lunes, 1 de diciembre de 2014

La ideología chavista (I)



Por Pablo Siris Seade

Las clases dominantes, a todo lo largo de la historia humana, han desatado su odio contra los líderes populares capaces de dirigir los procesos de cambios y transformaciones en determinado lugar y en determinado período histórico. Pocas veces, sin embargo, esta furia alcanzó los niveles que le ha tocado enfrentar al comandante Hugo Chávez y a los chavistas en Venezuela y el mundo entero. 
¿Pero qué es el chavismo? ¿En qué contexto surgió? ¿En qué ideas se basa? ¿Quienes lo enarbolan? Veamos. 

Una era donde las ideologías parecían extinguirse 
A fines de la década de 1980 y principios de los noventa, el mundo estaba convulsionado. El sueño de más democracia y más socialismo en la Unión Soviética y el resto del bloque socialista se derrumbaba junto con el muro de Berlín. El imperialismo norteamericano se afirmaba como potencia hegemónica y Fukuyama proclamaba el fin de las ideologías. 

Al mismo tiempo, la izquierda europea y el paradigma socialdemócrata se hundía junto con las conquistas del Estado de bienestar y el neoliberalismo con su eliminación de políticas sociales, la instalación de la lógica del mercado en todas las esferas de la economía y la pauperización creciente de los trabajadores en todo el mundo parecían haberse instalado para no volver atrás. 

En América Latina, Cuba sufría la abrupta disminución del intercambio comercial con el bloque socialista y se sumía en el Período Especial, mientras en Nicaragua la Revolución Sandinista era derrotada en las urnas para dar paso a una regresión que parecía no tener fondo. 

Los gobiernos entreguistas y corruptos pululaban en todo el continente y a pesar de que la democracia se había recuperado en todos nuestros países, nuestros pueblos sufrían una creciente pobreza y marginación social. Reinaban los Chicago Boys del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. 

El dramático corolario de esta situación se produjo el 27 y 28 de febrero de 1989, cuando el pueblo venezolano se alzó contra la carestía, la falta de trabajo, la miseria y el hambre a que estaba siendo sometido por los gobiernos que cumplían fielmente los dictados del FMI. El pueblo fue masacrado. Al menos tres mil personas pagaron con su vida la osadía de exigir soluciones para un pueblo despojado de toda dignidad. 

El 4 de febrero de 1992, en toda Venezuela, este panorama se vio roto por una insurrección militar liderada por un joven teniente coronel, el comandante Hugo Chávez, que si bien fue derrotada, se convirtió en un hito en la lucha de los revolucionarios latinoamericanos y caribeños. 

Una nueva rebelión infructuosa el 27 de noviembre del mismo año, encabezada por oficiales más jóvenes aún, pero que se declaraban solidarios con la del 4-F, daba la pauta de que algo muy importante estaba pasando en la Patria de Bolívar. 

Al poco tiempo todo el país y buena parte del continente y del planeta tenían claro que esas rebeliones se habían alzado precisamente contra la entrega de los recursos naturales (particularmente los energéticos), la sujeción de los gobiernos a los dictados del FMI, la corrupción generalizada, las dramáticas condiciones de vida de la gente y la falta de una auténtica democracia. 

¿Pero quiénes eran estos militares? ¿Quién era este joven líder que al poco tiempo había conquistado un lugar en los altares de las casas de los pobres venezolanos, junto a las estampitas de los santos y las velas en honor a los difuntos? 

El Árbol de las Tres Raíces 
Cuando Chávez ingresó a la Academia Militar en el año 1971, fuertemente influenciado por la militancia revolucionaria de su hermano Adán (actualmente gobernador de Barinas, el estado natal de la familia Chávez), se apasionó por los estudios políticos que desarrolló allí como parte de su formación militar en la primera generación de quienes se graduarían como licenciados en Ciencias y Artes Militares. 

Obtuvo las máximas calificaciones y se graduó como licenciado con el cargo de subteniente el 5 de julio de 1975. A fines de 1982, junto con otros oficiales medios forman el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200, en alusión a los 200 años del natalicio del Libertador Simón Bolívar, que se cumplirían en 1983) y ya para ese entonces Chávez hablaba del Árbol de las Tres Raíces, reivindicando a Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora. 

En “El Libro Azul”, de cuya primera publicación clandestina se cumplen treinta años en 2014, Chávez decía “Vivimos, efectivamente, una era donde las ideologías parecieran extinguirse. El “fin de las ideologías”, así la han llamado no pocos estudiosos de la época (...) precisamente, en este marco desideologizado y con el propósito de hallar recursos válidos para que nuestro pueblo avance por el mapa intrincado y complejo del futuro que nos hemos atrevido a invocar un modelo ideológico autóctono y enraizado en lo más profundo de nuestro origen y en el subconsciente histórico del ser nacional”. 

Más adelante, se explica cuál es ese modelo ideológico y se lo identifica con un árbol de tres raíces. La primera de las raíces de este árbol es el modelo de pensamiento del gran pensador venezolano Simón Rodríguez (quien firmaba sus escritos con el alias de Samuel Robinson): “El modelo se fundamenta en un sistema de ideas que puede ser perfectamente enmarcado dentro de una profunda disyuntiva existencial, en la cual se deslinda claramente una dicotomía en movimiento arrollador: “inventamos o erramos””. 

“El estudio del modelo, desde su génesis hasta su desarrollo, demuestra que tal estructura permanece inalterable y obedece a la misma disyuntiva de inventar nuevas instituciones para las nacientes repúblicas latinoamericanas o de errar el camino cayendo en el simplismo de copiar modelos de otros tiempos, otras actitudes, otros hombres. Es decir, si no inventamos, caemos fatalmente en el error”, agregaba. 

La segunda raíz es el ideario del Libertador Simón Bolívar, que si bien surge del modelo robinsoniano, lo trasciende “no en lo filosófico, sino en su proyección histórica y geográfica. El Modelo Bolivariano (...) se impulsa sobre aquél y se siembra en un extenso territorio con la misma semilla dicotómica: inventar una nueva sociedad en la América Española o errar, tratando de copiar viejos modelos, impertinentes a nuestro escenario”. 

“Los elementos conceptuales que forman el Modelo Bolivariano son más complicados, pero, no por ello es imposible identificar una estructura perfectamente homóloga con el modelo robinsoniano. Ambos son producto de una época y resultan de un proceso de observación y praxis sobre una misma situación fenoménica”, complementaba Chávez. 

“El Libro Azul” señala que la tercera raíz viene de la acción de Ezequiel Zamora: “Es el modelo que completa la trilogía ideológica del proyecto político que ahora resurge de las entrañas de la historia patria. Está conformado por una síntesis filosófica orientadora, aquélla que estremeció a la oligarquía conservadora, cuando Ezequiel Zamora, “El General del Pueblo Soberano”, lanzó sus tremendas consignas federales: “Tierras y hombres libres” , “Elección popular” , “Horror a la oligarquía”. 

“La inspiración del general Zamora viene de las mismas raíces: robinsoniana y bolivariana. Su discurso lleva el mismo sello de la gran disyuntiva existencial. Inventó los mecanismos de la insurrección campesina de 1846, para errar y volver a inventar la forma de conducir la Revolución de 1858. (...) Continúa inventando al ordenar la aplicación de medidas destinadas a favorecer las mayorías necesitadas: 1. Cinco leguas de tierra a la redonda y por los cuatro puntos cardinales para uso común de cada pueblo, villa o caserío; 2. Eliminación del sistema de cobro de arriendo por el uso de la tierra para fines agrícolas o pecuarios; 3. Fijar los jornales de los peones de acuerdo con las labores; 4. Que los amos de hatos empotreren diez vacas paridas de modo permanente en las tierras del común para suministrar diariamente, y de modo gratuito, una botella de leche a los hogares pobres”. 

El morral de Hugo 
El Árbol de las Tres Raíces y todo el pensamiento elaborado a partir de él requerían de audacia robinsoniana para “inventar o errar” la construcción de la nueva República, del ideal bolivariano de unidad e integración americana, así como de la autodeterminación de los pueblos y la defensa de los más humildes encarnada en Zamora. 

Todo ello estaba asentado en el anteproyecto del Proyecto Nacional Simón Bolívar que el MBR-200 impulsó (que veremos en el próximo número de El Popular), en la Revolución Bolivariana y en la reforma constituyente que dio nacimiento a la República Bolivariana de Venezuela. 

El pensamiento político de Hugo Chávez y la Revolución Bolivariana han devenido en el andar propio del pueblo venezolano por los caminos de nuestra historia y de nuestro proceso político emancipador. 

En “El Libro Azul” logramos ver el germen de ese pensamiento de Chávez, que fue el que orientó con absoluta coherencia su militancia política hasta el último minuto de su vida. 

Al despedir a su hermano en el Cuartel de la Montaña, donde tiene su eterna morada, Adán Chávez recordó que en diciembre de 1981, recibió de su hermano el libro “País Portátil”, del venezolano Adriano González León. “En el libro me escribía (...) que si alguno de los dos caía por alguna circunstancia a la orilla del camino, es deber del otro, tomar el morral y echárselo a cuestas y seguir andando”, señaló. 

¡A tomar el morral y a seguir marchando, pues! ¡Aquí no se rinde nadie! 

Publicada originalmente en el semanario El Popular (Montevideo, Uruguay, número 293, 14 de noviembre de 2014)

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