miércoles, 27 de febrero de 2019

La crisis de agua afecta a los pobres en Honduras



El 2019 ha sido calificado por expertos en el clima, como un año extremadamente seco debido al fortalecimiento del fenómeno El Niño. Con la llegada del verano viene también la preocupación para miles de familias en el corredor seco hondureño, pues el agua se vuelve escasa y  que se quedan prácticamente sin el vital líquido para sus cultivos y sus quehaceres diarios.

Según Juan Gabriel Mendoza, técnico de la Pastoral Social Caritas en la Diócesis de Choluteca, aunque inicia la temporada de verano los efectos de la sequía ya se están sintiendo, y  el campesinado de al menos 43 municipios del corredor seco se ha visto afectado.

“Se espera que para finales del mes de abril tengamos temperaturas que oscilen entre los 38 y 40 grados centígrados, temperaturas que son extremadamente calientes”, señala.

Juan Gabriel comenta que la situación es preocupante puesto que las cosechas de la población de se pierden en su totalidad. “En años anteriores las pérdidas de cultivos estuvieron alrededor de 16 mil manzanas de maíz, 14 mil de maicillo y  8 mil manzanas de frijol”.

Falta de políticas
En el sur de Honduras, las sequías han transformado el paisaje. Se reporta pérdidas en la ganadería y el cultivo de granos básicos, para dar paso a  la siembra de monocultivos como el melón, sandía, la ocra, además, la industria del camarón y la instalación de parques para la generación de energía solar.

Sumado a eso, la deforestación, la quema del bosque y la falta de políticas estales son factores que contribuyen a la falta de agua.

Para Wilson Galo, representante de la Mesa Nacional de Incidencia para la Gestión del Riesgo, es necesario que desde el Estado hondureño se generen estrategias que contribuyan a mitigar el impacto que deja la sequía en las comunidades. Además de generar políticas públicas para el cuidado del ambiente.

Comenta que mientras no se tengan estrategias sostenibles, la sequía va a ser recurrente y va a tener mayor impacto en la población. Eso se traducirá en migraciones y mayor pobreza. Las estrategias deben ir encaminadas a la conservación, uso y administración del agua.

Pedro Landa del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación ERIC, expresa que el Estado hondureño tiene mucha responsabilidad al impulsar políticas erradas de extrativismo que implica la deforestación para la instalación de mineras además, la aprobación de grandes extensiones de monocultivos como la palma africana que consume a diario miles de litros de agua, sumado a la concesión de los ríos para la construcción de represas hidroeléctricas.

Estrés hídrico en Honduras
La falta de agua no es un problema exclusivo de la zona sur de Honduras. La falta del vital líquido se ha extendido a varias regiones del territorio hondureño.

Honduras vive un estado de emergencia por la escases de agua. La Ceiba, Atlántida es un vivo ejemplo. A pesar de su riqueza natural, la población está alarmada porque la principal fuente de agua, el río Dando se está secando.

Osman Suazo, del Movimiento Social Organizado, MOSO expresa que la falta de políticas de conservación ambiental y la falta de conciencia tienen a La Ceiba al borde de la sequía.

“Se han hecho algunos intentos de formar una Comisión interinstitucional, pero funciona a medias únicamente cuando viene el tiempo de las elecciones. Tenemos preocupación porque nuestra fuente de agua más importante se está secando. Hay presencia de palma africana y ganadería  a escasos metros de las fuentes de agua”, afirma.

Se habla de estrés hídrico cuando la demanda de agua es más alta que la cantidad disponible durante un período determinado o cuando su uso se ve restringido por su baja calidad. El estrés hídrico provoca un deterioro de los recursos de agua dulce en términos de cantidad (acuíferos sobreexplotados, ríos secos, etc.) y de calidad.

La región hondureña posee agua suficiente, sin embargo, sus recursos hídricos no están distribuidos de manera equitativa y además, se ven sometidos a un estrés hídrico creciente.

Según Sandra Canales, representante de la dirección ejecutiva del Instituto de Conservación Forestal, ICF, el estrés hídrico, producto de las malas prácticas ambientales, se mira reflejado en la escasez de agua que ya presentan varias regiones en el país.

“Este año la sequía es más evidente debido al fenómeno El Niño. Nuestros bosques se vuelven más vulnerables a plagas e incendios y al final todo se vuelve una cadena”, comenta.

La funcionaria detalla que Choluteca, Valle, el sur de Francisco Morazán, La Paz y El Paraíso,  son las regiones  del país donde existe mayor escases de agua.

En las últimas décadas el acceso de agua potable se ha convertido en un gran problema social y económico debido en parte, al crecimiento de la población lo que incrementa la demanda de agua. A su vez, la calidad del agua se ve afectada por la degradación derivada del uso de sustancias tóxicas por parte de la agricultura, la mala gestión de las aguas residuales y por los residuos sólidos procedentes de la minería y la industria.

En el verano disminuyen los recursos hídricos disponibles tanto superficiales, como subterráneos aunque, al mismo tiempo, aumenta la demanda de agua por parte de la población.

Estudios realizados por la Alianza por el Agua, indican que en Centroamérica se utiliza un valor de consumo promedio aproximado de 30 metros cúbicos de agua potable consumidos mensualmente por cada conexión domiciliaria para la población abastecida por medio de redes de distribución de agua potable. Considerando familias promedio constituidas entre cinco y seis miembros, el consumo promedio mencionado corresponde a entre 167 y 200 litros por habitante y día.

Este valor es elevado, incluso superior el consumo de agua potable promedio de algunos países desarrollados y, obviamente, muy por encima del volumen necesario para cubrir las necesidades básicas de la población.

A pesar de la alta dependencia de las aguas subterráneas en Centroamérica, no existe todavía un marco regulador amplio entre todos los países de la región ni una gestión efectiva de los recursos hídricos comunes que preste especial atención a la interconexión entre los mismos. La crisis del agua afecta en primer lugar a las personas más pobres, para quienes su escasez está asociada al hambre, las enfermedades y la falta de servicios públicos, lo cual pone en riesgo su propia existencia.


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