lunes, 23 de marzo de 2020
Apuesta por los derechos humanos
La situación de los Derechos Humanos en Honduras se vuelve más complicada cada vez. Claro, es difícil pensar que las cosas van a mejorar cuando enfrente hay un gobierno abusador y usurpador del poder.
Y es que durante la última década, después del golpe de estado de 2009, la ciudadanía hondureña ha vivido en un país en el que se le violentan todos y cada uno de los derechos humanos. Derechos fundamentales como la vida, la integridad física, la libertad, la salud más ahora con el escándalo del coronavirus que se presta para más abusos de poder, la educación, la seguridad y otros, son violentados por un régimen que apabullando a muchos se auto protegen y se garantizan impunidad.
Honduras será sometida este año, en mayo, si el coronavirus lo permite, a un nuevo Examen Periódico Universal, EPU, donde, sin lugar a dudas, los gobernadores saldrán aplazados porque se han dedicado a hacer todo lo contrario a lo que se le ha recomendado.
Basta con echar una mirada a nuestro alrededor para ver la presencia militar en todas las esquinas con la justificación de controlar la violencia e inseguridad, y el país sigue en la lista de los países más violentos e inseguros del mundo. Eso tiene una explicación: la militarización tiene fines políticos, es decir, el gobierno los tiene para someter a sus opositores.
Entiéndase como opositores a todos aquellos ciudadanos y ciudadanas que rechazan al gobierno y sus decisiones y no mirarlo o reducirlo a una oposición política partidaria mezquina y señalada de hacer comparsa a la dictadura.
Los impunes, violentos y abusadores gobernantes, encabezados por el ciudadano presidente de la República, Juan Orlando Hernández, están presionando a la comunidad internacional, y sobre todo a la ONU, para que debiliten la presencia en el país de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Su debilitamiento comenzó hace unos meses pero el objetivo es hacer que desaparezca como oficina porque, con sus denuncias y señalamientos públicos, se convirtió en una piedra en el zapato de la dictadura.
De nuevo se puede concluir que, la única manera de hacer que las cosas cambien es a través de la participación ciudadana activa en las decisiones importantes del país. Articular las acciones de resistencia que conlleven a propuestas ciudadanas aprobadas por la misma gente que obligue a quienes ostentan y usurpan el poder retrocedan en sus macabras decisiones, pero para eso necesitamos que la ciudadanía se empodere de sus derechos humanos. Es urgente y necesaria una apuesta por los derechos humanos.
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