sábado, 26 de octubre de 2019

“Requerimos un cambio del contexto político para profundizar la integración”


Rebelión

Por Cris González

Como es ya habitual, antes de llegar a La Paz el escritor y politólogo argentino Atilio Boron se comunicó con Correo del Alba para enterarse de la suerte de la revista, preguntar acerca de la política nacional y sobre todo compartir. Y es que el autor de El hechicero de la tribu, junto con ser uno de los intelectuales de mayor prestigio de la izquierda continental, es un gran amigo y ser humano excepcional. Por eso acudimos a uno de los tantos encuentros con la grabadora en mano y deseosos de que nos nutra con su reflexión de lo que pasa en el mundo y en nuestra América.

En la última Asamblea General de las Naciones Unidas hubo discursos marcadamente anti-venezolanos, comenzando por el de Jair Bolsonaro, ¿a qué se debe esto?

Claramente EE.UU. tiene una serie de gobiernos clientes que repiten las consignas de la Casa Blanca, gobiernos que han perdido toda dignidad y autoridad y, por lo tanto, sabiendo que para EE.UU. la destrucción del proceso bolivariano es un objetivo fundamental, ellos van, apoyan y dicen lo mismo, para dar una especie de consenso amplio a una política estrictamente estadounidense. Por eso no es casual que Bolsonaro haya dedicado parte de su discurso a hablar mal de Venezuela.

¿Por qué en esta edición los líderes derechistas hicieron tanto énfasis en desacreditar y satanizar de frente al socialismo?

Porque Donald Trump, hace tres o cuatros meses, dijo que el socialismo había fracasado y que no había más futuro para el socialismo en el mundo, entonces, todos estos paniaguados del imperio repiten eso. No hay ninguna otra razón por la cual hablar del socialismo.

¿A qué se debe el ensañamiento de la Casa Blanca con Venezuela?

A que Venezuela tiene demasiado petróleo y oro y de paso son un pésimo ejemplo, a lo que hay que agregar que están muy cerca de EE.UU. No es lo mismo decir: “Me apodero de un petróleo que está a 45 días de navegación” que “me apodero de un petróleo que lo tengo a cuatro días de navegación”. Por eso Venezuela es un objetivo absolutamente prioritario para ellos.

¿Cuánto de ese plan es económico y cuánto político-ideológico, en el sentido de que la Revolución bolivariana se declara socialista?

Pienso que es básicamente económico y geopolítico. Porque quien controle el petróleo venezolano, sabiendo que dentro de 40 o 50 años habrá muy poco petróleo en el mundo, podrá renegociar acuerdos de suministro y sobre todo ser el único capaz de movilizar un ejército.

¿A qué se refiere con lo último que menciona?

A que toda esta fantasía de las energías renovables y de las nuevas energías es muy buena para un autito o para prender un foco de luz. Pero, ¿cómo mueves un destructor, un gran portaviones –salvo los que funcionan con energía nuclear–? Dentro de medio siglo volar será una maravilla, porque vuelas con petróleo o derivado del petróleo, un avión de guerra lo mueves con petróleo, por eso los norteamericanos calculan que en ese margen de tiempo los chinos estarán desesperados buscando petróleo y por eso quieren apoderarse de Venezuela y de esto y de lo otro.

En un panorama como el que describe, ¿qué le cabe hacer a los pueblos latinoamericanos y caribeños?

Asegurar que Venezuela salve sus reservas y estén disponibles para nosotros.

¿Cómo ve la correlación de fuerzas políticas en América Latina y el Caribe?

Hemos sufrido un retroceso muy fuerte. En el caso de la Argentina, que casi fue un golpe del azar, la derrota del candidato del oficialismo diría que se debió más a la impericia del kirchnerismo que a los méritos de Macri.

Lo de Brasil también fue producto de errores cometidos por el Partido de los Trabajadores (PT); no solamente por Dilma, sino además por Lula.

¿Cómo cuál?

El más importante de todos fue quedar desarmado ante sus enemigos, creyendo que podría establecer una alianza confiable con la derecha brasileña, con los grandes intereses económicos y mediáticos del Brasil, y el resultado está a la vista. Hay que recordar que Lula tenía una relación muy especial con Roberto Marinho, el dueño de la red O Globo, la misma que fue esencial para garantizar la destitución de Dilma; y, bueno, los errores se pagan.

Con un gobierno de derecha así en Brasil y otro en la Argentina, EE.UU. evidentemente avanzó con todas sus fuerzas y logró la traición de Lenín Moreno –un acto directamente delincuencial, porque a él lo compraron, le dieron un dinero, y cambió de la noche a la mañana–.

Como a Luis Almagro.

No, porque Almagro es un personaje llevado a la duplicidad, al engaño, al cinismo, tramposo. Lo de Almagro era predecible.

Fijáte que el caso de México es muy relevante y no ha sido suficientemente destacado ni tomado en cuenta por los liderazgos de aquí del sur. Lo digo porque la derrota de Macri es inminente y esto abrirá un espacio de eventual recuperación si es que en Bolivia gana Evo y el Frente Amplio (FA) hace lo propio en Uruguay. Tendríamos a Fernández y López Obrador en las dos puntas del continente, quienes necesitarían claramente la ratificación de Bolivia y el FA y obviamente que resista Venezuela.

¿Por qué es tan decisiva la pervivencia de la Revolución bolivariana?

Porque si Venezuela es doblegada y sucumbe ante la agresión norteamericana, el efecto domino será difícil de parar.

Creo que estamos en un escenario cambiante, en un momento de definiciones, y para completar la primera fase del tablero de reconstrucción requerimos del triunfo en Bolivia y Uruguay, teniendo siempre en cuenta que Colombia está absolutamente subordinada al mandato norteamericano y que carece de cualquier autonomía. De todos modos, habrá que ver qué pasa en Brasil con Bolsonaro, porque está en una cuerda floja ya que los militares están enojados porque entregó el Centro de Lanzamientos de Alcántara a Trump –decisión que debe ser ratificada por el Senado–, la única base militar con capacidades de lanzamiento de satélites intercontinentales, cuya superficie es de 620 km².

Tenemos un continente que está más o menos en busca de un rumbo, pero en situaciones más difíciles y complicadas que las de comienzo de siglo, porque hay una relación económica desfavorable y nos faltan tres grandes íconos del proceso, Chávez, Fidel y Néstor. A lo que habría que añadir que Lula está preso, Cristina bajo amenaza y Correa exiliado.

En la llamada década ganada se fundaron organismos como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y   la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), ¿cómo analiza los avances y retrocesos de los paradigmas integradores?

Son instituciones que están en este momento latentes, verdad. La Unasur ha sido muy golpeada por Macri, por el traidor de Moreno y otros gobiernos que podrían tener una incidencia pero que están muy tibios. Bolivia mucho no puede hacer, porque no tiene fuerza para llevar a cabo los cambios que se demandan. Paraguay de hecho está jugando para el otro lado y Venezuela tiene demasiadas preocupaciones como para pensar, por ejemplo, en el Mercado Común del Sur ( Mercosur) –sin contar que es rechazada por los otros Estados miembros–.

En esta coyuntura requerimos un cambio del contexto político para profundizar la integración, y mientras esto no se produzca, no hay nada que esperar. De todas maneras, hay que mantener lo que se hizo en el ALBA, no abandonarlo, en tanto plantea cuestiones más favorables a nuestros pueblos que los intercambios comerciales regidos por el libre comercio o la Organización Mundial del Comercio (OMC). Siempre digo que el capitalismo es un sistema mundial y si no nos unimos gozaremos de pocas posibilidades para defendernos de toda esta arremetida imperial.

¿Hay actualmente algún líder que pueda convocar, como lo hizo Hugo Chávez, a grandes consensos regionales en dirección a esa unidad?

¿Quién es hoy el que puede tener esa capacidad? Ninguno. Le tengo mucho respeto a Manuel López Obrador, porque es un hombre muy honesto y bien intencionado, pero no tiene esa capacidad de liderazgo que tenía Chávez. Tampoco Alberto Fernández la tiene, así como Cristina no la tenía. Chávez logró embarcar en todo esto a Tabaré, Uribe y gente que le tenía rechazo, incluso Kirchner y Lula, cuando se organizó la contra-cumbre del ALCA en Mar del Plata, estaban muy dubitativos.

Pienso que hoy no tenemos a alguien que cuente con esa capacidad que indicas; no lo veo en ningún dirigente. No lo veo en Argentina, en Brasil, en Colombia ni en Venezuela.

¿Qué opina de las visiones acomodaticias de cierta izquierda que se distancia y se resiste a aparecer al lado de Venezuela y Cuba?

Que están prácticamente atentando contra su identidad ideológica. Veamos, ¿cuál es la regla fundamental con la cual vos te posicionás en la relación de cualquier país de América Latina con EE.UU.? ¿EE.UU. apoya o ataca a tal o cual gobierno, no? Sí EE.UU. lo ataca, nosotros debemos estar con el país agredido. Te puede gustar o no Rosario en Nicaragua o alguna cosa que hace Nicolás en Venezuela o Díaz-Canel en Cuba, todo lo que vos querás, pero si ellos son atacados por EE.UU. nosotros tenemos la obligación política y moral de estar en defensa de esa gente, no podemos no estar ahí, ser cómplices de los ataques. Además, conociendo la historia de América Latina, ¿qué pasó cuando EE.UU. se sacó de encima gobiernos? Miremos Chile, Guatemala y Granada, la República Dominicana. Hay que leer las lecciones de la historia y sacar la conclusión lógica, por eso creo que gran parte de la batalla ideológica que la derecha ganó –porque el aparato del imperio es fenomenal– está en haber convencido a una izquierda light, a quienes eran izquierdistas en su tiempo y después se convirtieron en peones del imperio.

En relación a esto último, ¿qué opinión tiene del informe de Bachelet respecto a Venezuela?

Que es un escándalo. Ella firmó un informe que hicieron los técnicos del Departamento de Estado de EE.UU., el que adolece de fallas de procedimiento serios, desde el momento en que no toma en cuenta todo lo que hizo la oposición violenta para tratar de dañar al Gobierno de Maduro, hasta que desecha los aportes que hicieron los colectivos de víctimas de la violencia en las guarimbas . Sin ahondar en que no hay criterios claros para decir cuáles fueron ejecuciones extrajudiciales del Gobierno y cuáles homicidios comunes en la calle. Cuando los tipos tiran la cifra de 8 mil homicidios, ¿de dónde sale esa cifra? No hay ninguna fuente fidedigna que permita decir acá hubo un homicidio extrajudicial porque se vio que a tal persona que la agarraron en la calle, la llevaron y apareció con un balazo en la frente. Nada de eso hay.

En todo caso, estamos armando un comité internacional que visitará Venezuela, antes de fin de año, para emitir un informe serio sobre la situación real de los DD.HH. en el país. Contará con gente independiente de verdad, que no sea chavista ni antichavista –por eso yo no puedo ir–, pero ya estamos coordinando esa comisión y la visita con el canciller venezolano, Jorge Arreaza.

Para finalizar, ¿hacia dónde vamos? ¿Cómo vislumbra el futuro?

Veo que hay un nuevo orden mundial que está en proceso de construcción, donde tenés nuevos centros de acumulación de poder mundial, pero cuyo funcionamiento global del sistema lo maneja EE.UU.

Pese a que hoy en día la economía más importante del mundo es China, quien maneja la economía mundial, sus reglas, normas e instituciones, es EE.UU. Ahora, todavía ese orden emergente, en que está China, Rusia y la India, no logra plasmar el poderío fáctico que tienen en la economía global y –algunos dirán en la política–, es decir, en un conjunto de reglas y normas que hagan frente a esas otras que de repente te obligan a vos a sacar el dinero del banco corriendo y meterlo en otro lugar porque EE.UU. lo dice. ¿Por qué una ley aprobada por el Congreso estadounidense tiene vigencia en Bolivia, en Perú, en Argentina o en Francia? Son aberraciones que debemos pensar y corregir.

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