martes, 17 de febrero de 2015

Control militar



La mayoría de los actos de violencia que vive Honduras y Centroamérica están vinculados al crimen organizado como el narcotráfico y tráfico de armas, todo esto agravado por la corrupción, la pobreza y la desigualdad, con un sistema de operación de la justicia salpicado por los violadores de la ley.

Y en nombre del rescate de la seguridad pública, en Honduras se está avanzando, con paso acelerado, a la militarización de la sociedad. Los militares ahora ocupan el centro de atención en el tema de la seguridad pública, la administración de instituciones del Estado, intervención de oficinas y empresas estatales. Controlan los órganos operadores de la justicia integrados en la llamada Fuerza de Seguridad Interinstitucional Nacional, Fusina.

En la década de los noventas, los militares recibieron un duro revés al ser arrinconados a sus barracas y cuarteles, pero actualmente y a medida avanza el tiempo, los militares aumentan más su control sobre el país. El golpe de estado fue la puerta para irrumpir con su protagonismo, teniendo como sus principales aliados a los políticos y empresarios.

La apuesta es más que evidente: militarizar la sociedad para salvaguardar los intereses de grupos y capitales multinacionales, en pocas palabras mantener el estatus quo. Por eso hoy, los militares tienen el control de la información y los puestos clave en las decisiones estratégicas del país. Eso explica por qué están tan al frente de las telecomunicaciones.

Los militares se han convertido desde guardianes de terratenientes pasando incluso como protectores de empresas multinacionales que se están instalando en diversos territorios del país con sus represas hidroeléctricas y sus explotaciones mineras hasta lanzarse de lleno a las calles y carreteras con sus operativos, desplazando la labor de una maltratada y salpicada policía nacional preventiva.

Jamás un pueblo podrá levantar la cabeza frente a un cuerpo armado que no entiende de diálogos y consensos porque su formación, según el libreto, es primero matar y después preguntar. Las posibilidades de cortar el crecimiento y empoderamiento de los militares están en la respuesta ciudadana a través de la movilización nacional y la denuncia pública, además en la llamada oposición en el Congreso Nacional, ojalá, ambas instancias, estén a la altura para responder a estos y otros desafíos.

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