viernes, 21 de agosto de 2015

Un grito por la vida



Una vez más nuestros gobernantes pusieron el territorio hondureño a disposición de la industria extractivista para que venga a explotar los minerales que tiene nuestra tierra sin importar las consecuencias que estas prácticas generan en la población.

No sólo se trata de los desplazamientos y expulsiones de las familias de sus comunidades, sino que se atenta contra la salud y la vida de los habitantes, se desmejora la calidad de vida y se atenta contra la relación y conexión que tienen las familias con el ambiente. Se destruyen las fuentes de agua, los bosques y se destruyen los nutrientes de la madre tierra llevándola hasta la esterilidad. El único objetivo de las mineras es llevarse nuestros recursos dejando más miseria, luto y dolor entre las familias.

En San Pedro Sula se presentaron dos escenarios: al interior de un hotel, el gobierno expuso el país entero y puso a la venta los bienes naturales ante representantes de las industrias extractivas de varios países, abriendo las puertas de par en par para que vengan y exploten la tierra para extraer los minerales y llevárselos del país.

Pero en las calles y en las afueras de dicho hotel estaba el otro escenario, muy contrario a lo que adentro se discutía. Pobladores y comunidades enteras protestaban en contra de la entrega del territorio y reclamaban su derecho a la consulta previa para desarrollar dichos proyectos.

El “Cónclave Mundial de la Minería”, cuya sede ha sido San Pedro Sula, es el evento más dañino del año porque significa la venta de los territorios sin importar que con ello se acaba con la familia hondureña y condena al país a más miseria.

El Consejo de la Minería e Industria Extractiva de Comercio e Inversiones, Comicoin, puso a disposición de los “inversionistas” mineros más 950 sitios en Honduras que son sujetos de investigación para poder ser explotados por esta industria.

Pero las comunidades, los pueblos en general también dicen presentes y se declaran en lucha permanente. La población ha dejado muy clara su postura que aunque el gobierno entregue las concesiones mineras, los mineros no podrán entrar a las comunidades. Un grito en contra de la minería es un grito por la vida.

Y como dice el Papa Francisco en su encíclica Laudato Si “Nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común como en los últimos dos siglos. Pero estamos llamados a ser los instrumentos del Padre Dios para que nuestro planeta sea lo que Él soñó al crearlo y responda a su proyecto de paz, belleza y plenitud. El problema, dice el Papa Francisco, es que no disponemos todavía de la cultura necesaria para enfrentar esta crisis y hace falta construir liderazgos que marquen caminos, buscando atender las necesidades de las generaciones actuales incluyendo a todos, sin perjudicar a las futuras generaciones.


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