Ezequiel y José, primos, llevan más de una semana instalados en el boulevard entre los municipios de La Lima y San Pedro Sula, esa vía pública que se convirtió en el albergue más grande en todo el Valle de Sula. Ellos jueguen y recuerdan su vida antes del paso de Eta por su casa ubicada en la colonia municipal de La Lima.
El paso de Eta ha devastado la vida de más de 1,2 millones de niños, niñas y adolescentes en Centroamérica, según estimaciones de UNICEF basadas en informes oficiales. En los últimos días, este número ha aumentado considerablemente y aún se espera que aumente con los nuevos fenómenos que se presenten en la región, incluido en este momento el huracán IOTA.
Desde Unicef también se destaca la importancia de que las autoridades den una «pronta respuesta» orientada a que los menores retornen al hogar con su familia y puedan «salir rápidamente» de los albergues temporales.
Dos semanas han pasado del paso de Eta por Honduras, y ahora enfrentamos los efectos del huracán IOTA, y las imágenes de miles de niños y niñas junto a sus familias en albergues o vías públicas demuestran el sufrimiento de los pequeños, a quienes se les obliga a vivir en medio de la tragedia violentando todos y cada uno de sus derechos.
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