jueves, 20 de febrero de 2020

Un silencio nada casual

Rebelión

Por Atilio A. Boron

Este 2 de febrero se cumplió un aniversario que, según pude constatar, fue por completo ignorado por la mentirosa prensa hegemónica mundial: la finalización de la batalla de Stalingrado (según los historiadores la más sangrienta de la historia de la humanidad) con la derrota de la Wehrmacht de Hitler a manos del Ejército Rojo y los combatientes civiles de la Unión Soviética.

Negación que se suma a la que tuvo lugar cuando se conmemoró en Israel el 75 aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz sin que, salvo contadísimas excepciones, se recordara que el libertador de aquellos pobres cautivos condenados a trabajos forzados y un atroz genocidio no fue otro que el Ejército Rojo.

Auschwitz no se liberó sólo sino que fue liberado por las tropas soviéticas, algo que la pérfida propaganda de la prensa capitalista hace lo imposible por ocultar. Lo mismo ocurre con la batalla de Stalingrado, que marcó un punto de viraje definitivo en la Segunda Guerra Mundial.

La ofensiva alemana comenzó el 23 de agosto de 1942 y culminó, derrotada, el 2 de febrero de 1943. Se calcula que las bajas producidas a lo largo de esos casi seis meses de cruentos combates suman unos dos millones de víctimas militares y civiles, en su gran mayoría del lado soviético.

La ciudad, hoy denominada Volgogrado, fue completamente arrasada y en las últimas semanas el encarnizado combate se libró puerta a puerta. Con la rendición de los invasores se daba vuelta a una página definitiva que abría la puerta a la victoria de la URSS [compartida con los Aliados] en la Segunda Guerra Mundial y ponía fin a la barbarie nazi. Cosa que debería recordarse más a menudo.

Hay muchos documentales sobre el tema, la gran mayoría con un sesgo muy norteamericano. El que me animo a compartir es uno de los menos parciales. Pero hay que tomarlo con pinzas:

Lo importante: sin el Ejército Rojo y el heroísmo del pueblo soviético los nazis habrían finalmente conquistado el mundo. No olvidar esta simple lección.

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