sábado, 20 de septiembre de 2014
Mayoría de artículos de consumo nacen de la deforestación ilegal
Por Carey L. Biron
Editado por Kitty Stapp / Traducido por Álvaro Queiruga
Al menos la mitad de la deforestación mundial es ilegal y está vinculada a la agricultura comercial, sobre todo para abastecer a los mercados extranjeros, según un nuevo estudio. En la última década, la mayor parte de la tala ilegal de los bosques del mundo se debió a la demanda extranjera de artículos básicos como papel, carne vacuna, soja y aceite de palma. Sin embargo, los gobiernos de los principales mercados, como Estados Unidos y la Unión Europea (UE), no tomaron casi ninguna medida para desalentar el consumo de estos productos.
De hecho, sería muy difícil adoptar medidas ya que el uso de estos productos potencialmente “sucios” está generalizado y es cotidiano en muchos países, según el análisis publicado el jueves 11 por Forest Trends, una organización independiente de Estados Unidos.
“En los supermercados promedio de la actualidad, existe el riesgo de que la mayoría de los productos contengan materias primas que procedan de tierras deforestadas ilegalmente”, destacó Sam Lawson, autor del informe y director de Earthsight, una organización británica que investiga los delitos ambientales.
“Es así para cualquier producto envuelto en papel o cartón, toda carne vacuna y todo pollo o cerdo ya que estos animales se crían a base de soja. Y, por supuesto, el aceite de palma se encuentra ahora en casi todo, desde el lápiz labial a los helados”, explicó.
“Siempre existe ese riesgo” porque no hay leyes que eviten la importación y la venta de esos productos, precisó Lawson.
En general, 40 por ciento del aceite de palma y 14 por ciento de la carne vacuna que se comercializa en el mundo procede de tierras despejadas de forma ilegal, calcula el estudio. Lo mismo ocurre con 20 por ciento de la soja y un tercio de la madera tropical, utilizadas para fabricar productos de papel.
Mientras, se exporta cerca de 75 por ciento de la soja brasileña y del aceite de palma indonesio. Esta tendencia va en aumento en Papúa Nueva Guinea y República Democrática del Congo.
Estudios anteriores sobre este problema se limitaban a países, sectores o empresas específicas, pero el nuevo informe es el primero que extrapola los datos a nivel mundial.
“La demanda de los consumidores de los mercados extranjeros se tradujo en la eliminación ilegal de más de 200.000 kilómetros cuadrados de bosques tropicales durante los primeros 12 años del nuevo milenio”, según el informe. Esto equivale a un “promedio de cinco canchas de fútbol por minuto”, agrega.
Aunque gran parte de ese desmonte ilegal lo facilitan la corrupción y la falta de capacidad del Sur en desarrollo, para Lawson la culpa la tienen otros.
“Son las empresas las que llevan a cabo estos actos y las que tienen la responsabilidad en última instancia. Los grandes países consumidores también deben dejar de permitir el libre acceso a sus mercados de estos productos que socavan los esfuerzos de los países en desarrollo”, exhortó.
Lecciones de la tala
Las repercusiones de la degradación de las tierras forestales son locales y mundiales para los medios de vida, los ecosistemas y la salud humana. Los bosques maduros no solo contienen grandes cantidades de carbono, sino que también absorben continuamente dióxido de carbono de la atmósfera.
Entre 2000 y 2012, las emisiones asociadas a la deforestación ilegal con fines agrícolas comerciales equivalían cada año a la cuarta parte de las emisiones anuales de combustibles fósiles de la UE.
El informe se dio a conocer mientras que se preparan dos grandes cumbres mundiales sobre el clima.
A finales de este mes, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, recibirá a gobernantes de todo el planeta en Nueva York para discutir el tema, y en diciembre se realizará la próxima ronda de negociaciones sobre el clima mundial en Perú.
La cita en Lima se conoce como la ronda del “bosque”. Algunos observadores sugieren que la silvicultura ofrece el mayor potencial para la reducción de emisiones mundiales.
El creciente consenso mundial en torno a la importancia de la conservación de la cubierta forestal ante el cambio climático generó importantes gestiones internacionales para frenar la tala ilegal.
Sin embargo, Lawson, de Earthsight, asegura que algunas de las empresas que antes se dedicaban a la tala ilegal de maderas duras tropicales ahora desmontan los bosques ilegalmente para dar paso a la agricultura a gran escala.
“La mayor amenaza para los bosques está cambiando gradualmente, y esa amenaza hoy es la agricultura comercial. Lo que necesitamos ahora es repetir algunos de los esfuerzos realizados en relación con la tala ilegal y aplicarlos a los productos básicos agrícolas”, recomendó.
La UE, por ejemplo, está por implementar un sistema bilateral de concesión de licencias que permitiría rastrear el origen de la madera talada legalmente. Lawson propone que se adopten acuerdos bilaterales similares para las principales materias primas.
Legalidad comprobada
De esta manera, los gobiernos y las compañías transnacionales deberían garantizar que los productos comercializados no procedan de tierras forestales despejadas ilegalmente. En esencia, el requisito básico para el ingreso a los principales mercados sería la legalidad comprobada de las materias primas.
Actualmente, la compra o no de un producto elaborado con elementos que posiblemente procedan de tierras deforestadas ilegalmente depende de la decisión de los consumidores. Pero este tipo de acuerdo modificaría por completo esa situación.
“Toda esta responsabilidad que recae en el consumidor me molesta. No tendría que ser tan difícil tomar estas decisiones”, comentó Danielle Nierenberg, presidenta de Food Tank, una organización con sede en Washington que trabaja en torno a la sostenibilidad y la seguridad alimentaria.
“El hecho es que los consumidores siguen inmunes a estas cuestiones. A pesar del crecimiento del movimiento de alimentos locales en los países occidentales, sigue existiendo una importante demanda por una diversidad de productos de bajo costo. Es por eso que la verdadera acción tiene que venir de la parte empresarial y los gobiernos deben adoptar un compromiso mayor”, añadió.
Estados Unidos prohíbe el uso de productos de madera de origen ilegal. Su régimen jurídico tuvo gran eficacia al excluir el enorme mercado de este país al ingreso de esos productos.
Sin embargo, Washington no tiene interés político en hacer algo similar con respecto a los productos agrícolas, señaló Nierenberg.
“La verdadera oportunidad para la iniciativa estatal proviene de los países en desarrollo”, afirmó.
“Tienen que invertir más en los pequeños y medianos productores agrícolas, proteger sus tierras de la apropiación de tierras, e invertir en tecnologías agrícolas sencillos que realmente funcionen. Ahí es donde podría ocurrir el verdadero cambio”, subrayó.
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