miércoles, 6 de febrero de 2019

Nuestra raíz


Rebelión

Por Cristóbal León Campos *

Analizar lo que acontece para comprenderlo es un primer paso del compromiso intelectual, proponiendo otras maneras de entender la realidad y construirla a partir de la raíz nuestra de saberes autóctonos, necesidades y conocimientos histórico-culturales, que reivindiquen la diversidad cultural desde la matriz de los pueblos de Nuestra América, rompiendo con el orden prevaleciente de dominación entre capital-explotación y enajenación-inhumanidad, para dar paso, a un orden humano basado en la distribución social y equitativa de la riqueza, el respeto a las diferentes realidades culturales y la eliminación de las diferencias de clase: un mundo sin explotadores ni explotados.
La raíz del pensamiento debe ser la nuestra, la que se ha forjado desde el pasado milenario de los pueblos originales de Nuestra América y nutrido con los deseos de independencia, autodeterminación y autonomía que surgieron a partir de los procesos de emancipación de la dominación colonial e imperialista, nuestro ser latinoamericano enriquecido en su actuar con las aportaciones del pensamiento crítico social como el marxismo, conservando el espíritu fundacional de nuestras naciones pero erradicando las divisiones impuestas por las fronteras y las nacionalidades particulares, sin que esto signifique el detrimento de las identidades especificas.

La complejidad de la realidad actual, las coyunturas que vivimos y la continuidad del largo ciclo del capitalismo en Nuestra América, y en particular en México, hacen necesaria la búsqueda de nuevas formas de interpretar el acontecer diario, las estructuras económicas y políticas revestidas de nuevas formas pero con el sentido original, urgen al pensamiento crítico a tomar partido en las discusiones suscitadas en torno a las transformaciones y continuidades evidentes que el nuevo periodo histórico abierto, lo que hoy acontece se suma a la larga duración de la vida en el continente, lo que hoy se pretende cambiar rompe con tradiciones sujetas a cotos de poder y viejas formas de hacer y pensar la política, sin que esto signifique aún el fin del sistema o el inicio de uno diferente, estamos ante sucesos inéditos cuya raíz hay que extraer y al mismo tiempo suplantar por una propia que se enraíce en el corazón de las necesidades de los oprimidos y marginados.

La raíz del alma de Nuestra América clama desde hace siglos por la unidad, la integración, la independencia y la autodeterminación de las naciones que la componen, el rumbo que hoy tomen nuestros países como México, será determinante para los años venideros de lucha contra las fuerzas del fascismo que avanza sigiloso por las zonas afligidas del continente, el hoy es determinante no sólo por el futuro venidero, si no por el signo de los errores del pasado que se arrastran como grilletes, impidiendo el avance pleno de la esperanza, del ayer hay que extraer las lecciones evidentes, es imperante profundizar las transformaciones y aplacar los deseos de la muerte, o nuevas tormentas surcaran los cielos desamparando a millones de seres humanos, el desafío es el mismo, los perfiles de los gladiadores se han configurado como mitos y como farsas, nuestra raíz será realidad en cuanto hagamos de ella la virtud serena de nuestras almas pujantes por otra realidad.

La necesidad es virtud cuando favorece al cambio, del flagelo las mujeres y hombres de nuestra historia latinoamericana han hecho el motor de sus anhelos, erradicar aquello que lacera al ser humano exhorta a la palabra a volverse acción, la praxis del saber como fundamento de lo nuevo, el devenir de nuestros pueblos está en la conciencia de sus poblaciones, despertar del largo sueño embrutecedor al que se nos ha sometido es urgente, construir una nueva educación, un nuevo pensamiento que tome lo esencial y haga de lo mejor de nuestro pasado enseñanza y de lo peor aprendizaje, las contradicciones son el atributo dialéctico de lo concreto de nuestros espíritus como de nuestras conciencias, tirar para abajo todo aquello que se ha impuesto para levantar la plenitud del origen y de la actualidad de esa nuestra raíz, el alma de Nuestra América ha de surcar más alto que el águila y las conjeturas del saber neocolonial exportado desde occidente.

Una nueva patria necesita de una nueva realidad continental, mirar a nuestra historia para encontrarnos en el conjunto de las naciones hermanas, en el origen común y en las necesidades compartidas, en la urgencia de la transformación como de la confrontación ante todo aquello que siga impidiendo el bienestar de los pueblos, el pensamiento crítico al servicio de las necesidades sociales, no como evangelio, sino a favor de un nuevo inicio del largo camino de concientización y de renovación nacional, latinoamericana, universal y humana. La república de los oprimidos debe suplantar a las repúblicas de la opresión en que hemos vivido, la transformación esta en nuestra participación consciente y comprometida con las necesidades de nuestros pueblos: la raíz tendrá que ser nuestra.

  • Cristóbal León Campos es integrante del Colectivo Disyuntivas


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