miércoles, 5 de agosto de 2015

En las calles de Atenas con Frantz Fanon


Por Omar Benderra *

Traducido del francés para Rebelión por Caty R.

Se impone recordar desde Grecia el nonagésimo aniversario del nacimiento de Frantz Fanon. El azar ha querido que me encuentre en este país en esta fecha y en estas circunstancias. En este país donde se está conduciendo fríamente a la sociedad hacia la miseria el punto de vista de Fanon sobre los movimientos del mundo se verifica implacablemente.

Al pie del Partenón, esta Europa que se reviste del humanismo y la ilustración que habría inventado para iluminar al mundo, se revela como la vio clínicamente Frantz Fanon en su brillante conclusión de Los condenados de la tierra. Una Europa cuyo corazón está en Fráncfort y su alma entera en el mercado bancario globalizado.

Esta Europa que nosotros, los de los lugares convenientemente denominados entonces el Tercer Mundo, encontramos ahora también en los círculos infernales de los negociadores de la deuda de los clubs de Londres y París, frente a los bellacos funcionarios de los ministerios de Economía neocoloniales y sus volubles banqueros centrales o de negocios y en las «asambleas generales» de los elegantes estafadores del FMI y el Banco Mundial.

Esta Europa usurera, tendera sin alma. Esta que, parafraseando al exministro de Economía griego Yanis Varufakis, «echa una mirada vacía» sobre los pobres, los desheredados, los que deben pagar para salvar a los ricos. Esta Europa de los tecnócratas serviles y las multinacionales financieras. La Europa según Goldman Sachs, que generaliza la precariedad en el desarrollo lógico de su colusión con los burgueses apátridas, de derechas o de izquierdas, que han forjado sus lazos de sujeción con los mercados financieros.

Fanon habría cumplido 90 años este 20 de julio si el destino lo hubiera querido y nadie sabe qué pensaría del correctivo infligido al pueblo griego. Pero es más que irónico ver la arrogancia de los comandos financieros alemanes (y de sus hipócritas colaboradores) pisoteando con saña a un país que fue la matriz, lejana y un poco oriental ciertamente, pero matriz reconocida de la Europa de los filósofos y de su cultura. ¿Qué pensaría Fanon de la fría indiferencia de los demás pueblos de esta Unión Europea? ¿Habría renegado de lo que proclamaba poderosamente al final de Los condenados de la tierra?

Es cruelmente revelador observar que los pueblos de Europa no muestran mucha empatía con sus «hermanos» helenos, lo que ilustra el carácter totalmente artificial de una construcción antidemocrática basada en el beneficio y la explotación. Sin embargo la dureza inflexible de las condiciones impuestas a Atenas debería hacerle reflexionar, porque hoy el laboratorio griego es el campo de ensayo de las medicinas que impondrán mañana al resto de Europa. También esto lo describió Fanon con su lucidez quirúrgica, basta con releer Los condenados…  

Pero frente al poder del dinero y el cinismo de los enterradores de esperanzas hay que celebrar la valentía del pueblo griego y la solidaridad de los pueblos del Sur del mundo con los manifestantes de la plaza Syntagma. En efecto, aunque la falta de solidaridad de los pueblos del Norte es atronadora, el pueblo griego no está solo. Los que conocieron los programas de ajuste estructural, las renegociaciones, las reestructuraciones e incluso las «reperfilaciones» de la deuda –vocablo popularizado en Argelia a finales de los años 80 y principios de los 90- no ignoran nada de los sufrimientos y privaciones soportadas por los griegos. África y América Latina conocen por experiencia la religión del mercado y a los evangelistas criminales del ultraliberalismo.

La Europa de los mercados es un callejón sórdido que desemboca en el muro ciego de los populismos vulgares, de los nacionalismos criminales y en la omnipotencia del rey dinero. Más que nunca, Europa se repliega sobre los fracasos de su historia hasta la caricatura. Por lo tanto, sí, en nombre del humanismo universal y de la fraternidad humana hay que salvar a esta Europa de sí misma como invita Fanon en su última recomendación: « Por Europa, por nosotros mismos y por la humanidad, compañeros, hay que cambiar de piel, desarrollar un pensamiento nuevo, tratar de crear un hombre nuevo».

En las calles de Atenas con el pueblo griego.

* Omar Benderra fue responsable de la negociación de la deuda externa de Argelia de 1989 a 1991.

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