lunes, 31 de agosto de 2015
A Margarita Murillo
Hoy recordamos a Margarita Murillo, hace un año nos la arrebataron cobardemente. No somos aficionados de la muerte, y recordamos a Margarita porque vive en cada lucha y en cada antorcha indignada. Como bien lo dice el cantautor del pueblo Alí Primera, “Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos y a partir de este momento es prohibido llorarlos”
Margarita fue signo de muchas luchas. Fue una mujer que rompió el modelo de liderazgos y desde sus 13 años dedicó su vida a la lucha por el acceso a la tierra, sus liderazgos y acciones la llevaron junto a sus compañeros y compañeras de camino a fundar la Central Nacional de trabajadores del Campo, en 1985. Con su lucha contribuyó a romper la idea de que la lucha agraria es cosa de hombres.
Pero también Margarita simboliza un ser humano con profundas convicciones. Por su trabajo en defensa de la tierra en la década de los ochentas Margarita fue secuestrada y torturada por los escuadrones de la muerte de Álvarez Martínez, bajo el paraguas del terror de la Doctrina de Seguridad Nacional. Las cicatrices de la tortura de los ochentas solo acrisolaron sus convicciones de una tierra compartida.
Recordar la vida de Margarita, también es recordar la crueldad del Estado hondureño con su gente. La lucha por la tierra que encarnó Margarita hoy sigue sin resolverse. El Estado no solo no resolvió el conflicto agrario, sino que lo profundizó, de tal manera que hoy tenemos 350 mil familias sin un pedazo de tierra. A pesar de la crisis actual, el gobierno sigue entregando nuestras riquezas naturales a través de los parques mineros y las ZEDEs.
Pero el desprecio del Estado por su gente no parece tener límites. Según las organizaciones defensoras de derechos humanos Margarita es una las 14 personas asesinadas desde 2009 a la fecha que gozaban de medidas cautelares solicitadas al Estado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. A pesar de que el Estado tenía doble responsabilidad de protegerla, su muerte sigue en plena impunidad. A un año de su martirio, es una cifra más en el estado de muerte y terror en el que vive la sociedad hondureña.
Desde su sencillez, rebeldía y convicciones profundas, Margarita acompaña la lucha del pueblo hondureño, es una antorcha que a su paso fue quemando moldes y construyendo esperanzas, hoy sigue inspirando a hombres y mujeres en la tarea de construirnos como pueblo.
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