miércoles, 4 de marzo de 2020
Berta vive en los criminalizados del ambiente
Por Sandra Rodríguez
Se cumplieron cuatro años del asesinato que apagó la luz terrenal de la novel verde del planeta, Berta Isabel Cáceres Flores, lideresa indígena y defensora de los bienes comunes de la naturaleza, específicamente de los territorios ancestrales del pueblo lenca.
A la víspera de su siembra, la ausencia es fuerte para la familia, el pueblo hondureño y la humanidad, ya que se asesinó a una gran luchadora social, luchadora indígena y ecologista, y lo que se ha recibido de todo esto es impunidad.
Las declaraciones anteriores fueron emitidas por el líder indígena y compañero de lucha de Berta Cáceres, Salvador Zúniga, con quien procreó a sus tres hijas e hijo, quienes han seguido el legado de sus progenitores en la defensa de los derechos humanos y exigencia de justicia y castigo contra los autores intelectuales del crimen ejecutado el 2 de marzo del 2016, en La Esperanza, Intibucá.
La impunidad se mantiene porque según las mismas autoridades de la Agencia Técnica de Investigación Criminal (ATIC), los autores intelectuales es parte de la familia Atala-Zablah, hay investigaciones que apuntan directamente a Daniel Atala a Pedro Atala; sin embargo el Estado hondureño protege a los autores intelectuales y para lavarse un poco la cara frente a un crimen de alto impacto, un magnicidio que estremeció a los pueblos del mundo, nada más han entregado a los gatilleros, denuncio el profesor Zúniga, en el programa radial Voces Contra el Olvido, del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), el sábado 29 de febrero.
Los responsables intelectuales son grupos poderosos que controlan el país y hemos visto que el Estado de Honduras los protege, por eso sigue en la impunidad, reiteró el defensor.
En el paso de estos cuatro años, sin la presencia física de la premio Goldman al Medio Ambiente 2015, ha generado procesos de exigencia de justicia, ante una pérdida irreparable. A nivel mundial se ha alzado el nombre de Berta Cáceres, en calles, parlamentos, foros, mantas, ceremonias de diversos credos, según el amor y convicción de la humanidad.
Bertita, cofundadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPIHN) y su representante hasta el momento de su partida, denunció abiertamente amenazas contra su vida por oponerse a proyectos extractivitas específicamente en el Río Gualcarque, al paso de la comunidad Río Blanco, donde habitan comunidades Lencas.
Si el Estado que dirige el dictador Juan Orlando Hernández, encubre a los autores intelectuales, es porque existe un tema toral –continuó Zúniga- es la entrega de los bienes comunes naturales al empresariado que hace negocios con la generación de energía hidroeléctrica, que son los mismos dueños del Motagua (club deportivo de futbol), mismos que manejan organizaciones financieras de gran envergadura.
Esta semana la familia de Bertita y el COPINH realizarán una serie de actividades en La Esperanza, ciudad ubicada a unos 190 kilómetros al centro-occidente de la capital. Pero se esperan acciones en diferentes regiones del país y a nivel internacional.
Berta está presente en las demás personas criminalizadas y asesinadas por la defensa de los bienes comunes de la naturaleza, en los presos políticos de Guapinol, en Tocoa, Colón. En los defensores de El Triunfo, Choluteca, “y todo aquel compañero y compañera que vive en la zozobra por las acciones de criminales de cuello blanco, los que mueven los hilos de la vida y muerte en el país”.
Agregó que, es lamentable que continúen los asesinatos, que al igual el de Berta Cáceres, siguen en la impunidad, incluso otros que sucedieron antes como el de la ambientalista Jeannette Kawas, Carlos Luna, Cándido Amador y otros compañeros y compañeras de diferentes sectores sociales del país.
Afirmó que hay una fuerte persecución de los poderosos contra defensores de la vida y organizaciones defensoras de la vida.
La criminalización se refuerza con la criminalización de la protesta social, por lo que la siembra de Bertita, que este 4 de marzo cumpliría 49 años, debe ser la semilla se libertad que nos haga despertar ante la destrucción de la casa común.
Para honrar su memoria, debemos seguir con el respeto a la naturaleza y que se hagan valer los derechos indígenas, la consulta libre, previa e informada, y levar a la opinión pública los temas de interés común como la defensa del agua y la soberanía popular, afirmó Salvador Zúniga.
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