lunes, 14 de octubre de 2019

Acuerdo Migratorio



Una gran nebulosa rodea el llamado acuerdo migratorio que, en nombre de la consolidación de la cooperación y las relaciones bilaterales, firmaron hace unos días Estados Unidos y Honduras. Fue un acuerdo que impuso el país del norte como parte de sus políticas antiinmigrantes con el fin de parar la masiva migración irregular de ciudadanos del mundo que buscan mejores oportunidades para sus familias y otros que huyen de la violencia en un desplazamiento forzado.

El canciller Lisandro Rosales dijo, en las pocas declaraciones que ha ofrecido sobre el tema, que Honduras es el único país que ha firmado cuatro acuerdos sobre: Seguridad Fronteriza, Información Biométrica, Migración, empleo e Inversión. Por ello lo califican como un acuerdo integral. Anunció que el plan de acción se construirá dentro de los dos siguientes meses.

Con este acuerdo, que la ciudadanía desconoce por completo, pero conociendo los intereses de Estados Unidos, se le sigue dando una mirada equivocada al tema del fenómeno migratorio. Estados Unidos ve a los migrantes como una amenaza para su seguridad interna y como tal ha montado toda una política de persecución y criminalización, juego al que también ha obligado a sumarse a países como México, Guatemala, El Salvador y Honduras. Y ya tiene pláticas avanzadas con Panamá, Colombia, Ecuador y Brasil.

A un tema que requiere de un tratamiento con una mirada o enfoque de Derechos Humanos, Estados Unidos lo combate con armas, muros físicos y legales, pero sobre todo con la militarización de sus fronteras y de la frontera de los países que el gran imperio del norte domina a su antojo.

Los personeros del gobierno venden el acuerdo, desconocido por la población hondureña, como un respiro también a la agobiante realidad de desempleo que enfrenta el país. Y con bombos y platillo anuncian que habrá visas de trabajo temporales para unos 40 mil compatriotas en rubros como carpintería, para cruceristas y para el sector agrícola, olvidándose que la población desempleada del país supera los dos millones de personas.

La estrategia del gobierno gringo y el catracho es no referirse al acuerdo como “acuerdo de tercer país seguro” porque saben de sobra que Honduras está en su peor crisis social, económica, política y sobre todo de seguridad ciudadana. La población se va del país por falta de empleo y ahora, con mayor frecuencia, se van por razones de seguridad.

Y lo más grave es que los deslegitimados gobernantes hondureños han adoptado hasta el lenguaje violento y feroz del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Hablan en términos de “hacer más difícil el camino de los migrantes”, hablan de “represarlos” y hasta de “reducir la capacidad de los migrantes”, un claro mensaje xenófobo, racista y denigrante por parte de los gobernantes.

Aunque no se sepa nada de los verdaderos y reales acuerdos entre Donald Trump y Juan Orlando Hernández, lo cierto es que ambos gobiernos ganan: Trump logra su objetivo perverso contra los migrantes y mantiene un apoyo importante para su reelección; y JOH se gana la confianza de uno de sus grandes protectores, el que le garantiza impunidad en sus abusivas actuaciones.

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