jueves, 24 de octubre de 2019

La Teoría Monetaria Moderna y los argumentos monetaristas

Rebelión

Por Rolando Astarita

Por estos días, y a partir de un mensaje de la diputada nacional kirchnerista Fernanda Vallejos, se ha puesto en debate la propuesta de la Teoría Monetaria Moderna (TMM), de acabar con la desocupación y la recesión recurriendo a la emisión monetaria. 
Según Vallejos, “un Estado como Argentina que crea moneda que se utiliza en su economía, no está limitado en términos financieros de ninguna forma. Todos los pesos que se quieran crear, se pueden crear”. En su apoyo, cita al profesor de Economía Eduardo Garzón.

En notas anteriores he criticado a la TMM (aquí, aquí, aquí, aquí,aquí, aquí ) incluso he respondido a una crítica de Garzón a mi crítica a la TMM (aquí). La idea clave es que, en tanto el dinero es encarnación de valor –o sea, de tiempo de trabajo social- es imposible crear valor emitiendo dinero. Esa imposibilidad se manifiesta, dramáticamente en Argentina, en la validación del valor del peso que se impone a través de su convertibilidad al dinero mundial (dólar, euro y, eventualmente, incluso el oro). En otros términos, es imposible sustituir el trabajo, en tanto generador de valor, por la emisión monetaria. Pretenderlo es mero curanderismo social, y de la peor especie.

La idea de Vallejos generó la inmediata respuesta de los monetaristas, y afines. Entre ellos, de Javier Milei, quien se burló proponiendo un plan “Fotocopiadoras para todos”. En el mismo sentido, en un tuit que circula por las redes se sugiere que Keynes habría planteado “imprimir billetes para generar demanda”. Reacciones que son el resultado natural de una tesis que sirve los argumentos en bandeja a los monetaristas. Estos se hacen un festín, poniendo en la misma bolsa, para colmo, a todos los que somos críticos del monetarismo.

Pero la realidad es que a Marx nunca se le ocurrió que pudiera acabarse la pobreza, o la desocupación, imprimiendo dinero. Y tampoco Keynes sostuvo semejante cosa. Soy crítico de la teoría keynesiana, pero no por ello avalo cualquier crítica. Por eso, en Keynes, poskeynesianos y keynesianos neoclásicos (Universidad de Quilmes, segunda edición), cité largamente a poskeynesianos que señalan el daño que hicieron las políticas que comúnmente se conocen como keynesianas, pero tienen poco o nada que ver con lo que proponía Keynes. En muchos casos, el fracaso de esas recetas incluso pavimentó el camino para que se impusieran los ajustes “ortodoxos”, a expensas de los trabajadores. Y la receta de solucionar los problemas y padecimientos de las masas imprimiendo dinero es todavía más absurda que todo lo que pudo haber sostenido cualquier otro curanderismo social.

Es necesario entonces delimitar, en particular, a la teoría marxista de las propuestas de la TMM. En especial porque la derecha está empeñada en que todo lo “heterodoxo” aparezca más o menos igual. Enfatizo entonces: Marx o Engels jamás sostuvieron que el valor pudiera generarse imprimiendo billetes. No hay forma de adjudicarles semejante tontería.


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