Rebelión
Por Jaime Quintana Guerrero, Giovanna Gasparello
Corría noviembre de 1924 cuando inició a operar la Dirección de Extensión Educativa por Radio de la Secretaría de Educación Pública, lo que hoy conocemos como Radio Educación.
La primera emisora pública cumple casi 100 años: 36 mil 500 días y noches durante las cuales, con pocas interrupciones, no ha dejado de transmitir e informar sobre el acontecer nacional e internacional, profundizando en la dimensión cultural del país.
Sin embargo, la radiodifusora se acerca a su primer siglo en una condición de abandono que permea la infraestructura y la programación: la política de austeridad republicana que embiste al sector artístico, cultural y de información en esta nación se sitúa en la misma política de recortes a la cultura adoptada ya por presidentes anteriores. El presupuesto de Radio Educación ha menguado de 20 por ciento en menos de una década, pasando de 97.3 millones de pesos en 2013, a cerca de 80 millones en 2020. La propuesta del Presupuesto de Egresos de la Federación para 2021 aporta una ulterior reducción de 77.1 millones, lo cual equivale a 4.6 por ciento menos. Por si fuera poco, durante la pasada primavera la Secretaría de Hacienda y Crédito Público decretó la reducción de 75 por ciento del presupuesto de Radio Educación, al igual que a las otras instituciones del sector cultura, como el INAH y el INBAL.
En esta centuria de transmisión, los trabajadores de Radio Educación han hecho milagros para que la emisora continúe al aire, ya que sus ingenieros y técnicos han logrado mantener en funcionamiento el transmisor y las antenas repetidoras, que remontan al principio de la década de los 70. Competir con señales comerciales de elevada potencia no es cosa fácil: la centuria transcurrida se ha caracterizado por el gran trabajo e imaginación de sus trabajadores, comunicadores y técnicos, pero las décadas recientes han registrado también mucha incomprensión de políticos y autoridades federales en turno.
Radio Educación ostenta un mérito inigualable: permanece desde hace 100 años como un medio íntegro de comunicación cultural e información pública, incluyente y abierto a todas las voces de los que conforman la sociedad mexicana, permitiendo a ésta mirarse y escucharse a sí misma. La radio ha sido emblema del ejercicio constante de generar procesos democráticos en el país, del fomento a la libertad de expresión, ha representado una ventana al mundo de los pueblos campesinos e indígenas y el papel jugado en los peores momentos de contingencias o desastres en la nación.
En honor a su nombre, es necesario reconocer que muchos hemos sido formados por Radio Educación y sus programas informativos que favorecen el pensamiento crítico: desde el pionero Del Campo a la Ciudad, pasando por un clásico sobre el tema de la desigualdad de género como Las Mujeres…contamos, o La Feria, imprescindible programa de actualidad cultural. Destaca sin duda el noticiero Pulso, el más escuchado en las comunidades indígenas, ya que es repetido y retransmitido por un sinnúmero de pequeñas estaciones de radio comunitarias en diversas partes del país.
Los recortes económicos han impactado de forma contundente en las condiciones laborales de los trabajadores de la radio, especialmente de aquellos la mayoría contratados bajo el esquema de prestadores de servicios profesionales, imprescindibles para la elaboración de contenidos radiofónicos, pero precarizados por contratos de brevísima duración, mientras los tabuladores salariales para trabajadores tanto de base como eventuales no han sido actualizados desde hace 11 años. Los trabajadores del Sindicato Nacional Democrático de los Trabajadores de la Secretaría de Cultura Sector Radio Educación ya realizan sus reuniones, foros y alianzas, y al mismo tiempo los empleados Prestadores de Servicios Profesionistas (PSP), se organizan; algunos de ellos inician campañas para visibilizar la labor de programas apelando al radioescucha a participar. La incesante reducción del presupuesto pone en duda programas y la seguridad laboral de todos los que trabajan en este medio público, al igual que el desinterés en el medio de comunicación lo debilita en su función informativa y formativa de alcance nacional.
En los documentos realizados por los trabajadores se retoma el artículo 6 de la Constitución Mexicana, que afirma: “la radiodifusión es un servicio público de interés general, por lo que el Estado garantizará que sea prestado en condiciones de competencia y calidad y brinde los beneficios de la cultura a toda la población, preservando la pluralidad y la veracidad de la información, así como el fomento de los valores de la identidad nacional, contribuyendo a los fines establecidos en el artículo 3 de la propia Constitución”.
Por todo lo anterior, “ni los veo ni los oigo” no puede ser la política dirigida hacia los trabajadores de la cultura y a los de Radio Educación. Es necesario escuchar sus voces que se transmiten y conforman la multiplicidad de contenidos y perspectivas sobre la cultura y la sociedad expresados en la programación de la estación; voces que viajan muy lejos en la repetición de los programas y fortalecen los contenidos de las radios comunitarias e indígenas.
Mientras tanto Raúl Jardón, por acá llegaste, para recordar y recordarnos que el mundo también los construyó los muertos”, y regresan “de vez en vez, para saber dónde quedo la voz y la palabra”.
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