martes, 25 de agosto de 2015
En reconocimiento
El periodista David Romero Ellner no es monedita de oro, pero ¿quién realmente en nuestra Honduras tiene tanta pulcritud en sus actos para brillar como oro puro? ¿Acaso algún presidente o expresidente de la República? ¿Algún político o funcionario público? ¿Alguno de los dirigentes populares o de derechos humanos? ¿Un pastor, sacerdote, obispo o cardenal nos dan clase de esto?
El periodista David Romero Ellner no procede de ninguna estirpe sagrada. Ni siquiera se ufana de creyente. No solo se cuenta entre los comunes de los mortales, sino que es tan mortal que hasta ha sido acusado y condenado por un delito que pagó encerrado en una cárcel del país. Mucha gente –de la que se siente libre de pecado y presenta su brillo como si fuese de oro puro— eleva el grito al cielo achacando sus pecados del pasado sin admitir que las personas pueden tener cambios. Sin embargo, este periodista de carne y hueso, se ha colocado ante la mirada del cañón mortal de los verdugos del pueblo, y con pruebas en mano ha elevado su voz de denuncia y de reclamo de justicia, como muy escasa gente en nuestro país lo ha hecho con la extensión de nuestra historia.
La historia de David Romero está cruzada de luces y sombras, y su causa jamás llegará a los sagrados altares religiosos. Sin embargo, este periodista sigue exponiendo su vida por hacer uso de la libertad de expresión sin buscar atajo a la verdad y sin importar las consecuencias. ¿Cuáles fueron sus motivaciones iniciales? Nadie las puede saber, y a estas alturas es lo que menos importa. El dato irrefutable es que ha hecho las denuncias que nadie jamás ha tenido la capacidad y la valentía de hacerlas. Y hoy su vida está en altísimo peligro por estar ejerciendo un periodismo que ha puesto a temblar el sistema de corrupción y de impunidad. Y a muchos nos ha puesto a defender a Honduras en plena calle y con antorcha en mano.
La labor que realiza en la actualidad David Romero es la muestra del verdadero papel que deben desempeñar los periodistas y comunicadores sociales, quienes están llamados a ser fiscalizadores y veedores del poder, y no como ocurre actualmente, que son fieles protectores de esos grupos que están embarrados hasta el tuétano con los actos de corrupción.
Desde el ERIC y Radio Progreso hacemos reconocimiento a esa labor periodística que ha realizado don David Romero Ellner. En su momento hemos sido críticos de su trayectoria ética como persona y como profesional, pero la vida –una vez más— nos sale al paso con su misterio y su sabiduría. Hoy aceptamos estar en deuda con este hondureño y profesional del periodismo quien por hablar en nombre de las víctimas hoy está expuesto a una muerte ingrata. Hoy es una necesidad que nuestra denuncia y nuestro servicio salgan de la prudencia y de los cálculos para acompañar estas graves denuncias que sacó a la luz pública este periodista.
Es cierto que nada en la vida queda en el olvido, y menos podemos admitir que se olviden los hechos que dejaron dolor y sufrimientos. Pero la labor que en este momento hace David Romero Ellner, demuestra su entrega a la verdad, justicia, y su lucha en contra de la corrupción y la impunidad hasta exponer su vida como lo está haciendo. Respaldar y acompañar estas denuncias es seguir acompañando la lucha contra los corruptos y los impunes.
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