jueves, 13 de diciembre de 2012

Guerra avisada




Los militares acostumbran decir que en guerra avisada no hay muertos, y eso parece ser lo que sucedería con la denuncia de conspiración para derrocar su gobierno con que el presidente Lobo Sosa nos vuelve a dar de sorpresa.

También viene a colación aquella fábula de “ahí viene el lobo”, que de tanto anunciarlo cayó en descrédito, hasta que un remoto día, cuando los aldeanos no lo esperaban, resultó verdad. Sucede ahora que el presidente afirma, en caló castrense, que a los conspiradores los tiene “bien seriaditos”.

En otros tiempos, una denuncia de ese tamaño y en boca del mandatario era cosa grave, como para salir de huida antes de que al Diablo se le viera la cola. Estaban habilitadas las mazmorras del castillo de Omoa, sobre todo aquella de la gota de agua que caía perenne en la cabeza del condenado.

El general Carías decía, de su colega dictador Tacho Somoza, que el sátrapa nica era muy blando porque metía en la cárcel a sus enemigos, pero luego los sacaba de chirona. Yo no hago eso, remachaba el tirano hondureño. Yo los hundo en la cárcel y me olvido de ellos.
Por supuesto, en aquellos tiempos no había idea de los derechos humanos y mucho menos que sus violaciones tuvieran la categoría de delito internacional. Tampoco existía el refugio de Miami, capital del terrorismo de ultraderecha continental. De suerte que esta clase de conspiraciones son, en los tiempos que corren, insumo mediático.

El presidente afirma, entonces, que varios empresarios sampedranos se estarían reuniendo para provocar una crisis como la derivada del golpe de Estado de 2009. “Hay una conspiración y les invito a que lean El Heraldo y La Prensa de ayer (jueves) y hoy (viernes), la primera plana… Ojo —recalca el mandatario—, que estoy diciendo la verdad…”

Y, a diferencia de las denuncias anteriores de conspiración contra su gobierno, que eran “rumores”, esta vez acusa el presidente con nombres y apellidos: “Que no piense don Jorge Canahuati que no me doy cuenta con quiénes se está reuniendo. Solo les digo que lo que están haciendo es peligroso para esta nación… pero les irá muy mal”.

El jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, general René Osorio Canales, ha informado que la fuente de esta curiosa información es una unidad de inteligencia militar recientemente creada, pero que la entidad militar no está para golpes de Estado sino que para defender la democracia.

De ser así —y no lo dudamos—, podemos dormir tranquilos. La nueva unidad de inteligencia militar, por lo visto, debutó con el descubrimiento de una conjura de altos vuelos, de proyecciones palaciegas y de factura mediática por parte de quienes no han aprendido que las segundas partes nunca son buenas, tanto en el amor como en la política.

El presidente Lobo empalma este complot con un llamado a los diputados del Legislativo a que agarren valor (“güevos”, en ladino) para que aprueben el plebiscito para darle a la Ley de Depuración Policial un nuevo aire, y propinarle así un palmo de narices a la Corte Suprema de Justicia. Una conexión fáctica un tanto rara, metafísica, tal vez, por no decir ilógica…

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