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Por Samira Sadeque
¿Qué tan inclusivos son el activismo y las discusiones sobre el cambio climático? La mayoría de los movimientos y organizaciones ambientales en Estados Unidos y Europa son principalmente de clase media y blanca, y poseen una gran cantidad de recursos y establecen la agenda para el trabajo de políticas y la recuperación del ecosistema. En la imagen, una mujer ante un deslizamiento de tierra por lluvias intensas en Kenia, parte del cambio climático. Foto: Isaiah Esipisu / IPS
Al concluir la Semana del Clima en la Asamblea General de las Naciones Unidas, los líderes mundiales pidieron una acción climática «ambiciosa pero alcanzable» y pidieron medidas para «no dejar a nadie atrás» en la crisis por el calentamiento global. Pero algunos activistas expresan dudas y preocupaciones sobre cómo lograrlo.
«Los movimientos ambientalistas en Estados Unidos y Europa son principalmente blancos y de clase media», dijo a IPS la activista filipina por el clima Tara Villalba.
«Estas organizaciones ambientales dominantes poseen grandes cantidades de recursos (en tierra, dinero, otros activos e influencia), y están a cargo de cómo se utilizan esos recursos en la recuperación del ecosistema y en el trabajo de políticas: nuestras soluciones no se toman seriamente», planteó la activista residente en Estados Unidos.
Villalba habló con IPS días después de la Mesa Redonda sobre Cambio Climático, el jueves 24, organizada por el secretario general de la ONU, António Guterres, en la misma semana que se abrió la sesión de alto nivel de la 75 Asamblea General del organismo mundial.
En esa sesión, el presidente de China, Xi Jinping, aseguró el martes 22, en su discurso por teleconferencia que la potencia asiática decidió alcanzar la “neutralidad en carbono” en 2060, reafirmando así su compromiso con la contención del incremento de las temperaturas en línea con el Acuerdo de París sobre cambio climático y yendo aún más allá.
«La emergencia climática está completamente sobre nosotros y no tenemos tiempo que perder», dijo Guterres, en su intervención en la misma Asamblea General, en la que también pidió esfuerzos de acción climática para «no dejar a nadie atrás».
Algunos líderes mundiales, incluido el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, aplaudieron el esfuerzo de China en sus intervenciones en forma virtual. Pero también recordaron la grave situación en la que se encuentra el mundo actualmente, en que se cruzan dos graves crisis de alcance mundial: la climática y la de la pandemia de covid-19.
«La mayoría de la gente no imaginaba que el mundo se vería afectado de la forma en que lo hemos hecho nosotros… lamentablemente estábamos mal preparados», dijo Guterres con respecto a la pandemia. «Pero para el cambio climático, nadie puede decir que no hemos sido advertidos, nadie puede decir que no somos, ahora, capaces de hacer los preparativos», añadió.
La presidenta de la Unión Europea (UE), Ursula von der Leyen, compartió cómo la pandemia ha puesto en realce los evidentes errores en la forma en que vivimos y construimos, que han puesto sobre la mesa tanto la crisis climática como la sanitaria.
«La pandemia del coronavirus no ha reducido la amenaza del cambio climático», dijo. «Al contrario, nos ha hecho conscientes de la fragilidad de nuestra vida en este planeta», añadió.
Agregó que la recuperación económica y social pospandemia requerirá «inversiones sustanciales» para asegurar que las economías avancen.
«Se requerirá una acción decidida para no dejar a nadie atrás», insistió mientras reafirmó que los 27 miembros de la UE van a convertir a Europa en el primer continente climáticamente neutral del mundo para 2050.
«Los líderes europeos han decidido establecer la próxima generación de la UE: se trata de un fondo de recuperación y resiliencia de 750 000 millones de euros (874 millones de dólares) que invertirá en la transición verde y digital de Europa para construir una economía resiliente y competitiva», afirmó la presidenta de la Comisión Europea, el órgano ejecutivo de la UE.
Según lo establecido cuando se lanzó el plan en junio, al menos 275 000 millones de euros (320,5 millones de dólares) para objetivos directamente ambientales y climáticos.
A pesar de estas grandes promesas y gestos, hay quienes creen que se debe trabajar mucho más para garantizar que se incluya en la conversación a quienes se encuentran en las bases.
«Nuestras soluciones no se toman en serio», dijo Villalba, quien ha trabajado en el movimiento climático durante 15 años.
«El racismo hace que los blancos piensen que son las mejores personas para decidir cómo usar esos recursos. El clasismo hace que los ricos decidan que son los mejores en tomar decisiones y que el poder debe ser suyo. Quieren ‘ayudar’ a personas como nosotros, pero en sus términos y la caridad es no lo que se necesita”, insistió en su diálogo con IPS.
A su juicio, “el poder y la riqueza deben redistribuirse para que todos podamos correr menos riesgos», más si se tiene en cuenta que los países del Sur en desarrollo no son responsables de la crisis climática, pero están entre las mayores víctimas de su impacto.
También subrayó que los diferentes problemas sociales de esas sociedades están intrincadamente vinculados con las preocupaciones por la justicia climática.
En el centro del racismo y el clasismo, afirmó, hay «un sistema opresivo que distribuye recursos».
«Los pobres y las personas de color viven con la contaminación. Los países pobres se han convertido en los vertederos de basura de los países ricos», citó como ejemplo.
“Las personas, las comunidades y los ecosistemas que se ven más afectados son los lugares donde viven y trabajan las personas de color y los pobres”, a nivel local y mundial.
Criticó que “muchos activistas ambientales asumen que la gente como yo no está interesada en el activismo climático”, dado que su trabajo es el de organizar actividades de justicia en el sistema de vivienda.
Pero, por el contrario, las soluciones climáticas tienen que tener en cuenta a las personas que apenas pueden llegar a fin de mes y que no pueden satisfacer todas sus necesidades.
Son, según Villalba, de las que hay que partir, tanto en el Sur como en el Norte, para promover soluciones inclusivas y justas para afrontar la crisis climática.
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