miércoles, 7 de marzo de 2018

Un espíritu recorre el intelecto


Rebelión/Instituto de Cultura y Comunicación UNLa

Por Fernando Buen Abad Domínguez

Entre la resistencia y la toma del poder, en manos de las luchas sociales desde las bases, podemos sumar una lista enorme de victorias culturales y comunicacionales que, vistas con método dialéctico y en conjunto, demuestran que, a pesar de las asimetrías, las usurpaciones y las traiciones, un espíritu rebelde recorre el mundo expresándose -también- en la Cultura y en la Comunicación.
Incluso en sus momentos más “duros” hay destellos rebeldes que anuncian la dirección que tomarán las grandes victorias del pensamiento transformador, que encontrará las maneras de expresarse a pesar de todos los pesares. Y no al revés. No es que de un “producto” cultural o de una “experiencia” de comunicación, emerjan las revoluciones… es de la lucha de donde emergen los medios y los modos para contarle al mundo y contarse, las identidades y las profundidades de la batalla que busca pares y busca fuerzas para hacerse suma con efectos concretos en el marco del correlato de fuerzas. Ahí donde la clase dominante impone sus ideas como “templos” inamovibles o como verdades eternas, ahí los pueblos siempre interrogan, desobedecen y crean fuentes emancipadoras en búsqueda de marcar y cambiar la Historia. Está en el “ADN” de la humanidad ese “dato” (o esa “data”) rebelde que, si encuentra fuerzas, es capaz de crecer, incluso, en el terreno más infértil. “(…) He tenido ocasión de observar muchas veces cómo poderosas organizaciones con una poderosa prensa se hicieron añicos bajo el impacto de los acontecimientos, y cómo, por el contrario, pequeñas organizaciones con una prensa técnicamente débil se transformaron en corto tiempo en fuerzas históricas”. León Trotsky

No es menor la importancia de definir y contrastar el concepto de “Victoria” en los escenarios semánticos más diversos. Fuera de la lógica del mercado, la “Victoria” adquiere dimensiones más extensas y profundas que aquellas donde se restringe al consumo o al dinero. Sin el peso del capitalismo, y según las asimetrías y las fuerzas, la “Victoria” va construyéndose siempre en clave social y siempre en clave de lucha. Nunca ha sido (como anhela el individualismo) obra de “un solo hombre” y nunca propiedad privada de corporación alguna. La “Victoria”, que se construye socialmente desde las bases, expresa en simultáneo sus conquistas objetivas y subjetivas siempre con base material y concreta. No se consigue para vanagloria de los egos caudillos ni para santificar virtudes extraterrestres. En todo caso la “Victoria” que se construye desde las bases es siempre un peldaño transicional en un proceso permanente que exige validación igualitaria entre los protagonistas de su construcción. Es una noción colectiva en construcción permanente. Como la vida misa de la lucha.

Con tales condiciones, es de la lucha misma de donde se desprenden los requisitos de las Victorias en los campos de batalla de la Cultura y la Comunicación emancipadas y emancipadoras, por eso reclaman métodos nuevos y propios para su validación y consolidación. Así, pueblos condenados al silencio y al desgarramiento de sus identidades, cuando encuentran los lenguajes propios de sus rebeldías y amasan tradiciones de lucha renovada, fincan Victorias en los aspectos más sutiles del conocimiento, de la enunciación y del intercambio simbólico donde van transformándose los modos de producción de sentido y las relaciones sociales para que ese sentido funde su identidad transformadora. Llámense canciones, danzas, murales, conversaciones, asambleas o volantes. Llámense periódicos, radio, televisión o grafiti… tan pronto alcanzan un grado de poder organizativo, un grado de avance de consciencia de lucha y de clase, un grado de movilización y de cambio van haciéndose victoriosos en todos los sentidos opuestos a la lógica de la Victoria en la ideología de la clase dominante.

Así se volvió victorioso para los pueblos, por ejemplo, el “corrido” de la Revolución Mexicana; así se volvió victorioso el arte público del muralismo. Así, es Victoria de los pueblos el humor, las caricaturas, la poesía… en un continente que desarrolló su imaginario independentista con Bolívar, con Martí, con Hidalgo, con Morelos con San Martin y todas sus “artillerías del pensamiento” que abandonaron la semántica del súbdito para comenzar a imaginarse, no sin tropiezos, como seres libres, descolonizados. Así se volvió victorioso un imaginario revolucionario en todo un continente que no ha cesado en la búsqueda de su identidad, de sus voces propias, para contar la Historia como debe contarse desde sus luchas. No sin acoso, nos sin amenazas no sin usurpaciones simbólicas. Haití, Nicaragua, El Salvador, Colombia, Venezuela, Cuba, Perú, Chile, Uruguay , Argentina, Brasil, Paraguay… con sus pueblos originarios hoy en las vanguardias como mosaico preñado con expresiones revolucionarias que en su escala, con sus medios, con sus fuerzas y desde sus batallas, va amasando un universo rebelde de Patria Grande inédito e inconcluso. Y, sin embargo, moviéndose victorioso en el latir de corazones y de idearios irredentos, que vistos en conjunto y como una secuencia de revolución permanente, dejan ver con claridad el portento creativo del espíritu rebelde que recorre al continente.

Nos urge construir la Historia completa de las Luchas Culturales y Comunicacionales de la Patria Grande. Escribirla a muchas manos, con la fuerza de una batalla recopiladora y cartógrafa que sirva de brújula y que sirva de antídoto. Para que nos nos desoriente ni nos deprima la “Historia Oficial” que la burguesía inventa para usurparnos las luchas y sus símbolos, la revolución y su sentido. Nos urge construir la Historia Completa de las Luchas Culturales y Comunicacionales para recuperar y salvaguardar nuestro derecho a ser creadores y creativos de un modo nuevo de vivir y de decir como queremos “vivir viviendo” y no vivir sobreviviendo el desastre planetario que el capitalismo ha dejado.

Nos urge contarnos esa Historia de nuestras muchas y múltiples victorias. Ponerlas a la vista de todos, oírlas, verlas cantarlas y bailarlas al rimo de la emancipación y con la mirada puesta en la revolución permanente. No para la nostalgia, no para extasiarnos en el pasado que fue “mejor”, no para la erudición decorativa ni para el enciclopedismo inútil. Nos urge para fundar una Victoria nueva, también, en la praxis del relato nuestro, también en la praxis de sabernos herederos y responsables de un patrimonio revolucionario que se conjuga en futuro y que ofrece desafíos nuevos en plena época de la barbarie monopólica, en plena época de la “pos verdad” y se sus “plus-mentiras”. En plena época de Guerra Mediática asimétrica y planetaria… bajo una de las peores amenazas a la Cultura y ala Comunicación. Poner a la vista nuestras victorias para multiplicarlas.

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