viernes, 7 de febrero de 2020

Migrantes arriesgan sus vidas huyendo de la miseria y la violencia



La travesía de hombres y mujeres que arriesgan sus vidas en condiciones precarias caminando a la intemperie desde Honduras, en un intento desesperado por llegar a Estados Unidos, quedó nuevamente retratado en la primera caravana de migrantes del 2020 que salió de San Pedro Sula, el pasado 15 de enero.

La migración masiva demuestra una vez más que existe un Estado, incapaz de suministrar los servicios básicos a su población. A juzgar por los desgarradores testimonios de la caravana. La mayoría de las personas indicaron que la extrema pobreza, el desempleo, los altos niveles inseguridad y la corrupción, son las causas que los empujan a salir huyendo de su propia tierra.

Este éxodo masivo se ha convertido en una de las mayores crisis humanitarias en Honduras, y tiene como responsables a la estructura empresarial y política que ha gobernado al país en los últimos 38 años. Las más de 4 mil personas de la primera caravana de 2020 fueron víctimas del desprecio y criminalización de su “propio gobierno” encabezado por Juan Orlando Hernández, quien por tercera vez acusó a la “oposición política” y al crimen organizado de ser los convocantes para provocar “ingobernabilidad” en el país.

“Quieren imponer como verdad sus farsas utilizando sus medios de comunicación. Pero, las razones de nuestra migración tienen raíces profundas”, indicó una integrante de la caravana. Cada día, menores y sus familias dejan sus hogares y sus comunidades para embarcarse en una peligrosa travesía hacia el norte. La decisión de marcharse suele ser dolorosa y estar motivada por una interacción de factores, como la pobreza absoluta, la amenaza constante de la violencia, una gran escasez de oportunidades educativas para los niños y un profundo deseo de reunirse con familiares que ya han migrado.

Acuerdos entre EEUU y México

El presidente estadounidense Donald Trump, en junio del año 2019, llegó a un acuerdo con su homólogo Andrés Manuel López Obrador de México, para detener el flujo de migrantes, después de amenazar a ese país con imponer aranceles elevados sobre los productos mexicanos. En ese sentido el gobierno Azteca, aceptó tomar medidas para frenar la migración irregular, incluido el despliegue de la Guardia Nacional en la frontera sur de México-Guatemala.

En este aspecto la caravana también se vio obligada a desafiar las políticas antinmigrantes del presidente estadounidense Donald Trump. Al mismo tiempo que le hicieron frente al desalmado presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, quien sigue al pie de la letra las líneas de Trump, tanto en pensamiento como en acción.

De esta manera, el nuevo muro estadounidense se extendió hasta la frontera sur del azteca, con la diferencia que en este sector es un muro de hombres con uniformes, armas, escudos antimotines, gas lacrimógeno y toletes. Le llaman la Guardia Nacional, compuesta por los cuerpos militares de la Marina, Naval y Militar.

“Lastimosamente Obrador se ha vuelto racista contra nosotros los migrantes. Se le olvida que el pueblo mejicano, sale de la misma manera hacia Estados Unidos en busca de mejores oportunidades. Él pide respeto por sus migrantes, pero, a nosotros nos trata como delincuentes o como si fuéramos una amenaza para la seguridad de México. Nos ha lanzado al Ejército que está entrenado para la guerra. Sin embargo, aquí se ha encontrado con indefensos migrantes, que en su mayoría somos mujeres, jóvenes y niños”, manifestó una integrante de la caravana después de ser reprimida por la Guardia Nacional.

A reglón seguido dijo que, las caravanas son organizadas por el hambre y la desesperación de salvar vidas que huyen de grupos criminales en Honduras. Nadie las financia. Simplemente se hace una convocatoria por las redes sociales y las personas e incluso familias enteras se adhieren a la misma. En las caravanas lo que busca uno es protección, porque de manera solitaria viajamos por rutas peligrosas, donde nos exponemos a violaciones sexuales, asaltos, secuestros, extorsiones o a que nos maten. Con las caravanas nos protegemos en grupo de todo esto”, indicó.

La primera Caravana de Migrantes Hondureños del 2020, salió la madrugada del 15 de enero de la Gran Terminal Metropolitana de San Pedro Sula, al norte de Honduras. “En casa no hay nada para comer. Tengo 6 meses buscando trabajo y no he encontrado, la situación cada vez era más difícil. Solo nos queda la última opción; salir del país en caravana y probar suerte”, dijo una joven madre quien inició el duro camino con sus tres hijos menores de 10 años.

La ruta es difícil y cansada. La caravana se dividió en varios grupos que iban a ratos caminando y a ratos en camiones, rastras, volquetas, etc. Después de tres días de caminar bajo el ardiente sol, comer y dormir a medias, por fin el viernes 17 de enero llegaron a Tecún Umán, Guatemala, ciudad fronteriza con México. Unos 600 lograron entrar a la Casa del Migrante, otros se agruparon en un albergue improvisado en patio de una iglesia, mientras el resto trataba de descansar en los parques y áreas verdes.

Engaña del Gobierno mexicano

El sábado 18 de enero la caravana comenzó a reagruparse a tempranas horas de la mañana en el puente sobre el río fronterizo Suchiate, y llegaron hasta la línea que da acceso a México, por ciudad Hidalgo, en el sureño estado de Chiapas. Allí había un primer anillo compuesto por agentes de migración y un segundo anillo integrado por unos 400 agentes de la Guardia Nacional. Una pequeña comisión pidió que abrieran el paso y otorgaran un permiso oficial para cruzar territorio mexicano hasta llegar a la frontera con Estados Unidos. Sin embargo, integrantes del Instituto Nacional de Migración, no cedieron y cerraron el paso con un enorme portón de hierro.

A renglón seguido pidieron que fueran ingresando en grupos de 20 para analizar los casos y otorgar un posible permiso migratorio. Las personas que accedieron fue en promedio 400, pero la mayoría fueron deportadas el día siguiente a Honduras, sólo un pequeño grupo continúa en los centros de detención esperando un posible refugio.  La mayoría se sintió engañada.

Para el día lunes 20 enero hicieron otro intento, a las 6 am entregaron una nota escrita a mano dirigida a López Obrador, en síntesis, pedían el permiso para ingresar a México y seguir la ruta migratoria. A las 10:20 am recibieron la respuesta y fue totalmente negativa a su petición. Luego de la respuesta, a la 11:30 de la mañana caravana decidió cruzar el río Suchiate. La corriente del afluente tiene poca agua lo que permitió que los migrantes cruzaran caminando sin mucho riesgo. Pero en la otra orilla había un gran muro integrado por la Guardia Nacional, que al final impidió que la población migrante entrara a ciudad Hidalgo, ya en territorio mexicano. Para lograrlo utilizaron gas pimienta, toletazo y piedras. Ese mismo día fueron detenidos un promedio de mil personas.

El martes 21 de enero mientras la caravana se preparaba para iniciar acciones de protesta; hasta los albergues ubicados en Tecún llegaron agentes del Instituto Federal de Defensoría Pública (IFDP) del Consejo de la Judicatura Federal de México, quienes anunciaron hacer los trámites “para facilitar que las personas cuenten con servicios de representación legal en los procesos administrativos para ser reconocidos como refugiados.

Entre martes y miércoles 22 de enero llenaron hojas de solicitud. Luego el jueves 23 en horas de la madrugada cruzaron el río Suchiate y se dirigían pacíficamente hacia la Comisión Mexicana de Atención a Refugiados COMAR. Conforme al derecho internacional. Sin embargo, en el camino de Hidalgo a Tapachula la Guardia Nacional, reinicio una fuerte represión logrando la detención de más de mil 200 debilitando la caravana.

“Nos hemos sentido engañados y violentados nuestros derechos por las autoridades mexicanas. Ese no era el trato que estaban esperando.  El presidente López Obrador, prometió 4 mil plazas laborales para nosotros los migrantes, pero, todo fue falso. Lo único que recibimos fue desprecio y garrote.  Hoy regresamos a Honduras a la misma realidad de la que salimos huyendo. Nuestra lucha continuará igual, en cualquier momento tomaremos el camino del norte, hasta que se logre nuestra meta”, indicó Lourdes, quien junto a su esposo viajaron en la caravana procedente de Morazán, Yoro. 

Analistas coinciden que la mejor estrategia para prevenir la migración forzada es invertir en la construcción de un Estado de derecho que tengan como fin la búsqueda del bien común y garanticen y protejan los derechos de la ciudadanía.  Sólo de esta manera se evitará que las personas dejen sus hogares para acceder a oportunidades que se les niegan en su propia patria o para salvaguardar sus vidas y las de sus familias.

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