miércoles, 25 de febrero de 2015
Entre realidades y espejismos
Son las 7 de la mañana, tomo un taxi para asistir a una reunión. En la radio suena la noticia de la semana, el Congreso Nacional aprobó un decreto mediante el cual decidió, sin consulta alguna, pasar fondos de los abonados del Seguro Social y del Instituto de Jubilados y Pensionados a la corporación General Electric, para la generación de energía eléctrica. A renglón seguido afirma el motorista, “mucho se ha hablado en los medios de comunicación sobre ese tema, pero muy poco se ha dicho. No se ha dicho cómo va funcionar el traspaso de los fondos, a qué tasa interés, cuándo se van a reintegrar esos recursos a las cuentas de los institutos, a qué política pública responde y a qué intereses beneficia dicha decisión”.
Hace una pausa el taxista, y con mucha seguridad afirma: “En medio de todas las dudas hay tres cosas claras: primero, el traspaso de los fondos de los empleados públicos y abonados del Seguro Social a una transnacional para hacer negocios con el propio Estado, segundo, el abuso de poder de los diputados y su opción preferencial por los intereses de la elite empresarial y transnacional; y tercero, nadie está protestando por todos los abusos”.
A las afirmaciones certeras de don Manuel, le responde un silencio de sus acompañantes. Sin embargo, sus reflexiones están en sintonía con una realidad que en los últimos años se ha profundizado de manera escandalosa. La legislación de parte del Congreso Nacional a favor de una transnacional, solo es una hebra de la madeja de todo el proceso de desmantelamiento del Estado hondureño. Con el golpe de Estado los grupos de poder han ido consolidando fuerza y acumulando riqueza, llegando a tener un gobierno de su estricta confianza y a la altura de sus ambiciones. Es decir, un gobierno de colmillo sanguinario, neoliberal por convicción, el gobierno de la vida mejor, de unos poquísimos millonarios.
Mientras el gobierno de los ricos y corruptos avanza y se afianza, en sentido contrario camina el movimiento social hondureño. Hasta mayo de 2009 el movimiento social tenía la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular como espacio de lucha y de resistencia a la privatización de los recursos naturales y defensa de las instituciones públicas. Sin embargo, en la segunda década del presente siglo, toda la lucha y sueños han quedado en manos de la política electoral.
En resumen, 5 años después del golpe de estado, la elite empresarial, política y militar hondureña está más fuerte que nunca y el movimiento social hondureño está en la extrema fragilidad. Han saqueado al seguro y no nos movilizamos, estas vendiendo el territorio a pedazos y no nos movilizamos, están despidiendo trabajadores públicos y nadie mueve un dedo, están asesinando a la niñez, juventud y mujeres y todo sabe a normalidad, hay casi 3 millones de desempleados, pero se sigue esperando el milagro de que “Honduras está cambiando”.
Lo que no hemos querido entender es que el poder no reside en las instituciones, sino en los cartapacios de un reducido grupo de políticos, empresarios y militares. Y por tanto, recuperar la institucionalidad, la defensa de los recursos naturales y la construcción y toma de poder solo será posible desde un pueblo organizado, formado y en lucha permanente. Todo lo demás son espejismos e ilusiones pasajeras. Don Manuel frunce el ceño, sabe que la realidad es más compleja, pero ya no hubo tiempo para más, nuevas rutas le esperaban.
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