miércoles, 2 de octubre de 2019

Centroamérica: Así nos soñamos en septiembre



En este último septiembre nuestros diminutos países centroamericanos, tan partidos y torpemente divididos, nos unimos en una fecha común de memoria de una independencia y soberanía no solo inciertas e inconclusas sino ausentes de la realidad.

Somos una pequeña zona con una historia común, de mucho dolor por nuestras cruentas guerras, y por igual compartimos una de las zonas de mayor riqueza en biodiversidad del continente y del mundo. Pero de igual manera, somos una de las zonas con ingresos más desiguales del planeta. Aquí no es extraño que una persona tenga de ingreso diario diez mil dólares y a la par decenas de miles de personas con un dólar diario de ingreso.

En su llamado triángulo norte, las multinacionales siguen pujando por una legislación que privatice los bienes naturales y públicos, justamente en la misma zona en donde se criminaliza a la juventud por un pinche tatuaje o por vestirse como le ronca la gana. Su gente tiene sus propias lenguas, tradiciones y costumbres. Pero también es una zona cargada de riesgos, por la vulnerabilidad ambiental, pero también por su vulnerabilidad social e institucional. El Estado de Derecho en lugar de ser garantía de derechos humanos, es Estado de los fuertes y factor de disputa entre las redes criminales.

El golpe de Estado ocurrido en Honduras el 2009 recordó de un tajo lo poquísimo que se ha avanzado en Centroamérica en asuntos de democracia e institucionalidad después de cerca de tres décadas de haber finalizado los conflictos armados internos. Los centroamericanos y centroamericanas soñamos con una región sin fronteras políticas, pero con justicia social. Soñamos con trabajar, estudiar, divertirnos, vivir y morir dignamente en nuestro territorio. Amamos nuestra tierra, pero la queremos en plenitud de soberanía.

Nadie en Centroamérica quisiera huir. Toda su gente quiere vivir con dignidad aquí, y con esa misma dignidad salir libremente a recorrer el mundo por el gusto de pasear o conocer otras realidades y culturas.  Por ello, soñamos con una Centroamérica sin oligarquías y sin esas alianzas entre élites oligárquicas y transnacionales. Soñamos con una economía que acorte las distancias entre los seres humanos a partir de un modelo que ofrece iguales oportunidades a toda su gente, y así la diferencia de ingresos deje de ser abismal.

Soñamos con una Centroamérica Independiente de miseria y esclavitud, de militarismo, del patriarcado y de todo tipo de dominación y opresión. Soñamos con una Centroamérica Libre de violencia, corrupción, impunidad y desigualdades. Soñamos con una Centroamérica que construye Soberanía frente a los países ricos del norte y de sus multinacionales, y ejerce soberanía sobre sus bienes naturales y en donde toda su gente es soberana porque decide desde lo que piensa, quiere, añora y construye en armonía con los derechos de los demás y de la madre naturaleza.

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