sábado, 8 de agosto de 2015
Articular la Comunicación para la Integración de los pueblos latinoamericano-caribeños
Pressenza
La agencia internacional de noticias con enfoque de Paz y No Violencia Pressenza participó activamente del Foro de Comunicación para la Integración de Nuestra América el pasado 20 y 21 de julio en Quito. Del mismo modo integró distintos paneles en el Congreso Internacional “Comunicación e Integración Latinoamericana desde y para el Sur” en esa misma ciudad ecuatoriana el 23 y 24 de este mes, organizado por Ciespal y Telesur. Es una línea de acción, ya que desde Pressenza consideramos de suma necesidad articular la tarea de la comunicación con el objetivo de afianzar y profundizar la integración de Latinoamérica y el Caribe.
Ante todo, ¿qué significado tiene la integración que se menciona como objetivo del esfuerzo articulado de comunicación que se está proponiendo? ¿Cuáles son las partes que allí se integran? ¿Los estados, los pueblos, las naciones? Estas preguntas no son ociosas, ya que hacen al sentido esencial de la unidad deseada.
Es preciso no confundir los términos Estado y Nación, y mucho menos, fundirlos en un mismo concepto. Las naciones existen más allá de una jurisdicción territorial o de gobierno, así como también va creciendo el reconocimiento de que los Estados albergan y están conformados por una pluralidad de nacionalidades. Entendemos al concepto de “naciones” citando al pensador latinoamericano Silo: “por el reconocimiento mutuo que establecen entre sí las personas que se identifican con similares valores y que aspiran a un futuro común.” “Una nación – continúa el pensador- puede formarse hoy, puede crecer hacia el futuro o fracasar mañana y puede incorporar a otros conjuntos a su proyecto”.
En un sentido proyectivo, los latinoamericanos y caribeños nos vamos encontrando hacia un futuro común. Es decir, la base de nuestra unión no está constituida esencialmente por antiguos legados o quiméricos paisajes pasados, sino por la posibilidad de reconocernos hermanos en un proyecto común. La integración deviene así en un espacio de convergencia intencional querido. De este modo pueden confluir tradiciones culturales diversas, distintas lenguas y modos de ver el mundo, como así también de esta mezcla novedosa pueden emerger creativamente nuevos usos y visiones compartidas.
Así es que nuestro proyecto de integración requiere no sólo instancias institucionales interestatales que resistan efectivamente el permanente intento de dominación del poder establecido, ya sea vernáculo o foráneo, sino también y sobre todo de una consciente y activa voluntad de los pueblos para ir al encuentro de otros conjuntos y otras realidades, para ir más allá de sus propias fronteras geográficas, culturales y mentales.
El proyecto integrador cobra sentido y permanencia cuando se unen las naciones y cuando los Estados y sus gobiernos son voceros e intérpretes institucionales de esa unidad. El proyecto integrador en Latinoamérica y el Caribe es la respuesta evolutiva a la desintegración insensible de la globalización. Es la señal de vanguardia que, por su lazo fraterno y humano, tiende a proyectarse como faro más allá de la propia región.
¿Cómo propagar este proyecto? ¿Cómo convocar a cada vez más colectivos y conjuntos a fluir en este cauce transformador? Esa es nuestra tarea. Así como pensamos la integración en términos de articulación y confluencia, así como añoramos que los pueblos converjan en direcciones comunes, la comunicación de ese proyecto de integración debe ser también coherente con esos postulados. De este modo, cada organización, cada medio, cada red, cada comunicador podrá colaborar con el proyecto genuinamente, si va más allá de su interés parcial e inmediato, mucho más allá. Se trata, como decíamos al principio, de buscarnos y encontrarnos para articular la comunicación del gran proyecto de integrarnos como pueblos y personas que aspiran a un futuro pleno de humanidad para todos.
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