sábado, 29 de agosto de 2015

Contagios



Hay contagios que hacen daño, debilitan, enferman y dejan secuelas negativas. Esto en el cuerpo humano como en el cuerpo social. Cuando alguien anda con la gripe el contagio del virus no solo es inminente sino dañino para la salud de las personas.

El contagio también ocurre en el cuerpo social. Cuando una institución pública es conducida por corruptos es previsible el contagio a toda la institución y a muchas otras instituciones. La depresión económica contagia desánimo y pérdida de ilusión en todo el cuerpo social.

En estos días de ebullición social y política, los contagios entre Guatemala y Honduras se parecen a la gripe o a la chicuncunya. Rápidamente se contagian. Con la diferencia de ser un contagio estimulante, positivo, generador de conciencia de dignidad y recupera las fuerzas a todo el cuerpo social.

Unos meses atrás, desde Honduras mirábamos de lejos las movilizaciones ciudadanas en contra de la corrupción y la impunidad en Guatemala. Aunque territorialmente cerca, nos parecía que lo que sucedía en la hermana república era como escuchar noticias de tan lejos como lo que había ocurrido en los países árabes unos años atrás.

Sin embargo, irrumpió el contagio. La indignación se encendió en muchísima gente, especialmente juvenil, y se encendieron las antorchas porque en Honduras nos dimos cuenta que la corrupción y la impunidad en Guatemala se quedaba chiquita en relación con el saqueo del Seguro Social por parte de políticos y funcionarios públicos. Y si el presidente en Guatemala estaba salpicado con la corrupción, el presidente hondureño estaba embarrado hasta el tuétano, mientras hablaba de estar llevando a la sociedad hondureña hacia una vida mejor.

Los contagios nos enriquecen, nos fortalecen, hermanan a los pueblos y contribuyen a identificar con claridad a los corruptos y a los que juegan con la conciencia y la dignidad de toda la sociedad. El contagio entre la población guatemalteca y la hondureña nos dignifica, nos hace crecer en ética, en dignidad y en lucha por la democracia y el Estado de Derecho.

Este contagio nos descubre en nuestras comunes raíces honestas y pacíficas, y nos capacita para luchar en contra de los violentos y los deshonestos. El contagio entre los pueblos nos descubre que somos mucha gente digna, y que por mucho que sea el poder de los corruptos, nos convencemos que son pocos y nunca tendrán las riquezas que son propias de estos dos pueblos contagiados: la ética, la dignidad y la no violencia activa. ¡¡Sigamos contagiándonos de las luchas de los pueblos nobles y honestos!!


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