martes, 3 de marzo de 2015
La política hondureña en un solo trazo
Estado receta olvido y resignación a familiares de desaparecidas
Una de las tantas rarezas por las que Honduras es causa de mofa en el exterior es por ese vicio de sus políticos de pasar la vida entera en campaña proselitista, metiendo en ese saco hasta los asuntos más inverosímiles como las relaciones maternas, el origen folklórico en montañas lencas, los más extraños nombres de animales, los sombreros, el fútbol y hasta los chocoyos. Todo vale para ganar, o para comprar adeptos en un país con niveles tan bajísimos de escolaridad en nuestro pueblo adulto, y con los niveles culturales todavía más bajos en los que están particularmente consumidos los profesionales y académicos metidos en la política.
La política proselitista no se atrasa ni por calores ni fríos, ni por polvos o charcos, ni por cerros ni valles, ni por velorios ni por ferias ni por derechas ni por izquierdas. Y menos se atrasa por emergencia y tragedias, al contrario, esas angustias son los mejores abonos para el proselitismo. Todo tiene cabida para la política proselitista.
En estos aciagos tiempos de autoritarismos dictatoriales, de radicalismo neoliberal extractivista y de angustias de migrantes, franca y cínicamente aprovechadas por los grandes ricos para su propia alianza por la prosperidad, el proselitismo se viste de policía militar a la orden del presidente y toma la camisa también de la alianza opositora desde las cúpulas.
En nuestra Honduras todo es ocasión para hacer campaña, y como aquel rey Midas de la leyenda griega que todo lo que tocaba lo convertía en oro, todo político se siente llamado a ser rey, o una reina, y se acerca a tocar a la gente para convertirla en voto. Aquel pensamiento de John Lennon de que la vida es todo aquello que va ocurriendo mientras nosotros hacemos otra cosa, encaja con precisión para parafrasearlo en nuestra tan querida como golpeada tierra: la realidad hondureña es en donde va ocurriendo todo tipo de maltrato, explotación, opresión y discriminación en contra de muchísima gente mientras los políticos están haciendo proselitismo.
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