miércoles, 24 de septiembre de 2014
Una esperanza
Cuando nace un niño o una niña hay mucho gozo, fe y esperanza; un torrente de amor se esparce sobre la humanidad de sus padres como obra de Dios. Cuando se gradúa un doctor se piensa que será un salvador de vidas y que no traicionará el juramento hipocrático. Cuando se titula un abogado se cree que brillará la justicia, la transparencia y la verdad y que no se pondrá del lado de la corrupción, la impunidad y la maldad; que defenderá con vehemencia la vida y las leyes.
Cuando logra coronar su carrera un agrónomo, un forestal, un veterinario o un ambientalista se supone que protegerá la naturaleza y la biodiversidad y que no hablará a nombre de las grandes empresas transnacionales productoras de agroquímicos como DOWN, MONSANTO, BAYER, etc. o a nombre de mineras, madereras, petroleras, que tanto han destruido la naturaleza.
Cuando culmina su profesión un periodista se piensa que detrás de un medio escrito, radial o televisado estará un paladín de la verdad, no un sicario de la mentira, de la trampa, del blanqueo de noticias. Cuando se toga un maestro viene rápidamente a la mente la idea que reducirá el analfabetismo y que los niños y niñas tendrán educación y formación de calidad, pero este anhelo cada día es más precario en Honduras. Cuando un militar o cadete de policía llega al culmen de su formación, ingenuamente se piensa que desarrollará sus capacidades para defender la Patria de los voraces saqueadores e invasores modernos y a proteger la vida de los y las ciudadanas sin importar su ideología, condición económica o clase social. Jamás se cruza en nuestras mentes que se aliará con el Imperio del signo que sea, o actuará de manera perruna al lado de la oligarquía, mucho menos que se convertirá en sicario y agresor de su misma clase y raza.
Pero cuando se consagra un papa, un obispo, un pastor, un clérigo se piensa, se cree, se supone por sus altos valores morales, humanos, religiosos y espirituales que propenderá a hacer todo lo que la sociedad exige de estos profesionales o ciudadanos, principalmente a defender la vida, la naturaleza y la obra de Dios según los preceptos del Génesis.
La crisis de valores que vive Honduras es grave. La vida no vale nada; la honradez y la transparencia son una quimera; la justicia está por los suelos; la verdad se compra a buenos precios; la religión se ha convertido en un negocio; a nombre de Dios se imponen cuotas de pago; los medios de comunicación social en vez de orientar desorientan y favorecen la impunidad; los que legislan entregan el país al mejor postor, etc.
El día sábado 20 de septiembre en la ciudad de El Progreso, Yoro, asumirá la responsabilidad de Pastor de la Diócesis de Yoro, Honduras, el sacerdote Héctor David García Osorio DAVID. La consagración episcopal será a las 10 de la mañana y tendrá como escenario el famoso Colegio San José. El nuevo obispo remplazará al recién fallecido y recordado Monseñor Juan Luis Giassón.
El presbítero diocesano Héctor David es originario de Concepción de María, Choluteca, uno de los departamentos más empobrecidos de la zona sur de Honduras y nació el 23 de septiembre de 1966 siendo ordenado sacerdote en noviembre de 1997.
Estudió teología y filosofía en el seminario mayor Nuestra Señora de Suyapa en Tegucigalpa y hasta hace unas semanas fue su Vicerrector; además obtuvo una licenciatura en teología espiritual en la Universidad Gregoriana de Roma.
Hacemos votos porque el nuevo obispo sepa interpretar los anhelos y aspiraciones del pueblo, de la grey cristiana y del movimiento popular de esta dinámica Diócesis que ha visto desde hace muchas décadas violentados sus derechos humanos y civiles, pero sobre todo el derecho a la vida. Los niños y niñas, las mujeres, los migrantes, los campesinos, las etnias, los obreros y los sectores profesionales están dentro de los más perjudicados y abandonados. De estos es que habla Jesús en sus bienaventuranzas (Lucas 6, 20-26).
Lo animamos Señor Obispo a insistirle a los que gobiernan Honduras a leer y adquirir conciencia sobre el Salmo 58: Dioses, ¿será verdad que hacen justicia y gobiernan como es justo a los hijos de los hombres? Pero no, de adrede cometen injusticias y sus manos imponen al país su violencia. Desde el seno materno andan descarriados los impíos; desde el vientre de su madre se desvían los que dicen la mentira…
¡Qué el Dios de la Vida le ilumine, Señor Obispo, a guiar la Barca de Pedro hacia un destino más humano, solidario y fraterno!
Rodolfo Cortés Calderón
Ingeniero agrónomo hondureño
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