martes, 2 de junio de 2015

El partido y el presidente en su laberinto



La búsqueda de justicia de un padre cuyo hijo fue asesinado por policías

Querámoslo o no sigue siendo noticia de primera plana la acusación y denuncia de Salvador Nasralla, del Partido Anticorrupción (PAC), contra el Partido Nacional. Según él, el Comité Central del partido Nacional (CCPN) formó diez empresas para drenar dos mil millones de lempiras de las arcas del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS). La denuncia es doble pues, por un lado, se afirma que “en Honduras ha sido normal el desangre del Estado para financiar los partidos políticos” y, en segundo lugar, “por eso el Partido Nacional creó diez empresas, de las cuales salieron los cheques hacia el partido para financiar la pasada campaña electoral”.

No es nada nuevo que la corrupción, la corrupción política y la corrupción política de los partidos políticos esté en la palestra pública. En este caso, tanto el presidente JOH como su partido están enfilado sus mejores baterías para deshacer esta acusación y que la opinión pública, extensivamente, no haga suyos estos reclamos. Es lo que aparece con nitidez en el comunicado del PN debido a que el presidente del PAC insiste en decir que “los verdaderos autores intelectuales del saqueo y latrocinio del IHSS es la cúpula que está gobernando”.

La estrategia del PN en un primer momento es querer manejar el conflicto como una lucha intrapartidaria: pelea por el liderazgo y el robo de los 638 mil votos que le hicieron al PAC en las elecciones pasadas. En un segundo momento involucrar directamente a LIBRE, que fue declarado enemigo político y público desde la campaña electoral. En tercer lugar, minimizar el problema al decir que no pasan de ser “acusaciones infundadas”. En cuarto, lugar, en vez de centrarse y aportar datos que destruyan la falsedad de los datos aportados se van por el camino de los epítetos y adjetivos descalificadores hacia sus opositores políticos.

Por último, algo que ha sido muy típico de JOH que sigue considerándose en campaña política, se dedica a hacer una “apología” de su gobierno, sus logros, su prestigio, su imagen internacional, sus éxitos, el avance en materia de DDHH y el reconocimiento en todo tipo de foros más allá del ámbito regional, la lucha contra la droga y la firma de acuerdo con el FMI.

Ciertamente en todo ello hay dos dimensiones de su gobierno que se dejan traslucir: la incapacidad de autocrítica y de admitir que en la vida política la oposición es un ingrediente fundamental del ejercicio del poder. Al mismo tiempo el querer tapar el sol con el dedo traslada a la vida política el nexo fuerte existente entre política y corrupción.

En estos meses pasados el debate giraba en torno a las relaciones entre políticos, los carteles y el mundo de la droga. Es un capítulo inconcluso puesto que las entregas voluntarias y extradiciones llevan como punto fuerte de negociación la entrega de nombres de personas, empresarios, políticos, comerciantes, banqueros e instituciones coludidas en el tema.

¿Será suficientemente fuerte la campaña mediática oficialista para deshacer las acusaciones que le hacen? Y el gran reto para la sociedad civil, los movimientos sociales y alternativos consiste en lograr que no se quede reducido todo a lucha interna, discrepancia partidaria e ideológica que no permita apropiarse por parte de la sociedad encauzar la corrupción política y la ausencia de trasparencia hacia una mayor democratización del país y sus instituciones.

En definitiva, si no logramos “desarticular al presidente y su laberinto”, seremos nosotros quienes quedaremos atrapados en él.

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