martes, 16 de septiembre de 2014

La reconfiguración del crimen organizado es la nueva amenaza de Centroamérica



A partir de 1998 y 1999 la estructura del denominado crimen organizado en Centroamérica y Méjico cobra un nuevo rumbo, se convierten en organizaciones más “desorganizadas” (sin tanta estructura), mucho más violentas y no destinadas únicamente al trasiego de drogas. 

“En este momento ya no podemos hablar de los Zetas como la estructura que reclutó miembros de la policía en Méjico y Kaibiles en Guatemala (soldados de élite del Ejército), y dedicadas al trasiego de drogas para el consumo del mercado mejicano y estadounidense; estamos hablando de grupos que extorsionan, secuestran, amenazan, roban combustible de los oleoductos, matan, y que al final son expoliadores de la sociedad”, dijo el catedrático y analista Méjico-estadounidense Tonny Payán. 

En una entrevista exclusiva para Radio Progreso, el estudioso del comportamiento de estas agrupaciones criminales, dijo que las bandas ya no mantienen  arraigo con los grandes capos de la droga, quienes tenían cercanía con la comunidad. “Eran los benefactores”, y en medio de sus actividades ilícitas mantenían el equilibrio. Pero, al parecer, todo ese esquema se rompió con la conformación de los Zetas en Tamaulipas, que coincide con los procesos de paz en Centroamérica.

“Ahora existe un modelo de crimen organizado mucho más cruel. Son grupos transnacionales con tácticas y disciplina militar y con un claro proceso de expoliación hacia la sociedad. El mejor ejemplo que podemos poner es el surgimiento de los Zetas, pasó a ser más que el brazo armado del cartel del Golfo, que se dedicaba al tráfico desde Colombia pasando por Centroamérica y Méjico hasta llegar a Texas y así expandir la mercancía por todo Estados Unidos”, comentó Payán. 

Todos quieren un pedazo del pastel

En estos momentos, Estados Unidos están legalizando en algunas ciudades (Colorado y Washington) el uso de la marihuana para uso medicinal y de recreación, lo que dejó para el año 2013   una ganancia de más de dos mil quinientos millones de dólares, lo que puede llevar a esta nación a querer tomar una parte del negocio de la venta de drogas a través del pago de los impuestos y la generación de empleos para la producción, lo que analistas como Payán advierten que traerá recrudecimiento de la violencia para nuestros países, ya que los grupos criminales no están dispuestos a ceder esa parte del pastel. “Esto es un negocio y todos quieren participar y ganar”.

 Reconfiguración del crimen organizado 

En los últimos años la reconfiguración de estas agrupaciones han provocado debilitamiento y en muchos otros casos fortalecimiento de las mismas. El cartel de Juárez está sumamente debilitado es una sombra de lo que era años atrás. El cartel de Tijuana va por ese camino, sin embargo el cartel de Sinaloa, a pesar de la captura de su líder, Joaquín “el Chapo” Guzmán, es un cartel que ha seguido funcionando hasta este momento con toda normalidad. 

El cartel del Golfo sin embargo ha sufrido un enorme debilitamiento porque ha sido asediado por la administración de Felipe Calderón y ahora de Enrique Peña Nieto en Méjico, quienes han emprendido estrategias frontales en contra de esta agrupación aunque lo han tratado de ocultar en los medios de comunicación. 

Con el cartel de los Zetas la administración anterior de Méjico tomó la misma postura porque fue el único cartel que se volcó en contra de la sociedad, provocando actos como la quema de negocios, tráfico de migrantes, de personas, entre otros delitos. Además diversificaron sus actividades generando un clima de terror en territorio azteca. “Esta agrupación dio paso a la violencia simbólica, matar de la forma más cruel para dejar un mensaje de miedo a sus agrupaciones rivales”, dijo Payán. 

Lo que ahora verdaderamente debe preocupar a los gobiernos, según este experto, es comenzar a crear estrategias que ataquen ya no únicamente una banda, sino varias células de esa agrupación criminal que se fragmentó.

“Aquí corremos el riesgo que los gobiernos abusen de su autoridad y al ser incapaces de controlar el delito se conviertan en exterminadores, violando toda ley e imponiendo orden a costa de generar más muertes”. 

Otro de los apuntes que el analista dijo en la entrevista es la penetración del crimen organizado en las estructuras gubernamentales, policiales y en los aparatos de justicia, sobretodo en países como Guatemala, Honduras y El Salvador.

Ante esta dura realidad, el reto que deja Tonny Payán es la necesidad de fortalecer el Estado de derecho en estos países, ya que hasta ahora la clase política ha permitido su debilitamiento dejando que el crimen organizado y narcotráfico penetren a la institucionalidad. 

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