclaman por sus derechos también en el plano de la sostenibilidad económica.
Enredadas. Las radios y televisoras comunitarias son medios de comunicación y son proyectos políticos que se proponen profundizar la democracia, contribuir a la construcción de un sistema con justicia social y juntas son parte de un movimiento que es mucho más que un “sector”. Los medios comunitarios comparten el horizonte de transformar las relaciones sociales de desigualdad económicas, de género, de orientación sexual, étnicas, culturales o de generación. Cada uno de estos medios con su particularidad y con las señales que los distinguen son parte de un mapa diverso de protagonistas, agendas, territorios y colores que tienen un punto de encuentro en las redes cuyo objetivo principal es potenciar acciones e incidencia. Las cuatro principales redes de medios comunitarios tienen presencia en todo el país: FARCO, AMARC, RNMA, CONTA. El espíritu colaborativo se pone de manifiesto en la producción de noticias y las corresponsalías compartidas entre las radios y canales.
Transformadoras. Los medios de comunicación son uno de los ámbitos en los cuales los sectores populares luchan por un espacio en la esfera pública. Por supuesto no son el único. Las distintas organizaciones de la sociedad civil, los mecanismos políticos tradicionales y las diferentes formas de lucha adoptadas por los movimientos son otros de los espacios en los que se dan las disputas por la resolución de los conflictos sociales y por la transformación de la realidad.
La democratización de la palabra pública implica en un primer término generar condiciones que garanticen el acceso y la participación de todos los ciudadanos y sectores sociales a los medios de comunicación. Democratizar las comunicaciones supone construir espacios en los que los lugares de la emisión y la recepción sean intercambiables. En este sentido no se trata únicamente de abrir los micrófonos para que todas y todos puedan hablar. El verdadero desafío es la generación de espacios en los que los intercambios permitan desencadenar procesos de transformación social.
Lo que viene. Radios y televisoras comunitarias son medios de comunicación y son proyectos sociales que acompañan, promueven y protagonizan procesos de transformación. Los medios comunitarios son parte de la historia y del presente de la comunicación social. También del futuro. Crean nuevos modos de interpelar a las audiencias con la diversidad y el pluralismo como bandera para sumar interlocutores y no seguidores. Con la conciencia de que cada nuevo emisor es un ataque a la concentración de medios tienen el desafío de consolidar sus redes y ocupar nuevos espacios.
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