viernes, 7 de agosto de 2020

Black Lives Matter está democratizando las instituciones de EE.UU.


Por David Brooks 


Por todo el país los movimientos exigen mejoras sociales. «Urge prepararse para la represión neofascista», alerta el activista y académico Cornel West.

Nueva York – Una banda de jazz estilo Nueva Orleans tocaba St. James Infirmary, un blues sobre la muerte de la novia del que lo canta, en el centro de Washington Square, poco antes de que cientos caminaran detrás de ese conjunto unas 30 o más cuadras para ser recibidos en Ocupa Alcaldía, un plantón de manifestantes bajo el lema de las Black Lives Matter (Vidas Negras Valen), parte de un movimiento nacional sin precedente en medio siglo que, por quinta semana, sigue sacudiendo a las cúpulas del país.

El campamento de cientos de personas que se estableció sobre una placita al lado de la alcaldía tiene una “bodega comunitaria, (toma lo que necesites, ofrece lo que puedas), una biblioteca popular que solicita libros radicales para compartir, una carpa de atención médica y mesas para alimentar a todos. De repente hay foros sobre historia, raza y género, y sobre la violencia oficial. Una mujer lee un libro sobre Angela Davis, mientras a unos metros, un DJ pone música hiphoperay algunos bailan, mientras otros tejen. No hay policías, su paso está prohibido (por ahora). Hay líneas pintadas con gis que decoran no policía más allá de este punto. Se solicita que todos usen cubrebocas.

El plantón tiene una serie de demandas, pero la central para esta acción es la del traslado de mil millones de los 6 mil millones de dólares anuales en el presupuesto de la policía de Nueva York a programas sociales, y por ahora se ha logrado un triunfo parcial, algo casi impensable hace un mes. Esto o escenas parecidas se repiten por cientos de ciudades y pueblos a lo largo del país

Por quinta semana, estas expresiones –marchas, plantones, mítines, brigadas de ciclistas y otras de muralistas, conciertos, conmemoraciones de las víctimas (https://bit.ly/2YRKiwG)– que se detonaron con el asesinato de George Floyd por la policía en Minneapolis, el 25 de mayo, siguen sin cesar. Son menos numerosas y los enfrentamientos con la policía son menos dramáticos (aunque la represión sigue), pero persiste cada día en múltiples ciudades.

Este movimiento que estalló dentro del silencio de la pandemia ha obligado a cúpulas políticas a enfocarse y responder a sus demandas, logrando que se promuevan decenas de iniciativas de reforma policiaca y obligado a políticos nacionales y locales a proclamar de qué lado están sobre el racismo sistémico y su historia desde los inicios de este país. Mientras un presidente asustado ha optado por responder con amenazas de represión militar, denuncias de que todo es un complot de la izquierda radical calificando lo que ha visto frente a la Casa Blanca como un movimiento de odio. Uno de sus legisladores favoritos, Matt Gaetz, de Florida, declaró por tuit que “Black Lives Matter es un movimiento marxista”.

El movimiento multirracial e intergeneracional incluye desde los jóvenes (sobre todo mujeres) que lo encabezan, a veteranos del movimiento de derechos civiles de los 60, a sindicalistas, religiosos, académicos, músicos y otros artistas, como también indígenas e inmigrantes. El legendario comediante Carl Reiner, quien acaba de fallecer a sus 98 años, se tomó una foto con su hija y su gran amigo Mel Brooks, todos con camisetas de Black Lives Matter (https://bit.ly/31GvBhI).

De pronto, políticos y directores de instituciones ofrecen retirar monumentos y símbolos de la historia racista, desde el de algunos ex presidentes como Woodrow Wilson a la casi increíble decisión del gobierno estatal de Mississippi de retirar el símbolo de la Confederación de su bandera oficial después de 126 años, entre otras. En Nueva York, la famosa estatua de Teddy Roosevelt, montado sobre su caballo y a su lado dos figuras caminado, un indígena y un afroestadunidense, que da la bienvenida a la entrada del Museo de Historia Natural, será retirada por decisión de la institución. Este movimiento ha obligado un rendimiento de cuentas históricas.

Todos saben que este tipo de movilizaciones tiene que evolucionar en otras expresiones políticas, algo que ya ocurre a un paso relámpago incluso en lo electoral.

“Cualquier momento en que ves a seres humanos enderezar sus espaldas y estar dispuestos a caminar juntos, luchar juntos, cantar juntos –sean del color que sean– hay una majestad moral y una belleza espiritual que no puede ser negada. Pero tenemos que prepararnos para la respuesta represiva neofascista, sobre todo cuando el imperio está débil y desesperado”, afirma el filosofo, y profesor en Harvard y Princeton, Cornel West, en una entrevista reciente con Salon. Tenemos que democratizar plenamente a EU para rescatarlo sin miedo ni a medias.

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