lunes, 10 de febrero de 2020

¿Izquierda es una semántica dicotómica con el capitalismo?


Rebelión

Por Carlos G. Osto

En sectores de la izquierda se habla de la “nueva izquierda capitalista” como si fuera nuevo que gentes y partidos políticos que se autodefinen como de izquierdas, no vayan más allá (en el mejor de los casos) del deseo de humanizar el capitalismo, que es donde viven y se relacionan. Estos mismos izquierdistas clásicos afirman que de izquierda [1] solo se puede reclamar quienes defiendan ideológica y discursivamente (sin importar el momento), hacer la revolución prometida, la toma del Estado.

Por tanto, habrá que preguntarse qué significante es izquierda; habrá que dilucidar si solo es un posicionamiento semántico/ideológico que se identifica como contrario de la derecha, con partidos históricos que, supuestamente, bebían del doctrinario marxista/anarquista que a su vez bebía de la revolución francesa de 1.879, que aboga por la dirección de una clase proletaria, y obvian acciones de partidos como el caso de la socialdemocracia alemana en el poder, que asesinó (entre otr@s), a Rosa Luxemburgo mediante los freikorps, u otros partidos que hicieron la revolución, como los de Stalin, Mao, o Pol-Pot, que asesinaron y esclavizaron en nombre de una dictadura del proletariado –y unas relaciones de producción capitalistas- aunque sus países tuvieran en el momento de la revolución relaciones feudal-campesinas. Es más correcto y revolucionario no identificarse en estos oximorones y estudiar/analizar para aplicar las políticas y acciones adecuadas a la situación del momento en el lugar afectado y la correlación global. Recordemos que el capitalismo del momento de la revolución, no será ya el capitalismo de hoy.

El problema es que, suponiendo que ahora se hiciera una revolución política, la toma al asalto del Estado por parte de algún partido político al uso (con toda la violencia y horror que supondría), y dirigir la economía, se constataría que el aprendizaje, la ideología de lo habido hasta ese momento, sigue estando interiorizada en la población; nuevos dirigentes incluidos. No hay, no existe, nunca hubo, una izquierda que no fuera capitalista en el sentido de lo aprendido/interiorizado de las relaciones sociales, de producción, y apropiación de la plusvalía, más si se identifica con partidos y políticos que siguen con el discurso del derecho al trabajo asalariado.

La revolución como fin, entendida como toma del Poder, no cambia a corto plazo nada, solo da paso a Otro Poder, y recordemos que, tanto los dirigentes del partido, como cuadros, militantes y gente del común, tienen interiorizados todos los aprendizajes, y no es posible pasar, de un día para otro, a tener un pensamiento y ética diferentes.

Posiblemente los precursores revolucionarios tuvieran un deseo en cuanto a bienestar social de las mayorías, pero olvidaron que la revolución es un medio, no el fin, con lo cual, las revoluciones sociales nunca fueron; solo quedó el ejercicio de poder.

Esto ocurre porque la gente, desde que nace, no solo no es “arrojada al mundo” en un espacio neutro, sino que es encauzada/dirigida, educada por el camino social del sistema, formado este por las relaciones con/de, la familia, estudios, trabajo (este cumple todavía una función de asimilación/integración sistémica mucho mas alienante que la propia de generar el beneficio), sexualidad, e incluso, la muerte, etc., relaciones con los poderes interiorizados que mediatizan las mismas, pero también con los poderes que se podrían considerar exógenos, impuestos, aunque no se quiera tener relación con ellos.

Esto posibilita una defensa del sistema por parte de muchos en la medida que la conciencia (social) suele vivir en la parcialidad dual de una actitud elitista o sumisa. La conciencia [2] de las élites quiere vivir únicamente en relación consigo misma para tener la seguridad de libertad para sus actos e independencia (frente al no-yo del individuo en el que educa) apoyándose en la fuerza si es necesario, pero prefiriendo implementar su ideología [3] en el común, de tal forma que a la larga se interiorice como ética [4] de tribu [5].

Viéndose, por tanto, que no es el momento adecuado para hablar de hacer revoluciones clásicas (entendidas como toma del Estado por la fuerza), y que autodefinirse como de izquierdas no explica nada, el reto a afrontar es el de comunicar [6] con las gentes para que el malestar social que producen las agresiones del capital sean identificables como tales por las mayorías, pero facilitando también la inquietud critica que permitirá la liberación de los aprendizajes asumidos hasta el momento, favoreciendo de esta manera, una revolución que llevara al fin deseado, que es el cuidado de lo común, y la dignidad y libertad de la persona.

Efectivamente; cualquiera puede autoproclamarse como “de izquierdas”, pero si sacas en procesión una talla religiosa, facilitas leyes lesivas para el común, defiendes el trabajo asalariado, base –hasta el momento- del capitalismo, participas de alguna forma en el mantenimiento del patriarcado, o defiendes construir armamento con la excusa de mantener unos pocos puestos de trabajo (votos) que no liberan del capitalismo, y no garantizables a largo plazo, el discurso –que no la identificación- queda deslavazado, lo diga quien lo diga.

La diferencia está precisamente en el discurso, en comunicar que la solidaridad no es querer ocupar el sitio del empresario al que el trabajador ideológicamente, y en teoría, debe odiar, y solo envidia, que igualdad significa no dominar; está en ganar al discurso individual/egoísta del capitalismo desde la dignidad, desde una nueva ética de tribu.

Eso sí; todo estaría mejor si los políticos e intelectuales que se autodefinen como de izquierda, progresistas y demás bienintencionados, dejaran de ser tan políticamente correctos y comprensivos con acciones reaccionarias, y con el atraso de las masas, y expresaran sin tapujos y adocenamientos, un discurso más real sobre la realidad.

Notas
[1] Históricamente se debe a protocolo. El origen histórico de la oposición derecha/izquierda surge por la ubicación geográfica de los delegados de la Asamblea Nacional francesa en agosto-septiembre de 1.789, cuando durante el debate sobre el peso de la autoridad del rey frente al poder de la asamblea popular en la futura Constitución, los diputados partidarios del veto real (en su mayoría pertenecientes a la aristocracia y el clero, se agruparon a la derecha del presidente (posición de honor), quedando los opositores (que era la burguesía en ascenso) a este veto, a la izquierda.

[2] Conciencia: con conocimiento. Acto psíquico por el que una persona se percibe a sí misma en el mundo.

[3] Ideología= mistificación, falsas representaciones que los hombres hacen de sí mismos para justificar su posicionamiento ante situaciones sociales. Está estructurada en la cultura. En ciencias sociales, la ideología se suele referir a la conducta social identificada en los partidos políticos, indicando los modos de actuar en colectividad en el sistema.

[4] La ética tiene como objeto los actos que el ser humano realiza de modo consciente, no como espectador, sino desde la responsabilidad individual, diferenciando si un acto ha sido bueno o malo. La ética se relaciona con la antropología, y por tanto, con todas las ciencias que estudian del comportamiento humano.



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