jueves, 20 de marzo de 2014

El profesor Palacios


No podíamos dejar pasar estas voces contra el olvido sin dedicar un tiempo al profesor Adán Palacios Irachez, quien falleció el miércoles pasado en Tegucigalpa y fue sepultado el jueves.

No podíamos omitir este acontecimiento porque la partida de Adán recuerda el nacimiento del Comité de Familiares de Detenidos –Desaparecidos en Honduras.

En los primeros días de búsquedas de personas desaparecidas por los militares, las madres encontraron en la oficina sede de Adán Palacios en Comayagüela un lugar para tomar agua, imprimir documentos y planificar acciones.

Puede afirmarse, inclusive, que el COFADEH fue fundado en la sede del Partido Demócrata Cristiano de Honduras por la claridad y valentía de Palacios, que contrastaba desde entonces con la actitud calculadora de otros miembros de su partido.

Doña Bertilia, Fidelina, Bertha, Zenaida, doña Lidu, doña Tula… decenas de mujeres con llanto en rostro le recuerdan bien a don Adán.

Las víctimas encontraron en él comprensión y acogida, y aunque los militares alvaristas en la farsa constitucional de Suazo Córdova vigilaban sus pasos, este demócrata cristiano se mantuvo al lado animando y acompañando.

La solidaridad de Adán venía fortalecida desde el brutal golpe a los campesinos en Olancho, donde fueron hundidos en pozos malacates, y también de su participación en el proceso de escuelas radiofónicas impulsado por la Iglesia Católica a favor de la alfabetización liberadora del pueblo.

También varios de los amigos y compañeros del profesor Palacios estaban siendo víctimas de la desaparición forzada, que incluía ocultamiento, torturas y asesinatos.

En su humanidad tenía vivo el ánimo de rescatar con vida a los ofendidos, por eso abrió de par en par las puertas de la DC en la capital.

De ese modo un educador comprometido con las transformaciones humanas,  de vocación cristiana y conocedor de la clase política, se ponía al servicio de la búsqueda de verdad y justicia.

En lo personal, el apadrinamiento sincero, espontáneo y natural de Tomasito Nativí Oliva, que quedó huérfano en el vientre de su madre en 1981, luego de la desaparición forzada de su padre, hizo de Adán Palacios un referente ejemplar.

Tomás creció al lado de un hombre que le quiso como un padre de sangre, le orientó y nunca le apartó de la presencia de su padre biológico, respetando y queriendo a su madre, con quien procreó a su hermana Marcelita.

Así, con la partida de Adán vimos las dos escenas. La del sistema político despidiendo con respeto a uno de sus principales asesores y consejeros, y a las niñas y niños de Tomás, llorando a su abuelo, el viejo buena onda y querido.

En la vela y el entierro, todos sus hijos e hijas, y su último hogar en pleno, incluyendo la familia del COFADEH acompañando a Bertha.
¡Hasta siempre, Profesor Palacios!
Editorial Voces contra El Olvido, 

sábado 15 de marzo de 2014

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