martes, 4 de agosto de 2015

Diálogo universitario



Saludamos la disposición de las autoridades universitarias para poner en marcha el dispositivo del diálogo como el instrumento más propicio para debatir con los estudiantes y lograr acuerdos conjuntos que pongan fin a los actuales conflictos que se vienen arrastrando desde hace cerca de un año.

Con sus acciones juveniles, de tomas de instalaciones y rostros cubiertos, los estudiantes despertaban la desconfianza y el rechazo de las autoridades universitarias. La señora rectora ha recurrido al Ministerio Público en base al criterio de que a las autoridades universitarias corresponde proteger las instalaciones y el patrimonio de la universidad en tanto un bien público a ellas encomendado.

Durante varios meses la negativa a dialogar y la descalificación de las acciones estudiantiles ha sido la tónica de las autoridades universitarias, al tiempo que han dejado en claro que no dialogarán con quienes ejercen presión y son manipulados por gente con intereses extraños a la universidad. Por su parte los dirigentes estudiantiles acusan a la rectora de ser dictadora y represiva al modo autoritario como Juan Orlando Hernández está gobernando el país.

Estas posturas ha profundizado el conflicto. Las autoridades universitarias, dejándose llevar por el celo profesional en defensa de los intereses universitarios, se cegaron hasta perder la óptica de ver el conflicto como una enorme oportunidad para la construcción de espacios de diálogo, debate y de búsqueda conjuntas. Ya lo dijimos en una ocasión y lo reiteramos con mucha más fuerza: si en el país se han cerrado los espacios para el entendimiento, ¿por qué no la universidad no nos abre una cátedra de la que podamos aprender toda la sociedad hondureña? Y el primer paso debieron darlo las autoridades universitarias. Y al no darlo, las consecuencias han redundado en su propio desprestigio.

Ninguna posición intolerante es la mejor consejera en situaciones de conflicto. Las autoridades universitarias han de tener muy claro que los líderes estudiantiles no pueden ser tratados nunca como enemigos, y los estudiantes organizados han de tener claro por igual que las autoridades universitarias no son ni pueden ser enemigos a destruir.

Valoramos que se haya abierto el camino del diálogo. El peor servicio que pueden dar las autoridades universitarias en este y en cualquier conflicto es amenazar a los estudiantes con garrote y fuerza bruta. Las protestas y revueltas estudiantiles son parte intrínseca de la vida estudiantil, y conviene verlas en positivo aún con los riesgos de que pudieran tener una dosis de manipulación. Saludamos el diálogo en la Universidad nacional Autónoma.

Será difícil, sin duda, pero es el camino. Insistimos: el actual conflicto estudiantil es apenas un pequeño botón de la vida y riqueza estudiantil, y si la sociedad hondureña está atrapada en la altísima conflictividad, es impensable que este ambiente no se exprese en la universidad. Y si la conflictividad en Honduras no se resolverá mientras los diversos sectores de la sociedad no se sienten a debatir hasta lograr consensos mínimos, ¿No tiene acaso la Universidad Nacional la más espléndida ocasión para darnos a los hondureños y hondureñas una cátedra de cómo resolver conflictos a partir del diálogo?

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