jueves, 11 de septiembre de 2014
Pepe: El Migrante que sobrevivió a Los Zetas
Pepe Sarmiento lleva el terror cicatrizado en cuerpo y mente. “Recuerdo como si fuera hoy el día que los Zetas tenían planeado matarme ya que mi hermano quien está en Estados Unidos, no había pagado los 3 mil 500 dólares que pedían para dejarme libre”, esas palabras dijo entre lágrimas al ser entrevistado.
Como lo hacen mil 538 hondureños y hondureñas cada semana; Pepe se fue del país en busca del mal llamado “sueño americano” empujado por el desempleo, el hambre y la inseguridad que tanto agobia a la mayor parte de la población que vive en el país.
Con mil 500 lempiras en el bolsillo, este hombre de 30 años salió junto a su cuñado Jorge desde San Pedro Sula, donde tomaron el autobús a las 5 de la tarde y los condujo a la frontera con Guatemala. “A esa hora salieron dos buses repletos de personas que íbamos mojados a Estados Unidos”, indicó.
Inició el martirio
Con su mirada perdida en el horizonte recordó.
“La pesadilla inició una vez cruzamos la frontera mexicana, allí caminamos por montañas enfrentándonos a toda clase de peligro. El primer día de camino fuimos asaltados por tres personas armadas con AK 47 y nos dejaron sin ningún centavo y a mi cuñado lo intentaron violar pero gracias a Dios no pasó nada”.
Recordó que en medio de un torrencial aguacero llegaron a Tenosique, en el estado de Tabasco, lugar donde conocieron a sus verdugos. “Mientras esperábamos el tren llegaron tres personas que nos dijeron que ellos nos llevarían a Estados Unidos por 3,500 dólares y nosotros ya no queríamos seguir caminando solos y aceptamos el trato”.
Pedro nos contó cómo los subieron a un vehículo donde además iban otros cinco migrantes. Los condujeron en término de tres días a un lugar cercano a la frontera con los Estados Unidos, y llegaron a una gran casa amurallada donde había un promedio de 65 migrantes raptados.
“A partir de ese momento nos dimos cuenta que habíamos sido secuestrados por el cártel de los Zetas. Un hombre gordo y pelón al que le llamaban “Maikin” les gritó a sus compinches que trajeran los balines (balines les llaman a las personas secuestradas que sus familiares no quieren pagar el secuestro) y comenzaron a torturarlos de una manera salvaje”.
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De acuerdo a Pepe en ese momento comprobaron que sus captores no estaban presumiendo las amenazas que les habían hecho. Media hora después de haber llegado escuchó los gritos de dos mujeres a las que estaban violando varios integrantes de los Zetas.
“Ese mismo día a las 10:30 de la noche escuchamos cuando “Maikin” ordenó sacaran a 6 migrantes a los que se les había vencido el tiempo para que sus familiares pagaran el rescate, al momento los sacaron maniatados y con cinta adhesiva en la boca. Minutos después se escucharon varios gritos que decían que por favor nos los mataran… seguido se escucharon las ráfagas de los fusiles”.
De esas ráfagas que suelen herir el silencio en aquel lugar de parajes solitarios.
45 días en el infierno
Los 45 días que pasó Pepe junto a 64 migrantes en las garras de los Zetas reconoció que fue un completo infierno. “A parte que recibíamos torturas escuchábamos voces de personas drogadas que hablaban sobre cómo irían eliminando a cada uno de los secuestrados a los que sus familiares se negaban a pagar el dinero del rescate”, indicó.
A los 44 días de cautiverio se mentalizó y se preparó para morir ya que su hermano no había podido conseguir el dinero requerido. Manifestó que él era parte de un grupo de 8 migrantes que iban a ser eliminados el día 46 por lo que estaba lleno de zozobra y solo pensaba en su esposa y sus tres hijas que dejó en San Pedro Sula.
“Cuando salí del cuarto que alquilábamos le prometí a mi familia que al llegar a Estados Unidos, trabajaría duro para comprar un solar y construir una casita y mandar dinero para que nada les faltara y por supuesto ahorrar para montar un negocio, sin embargo lo único con lo que me encontré y lo que me esperaba era la muerte”, indicó mientras lágrimas rodaban en sus mejillas.
En un acto de desesperación junto a otros migrantes intentó provocar una explosión de un chimbo de gas para poder escapar del cautiverio, sin embargo el intento fue impedido y eso les valió para recibir cuatro días de tortura sin alimentación y sin agua.
La semana que tenían planeado matarlo un milagro lo hizo nacer de nuevo; los santos a los que a cada momento les pedía protegieran su vida pareciera que escucharon sus clamores y coincidentemente con el sacrificio de su hermano quien a costa de todo lo imposible logro recolectar los tres mil 500 dólares y de inmediato los pagó para salvarlo de las garras de la muerte.
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Pepe es uno de los cientos de inmigrantes que, según estimaciones de organizaciones no gubernamentales, a diario son secuestrados en territorio mexicano por células de Los Zetas, organización identificada por el Departamento de Justicia de Estados Unidos como la más peligrosa que opera en México, la cual, en menos de una década, logró un inestimable nivel de corrupción de servidores públicos y su internacionalización a Centroamérica y Estados Unidos.
Los Zetas están en todas partes y el secuestro de migrantes es hoy uno de sus principales negocios, es también una de sus acciones más violentas. De acuerdo a Pepe las víctimas secuestradas pasan enfrente de policías de migración y militares y no los detienen.
Logró su libertad
Pedro recuerda, porque se salvó de la muerte. Recuerda que una vez recibieron el dinero viajaron 30 minutos en vehículo y luego los pasaron de río Bravo para dejarlos en territorio del Estado de Texas, donde comenzaron a caminar por tres horas para luego ser perseguidos por “la migra” quienes lograron capturar a 5 de sus compañeros.
“Solo una muchacha y yo nos logramos escapar y llegamos a una aldea donde una mujer de origen mexicano nos auxilió y nos dio comida y dormida por 8 días hasta que nos enviaron una persona para que nos trasladara a Miami, Florida”, indicó.
Allí trabajó 9 meses para luego buscar en otra ciudad un trabajo más remunerado… sin embargo como decenas de miles de migrante fue detenido por Migración y luego fue deportado a Honduras aterrizando en el aeropuerto Ramón Villeda Morales de San Pedro Sula, su tierra natal donde lo esperaba la misma realidad que lo obligo a irse mojado.
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El ascenso del desempleo, pobreza, miseria y violencia que vive el país, expulsa cada 60 minutos a nueve hondureños y hondureñas quienes buscan a través de la migración mejores condiciones de vida en tierras Estadounidenses.
El dato anterior es parte de una investigación realizada por el Foro Nacional para las Migraciones en Honduras (FONAMIH), en el referido documento se da ha conocer que unos 80,000 hondureños viajan al exterior cada año o sea 5.951 cada mes; 1.538 por semana; 219 cada día y 9 cada hora.
También reitera que de cada 100 hondureños que salen rumbo a los Estados Unidos, únicamente 7 llegan legalmente y solo 18 logran el objetivo de entrar ilegalmente, mientras que 75 son deportados.
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